Cuando iniciamos nuestra búsqueda de empleo, lo primero que debemos hacer es actualizar nuestro currículum, para después continuar con su difusión por los medios adecuados. Del mismo modo que actualizamos el currículum cada vez que empezamos a buscar un nuevo empleo, lo deberíamos actualizar también conforme tengamos algún dato nuevo que incluir en él (fin del contrato en una determinada empresa, obtención de un nuevo título académico o de formación complementaria, adquisición de nuevas aptitudes, etc). De este modo, siempre tendríamos un currículum activo y dinámico, preparado en todo momento para ser utilizado.
La puerta de acceso a cualquier proceso de selección son los datos que los reclutadores tienen de los candidatos. Dicha información contiene las características del producto que queremos vender a la empresa, o sea, el trabajo, los conocimientos, las competencias y las aptitudes que aportaremos a la organización que nos contrate.
Del mismo modo que esos datos son nuestra carta de venta, dichos datos también serán la información que llamará la atención de los reclutadores para que decidan o no incluirnos en los procesos de selección a los que podamos optar.
Pero, ¿realmente mantenemos nuestros datos actualizados permanentemente en las entidades, empresas o servicios que nos interesan? ¿Disponen las empresas o reclutadores de datos totalmente actualizados de los futuros candidatos? ¿Somos conscientes de la importancia de este aspecto cuando estamos en búsqueda de empleo?
Hay casos en los que no tener los datos actualizados puede dar lugar a quedar excluido de un proceso de selección, simplemente por no tener registrado un título o una determinada experiencia profesional, necesarias para el puesto.
En otras ocasiones, dejar de comunicar determinada información, a priori considerada irrelevante, puede provocar también la exclusión de algún proceso de selección. Por ejemplo, no reflejar en ningún apartado del formulario o del currículum, que se tiene determinado nivel en el manejo de un programa informático concreto, o determinadas funciones que se desempeñaron en alguna de las empresas en las que trabajó anteriormente.
Cada vez más y, de algún modo, empujadas por la creciente competitividad existente en el mercado laboral, las empresas y reclutadores necesitan más datos de los candidatos para tomar las decisiones en los procesos de selección. El hecho de tener la preocupación de aportar los datos más recientes de la vida profesional y formativa del candidato, en los registros, bolsas de empleo o autocandidaturas en los que participe, será valorado de manera positiva por los responsables de los procesos de selección. Denota motivación, interés y responsabilidad. Los datos de los que hablamos tienen mayor importancia en las primeras fases de dichos procesos (filtraje de candidaturas o preselección), que serán complementados por los datos que se puedan extraer de otras fuentes (redes sociales, entrevista, pruebas psicotécnicas, etc.). En esta fase, quienes tengan los datos más completos y actualizados, y, evidentemente, cumplan en mayor grado con los requisitos establecidos por los reclutadores, serán los candidatos que tengan más posibilidades de acceder a fases posteriores del proceso.