El siguiente trabajo busca presentar una mirada clara en base a autores de la importancia y connotación de las tendencias historiográficas a lo largo del siglo XX. Indudablemente nuestra historiografía se nutre de la escuela francesa de los Annales y se basa en un sinnúmero de estudios que entran a ser historiables y nos insertan en el mundo de lo que debe ser analizado por la historia, ampliando la retrospectiva de la vieja historia de los próceres y llegando inclusive a la historia desde abajo. Los autores y textos en los que basamos nuestra reflexión son: Economía y Cultura en la historia de Colombia de Luis Eduardo Artetra, Los grandes conflictos sociales y económicos de nuestra historia de Indalecio Lievano Aguirre, El Régimen de Santander en la Gran Colombia de David Bushnell e Historia y Nación de Alexander Betancourt.
La historiografía colombiana para el siglo XX tuvo varios cambios: El primero es el movimiento revisionista que se da en los primeros años de siglo XX; este buscaba distanciarse, del modo de historia que venía dándose durante el siglo anterior. Y el otro gran cambio se da para la segunda mitad del siglo XX con la nueva historia de Colombia, esta una historia más. Académica, enmarcada en lo social. Uno de los más sobresalientes del periodo revisionista fue Luis Eduardo Nieto Arteta; en 1941 publicó el más conocido de sus libros, Economía y cultura en la historia de Colombia. Aquí se puede notar la aplicación del método marxista a la investigación para comprender la historia colombiana en el siglo XIX. Uno de los portes más sobresaliente de este autor para la forma de hacer historiografía colombiana fue que rompió con la historiografía académica tradicional, llena de fechas, anécdotas y totalmente heroica, sin ningún tipo de análisis; y por otra, representa una innovación en la búsqueda y utilización de fuentes, pues Nieto trabajó sobre las Memorias de Hacienda. El método que utiliza para entender la historia en su obra es el planteamiento de problemas fundamentales que vivieron en el país siempre dando énfasis a que se debió sustituir la economía de tipo colonial por una economía liberal de tipo capitalista. Otro autor que buscó revisar la forma de escribir la historia en Colombia, con el propósito apartarse de la tradición historiográfica decimonónica fue Indalecio Liévano Aguirre; en su obra: Los grandes conflictos sociales y económicos de nuestra historia trata un periodo muy extenso: Se extienden desde los comienzos de la colonia hasta la época de la reconquista española. Algunos de los más importantes problemas, según la historia tradicional de Colombia, son tratados en esta obra con detenimiento: la organización tributaria colonial, encomiendas y alcabalas, el papel de los jesuitas en la colonia, la influencia del liberalismo del siglo XVIII, la revolución de Los comuneros, el carácter de la revolución de independencia, la patria boba etc. Una particularidad en esta obra es que muestra poca bibliografía, y en cuanto a las citas, muchas veces las hace de manera directa, al hacerlo coloca: “como dice el autor” o “como dice el documento”. En la lectura de los capítulos de esta obra podemos notar que Liévano se inclina mucho por lo económico, lo cual es interpretado de manera sutil con base al marxismo en los que siempre hay dos bandos que están en pugna del poder o autonomía, por ejemplo iglesia vs estado, indígenas vs poder español, comuneros vs virrey, etc. en la que los conflictos son una constante en el desarrollo de su obra y con base a estos desarrolla su historia. Ahora bien, Liévano no utiliza los conflictos para dar a conocer los procesos históricos de manera caprichosa, o por simple pedagogía para que el lector entienda de manera eficaz los procesos históricos. Lo que podemos observar en todo el transcurso del texto es que en los conflictos siempre hay dos autores o en algunos casos tres: el pueblo, los que están en contra del pueblo, generalmente la clase dirigente, y los personajes o instituciones que entran en defensa o en contra del pueblo. Este es el esquema que sigue la historia propuesta por Liévano, en la que sugiere que el pueblo es el que debería ganar en los conflictos. Otro autor que vale la pena destacar para este periodo es David Bushnell; aunque no era colombiano y su objetivo principal no era romper con la tradición historiográfica decimonónica con sus obras puso un modelo historiográfico que marcaria las muchas obras que le siguieran a sus trabajos. Bushnell fue uno de los primeros historiadores norteamericanos con formación científica moderna que llegó a estudiar la historia de Colombia y con el tiempo se convertiría en uno de los principales académicos de la disciplina. Después de su visita a Colombia en 1943, volvió al país en 1948 para trabajar en su tesis doctoral; la pregunta principal de su investigación giraba en torno a ¿cómo era posible establecer un orden liberal sobre las ruinas de un orden monárquico después de las guerras de independencia? Para dar respuesta a su pregunta acudió a los archivo del congreso colombiano y encontró que el preado clave para comprenderlo era el de 1819 - 1827, durante el “régimen de Santander” demostró que este periodo fue de importancia para la consolidación de la República que al final del gobierno del presidente Santander uno de los mayores logros fue consolidar las instituciones y las leyes. Las obras de estos tres autores aquí mencionados fueron piezas fundamentales en la formada escribir historia en Colombia. Nieto Arteta y Lievano Aguirre muestran un claro distanciamiento de la historia decimonónica de tendencia puramente liberal y/o conservadora a una historia más enfocada en o social basada en fuentes y en problemáticas de la sociedad mostrando nuevos actores. Por otro lado se encuentra Búshnell que para esta época llega a Colombia y nos muestra una historia más académica y científica mostrando así el modelo de historiografía que más adelante evolucionaría con el movimiento que se conoció como Nueva Historia.Alexander Betancourt resalta en su texto Historia y Nación las formas de concebir y difundir la historia en nuestro país. Define, debate y problematiza los métodos y técnicas mediante los cuales se plantea a la historiografía colombiana. La investigación del profesor Alexander Betancourt es importante por los diversos enfoques que entrega a propósito de la escritura de la historia colombiana desde el siglo XIX hasta finales del siglo pasado; el tono de su escritura, y su repetición constante de algunos asuntos de las formas y los medios en que han sido enfocados los trabajos más relevantes de nuestra historiografía, como por ejemplo su poco “diálogo y debate”, hace que algunos de sus enunciados retomen asiduamente citas ya expuestas, e inclusive párrafos bajo otras formas gramaticales. Sin embargo, esta obra se debe asumir como una gran reflexión que nos ubica en el tiempo y el espacio de nuestro oficio como historiadores, conociendo autores y obras en sus contextos; por lo tanto, debe ser utilizada por novicios historiadores que se acercan a su disciplina desde el ámbito colombiano. La crítica siempre firme y constante de Betancourt se centra siempre en las pocas variaciones que ha tenido nuestra historiografía, ese poco debate y la poca interrogación en sí misma es el raíz de su texto. Su escrito lo presenta en base a la forma de mirar el Estado Nación desde la historiografía y desde allí el preguntarse por los problemas de este. Por esta razón es importante su análisis porque nos muestra de donde venimos y hacia donde vamos en el devenir histórico y la forma de escribir estos eventos. Finalmente, su carácter historiográfico cargado de una fuerte erudición, obliga a nuevas relecturas, siempre bajo la premisa de revisar algunas obras que cita para encontrar “claves”, formular preguntas, y buscar respuestas.