Seguramente este post que traigo hoy levanta alguna polémica o puede que alguién se pueda sentir ofendido. Quiero dejar claro antes de que sigan leyendo que esa no es la intención, de hecho es simplemente la de contarles nuestra experiencia y opinión de lo que nos contaron durante nuestro viaje en tren por el norte de China.
Si alguién aún así se siente ofendido por alguna información que escribimos aquí, nuestras disculpas pero el blog es nuestro y nuestras son las experiencias.
Se trata de nuestro viaje en tren desde Xian hasta Louyang recorriendo casi 400 Km. y 5 horas de trayecto nos da una visión diferente de la China que habíamos visto hasta ahora.
No se trata de que sea mejor ni peor, sino un reflejo de una realidad concreta que quizás no esta abierta a los ojos del turista.
Una de las cosas más curiosas que vimos fue la diferencia de la vista entre un lado y otro del tren. Es decir, mientras que por una ventana se veían barrancos y montañas, por la otra encontrábamos grandes llanuras que no alcanzaba la vista ver donde tenían su fin.
El tren tiene 5 paradas y con nosotros van muchas personas de las “pequeñas ciudades” donde paramos. Decimos “pequeñas” de un modo irónico porque en China un pequeño pueblo puede tener varios millones de habitantes…
En 5 horas da mucho tiempo para pensar y para ver el tipo de vida de la gente que el tren va dejando atrás. La mayoría de los que nos encontramos es lo que podríamos denominar población rural pero entre todos ellos tuvimos suerte porque un señor se dirigió a nosotros y perfecto inglés nos preguntó que de donde éramos.
¡¡WOW!! ¡¡Un chino que habla inglés!! y más sorpresa todavía fue que se dirigiera a nosotros y no era para vendernos nada. Con esto no queremos generalizar pero la verdad es que ya nos habían dicho que normalmente los chinos no hablan más que su idioma y como ni te van a entender, ni los vas a entender tu a ellos, normalmente pasan olímpicamente a tu lado como si no existieras… Pero la suerte es la suerte y la aprovechamos. Resulta que era profesor en una de estas ciudades y nos contó cositas interesante de lo que íbamos viendo, la verdad es que fue un guía improvisado que no esperábamos y resultó una experiencia genial haber tenido la suerte de encontrarnos a este hombre.
Lo primero que nos contó era el uso de las pequeñas fincas de cultivo que veíamos por la ventana. Él nos decía que el terreno era del gobierno y que lo cedía a cambio de que el campesino lo hiciera productivo. Desde el momento que no fuera capaz o que no produciera el Estado lo recupera y lo cede a otra persona… Esto tiene unas connotaciones muy tristes y dramáticas ya que estas pequeñas familias sólo pueden tener un hijo, porque un hijo ayuda y colabora en la finca. Cuando el primer y único hijo era una niña, muchos optan por el abandono o la entregan en adopción al considerarla más una carga que un beneficio. Triste pero real que todavía pasen estas cosas…
Le pregunté también por unas cruces y pequeñas lápidas que de vez en cuando se veían en el borde de la vía. Al parecer eran pequeños cementerios normalmente familiares de las fincas cercanas o simplemente alguien que optó por el suicidio en las vías del tren.
Las vistas de las ciudades evidentemente no tienen absolutamente nada que ver con las grandes urbes como Beijing, Shangai, etc…
Quizás una de las cosas más curiosas es que en muchas de estas ciudades sólo dejan entrar a extranjeros con un permiso especial y con alguien que permanentemente está a tu lado diciendo lo que puedes capturar con tu cámara de fotos y que no…El gobierno chino no quiere que sus vergüenzas sean aireadas al resto del mundo.
A mí me llamó mucho la atención que el retrete del tren era todo de acero y al parecer, como expliqué el tema de los baños en China, es porque el baño tradicional chino es un simple agujero en el suelo por lo que, aunque parezca increíble en pleno siglo XXI, hay gente que no sabe como se usa y se suben encima, hacen posturas raras y cosas por el estilo y tras muchos retretes rotos se optó por ponerlo de metal.
Quizás ya la sorpresa llegó a su punto máximo cuando le dijimos directamente que éramos de Tenerife… Se quedó pensando un momento y directamente me respondió: “Islas Canarias, al lado de África”. Yo me queé a cuadros y él se ganó todo mi respeto porque si nos hubiera preguntado el lo mismo pero al revés con un 120% de probabilidad no hubieramos tenido ni idea de donde nos decía.
Bueno, nuestro tren llega a Louyang…
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