En “In my defence” por primera vez Freddie se convierte en el intérprete que habla en primera persona como artista, no lo hace como “ànonimo”, es decir, como vocalista que cuenta una historia olvidando su papel como cantante. Y es que en ese punto se plantea la responsabilidad de un artista sobre las personas que le siguen.
Freddie pone en tela de juicio numerosas cuestiones referentes a su papel como personaje público que vive de su arte y de su música y que de forma inherente expresa una serie pensamientos propios y cuenta historias. Teniendo el poder de ser escuchado por multitudes, se debate la responsabilidad de intentar cambiar el mundo con sus letras. De la misma forma siente impotencia ante la naturaleza humana y de nuestros impulsos autodestrucivos. A menudo nos volvemos siempre contra lo que nos beneficia o de los mejores momentos de nuestras vidas. Rehuimos el amor muchas veces por miedo a tenerlo y eso nos hace infelices, nos equivocamos y el temor es el dueño de nuestras vidas, no arriesgamos por miedo de ser lastimados y acabamos con un error que no puede ser corregido. Por eso, Freddie se culpabiliza y en su defensa explica con todo su corazón que como artista no puede hacer más de lo que hace ante las reacciones equívocas de la humanidad.
Mediante una canción es posible cambiar el pensamiento de la humanidad o aunque sea el de un grupo más reduido de personas?
Saben los idolos de masas hasta qué punto puede el mensaje de un cantante llegar a las personas? Hasta dónde nos pueden hacer reflexionar lo que escriben?
Como bien sabia Freddie, las personas no cambiamos nunca y es de ilusos pensar que las letras de una canción pueden hacer reflexionar hasta mandatarios sanguinarios de paises tercermundistas a hacer enmendar el error de personas cerradas al amor por no ser lastimadas, pero su responsalibildad como idolo de masas le hacia vulnerable de nuestras estúpidas razones.