Impossible is nothing

Publicado el 16 octubre 2011 por Ceprio

Hace poco os hablé de las características que creía imprescindibles en un buen investigador. Hoy os traigo la historia de un hombre que supo suplir sus carencias con esfuerzo y enfrentarse a las adversidades con mucho sacrificio.

Nuestro protagonista nació en 1887 en Massachusetts. Durante sus años de colegio pasó con aburrimiento por las clases. Nada despertaba su interés aparte de la química y la física. Como buen americano, le gustaban las armas y la caza. También logró sobresalir en diversos deportes como atletismo, natación, tenis, billar, ski, skate y tiro al plato.

En 1906 entró en Harvard, donde se graduó en química en 1910. Tras un trabajo poco gratificante en una fábrica de algodón, comenzó a dar clases en la universidad. Se ganó un hueco como profesor adjunto de química y empezó a estudiar Bioquímica en la Escuela Médica de Harvard. Aunque su jefe le recomendó que cejara en su empeño de convertirse en investigador y se dedicara a la abogacía, nuestro científico no se amedrentó y terminó por obtener su doctorado en 1914. Finalmente llegó a ser profesor titular de bioquímica.

A pesar de su duro trabajo como investigador, durante mucho tiempo no fue capaz de obtener resultados en sus trabajos con ureasa. Aunque sus colegas dudaban de que se pudiera aislar una enzima en su forma pura, no se rindió. Muchos pensaban que la idea de aislar ureasa era ridícula, pero finalmente en 1926 consiguió aislar ureasa cristalizada. Muchos bioquímicos no le creyeron o directamente le ignoraron, aunque poco a poco le fue llegando el reconocimiento. Finalmente, en 1946 nuestro hombre ganó el premio Nobel de Química por ser el primero en aislar una enzima cristalizada y por demostrar que las enzimas son proteínas. Su nombre era James B. Sumner.

Por cierto, he olvidado mencionar un pequeño detalle. He dicho que a Sumner le apasionaba la caza. Lo que no he dicho es que un accidente le dejó sin brazo con 17 años. Al perder el brazo derecho tuvo que aprender a escribir con la izquierda, pero nada de esto fue un inconveniente para que destacara en varios deportes o para que pudiera  terminar obteniendo el premio Nobel en reconocimiento a sus trabajos. Es por eso que su jefe en Harvard le recomendó la abogacía, ya que no pensaba que una persona con un brazo pudiera trabajar en un laboratorio. La mayoría de trabajos son realmente difíciles de ejercer con un sólo brazo, pero creedme si os digo que trabajar en un laboratorio sin un brazo es casi imposible. Todo un ejemplo de cabezonería y superación. Sin duda este hombre se ha ganado un merecido hueco en mi lista de científicos respetados y admirados.

Fuente: Biografía de James B. Sumner

Y vosotros, ¿conocéis otros científicos que hayan pasado por situaciones similares, pero a pesar de ello hayan terminado triunfando?