IN THE LOOP - Un gran corte de manga

Publicado el 20 enero 2010 por Loscriticones

Más o menos cualquier ciudadano cabal (¿?) se puede hacer una idea de cómo se montó aquello tan patético del comienzo de la guerra de Irak: una gestión corporativa en la que unos altos ejecutivos organizan una OPA hostil sobre un competidor en apuros. O sea, teléfonos, papeles, faxes, soplos, nervios, rumores, cabreos, improvisación, pasta, órdenes, contraórdenes y todo sobre pasillos lustrosamente enmoquetados (suponemos que las vísceras y la sangre coagulada la ponen otros y en otro escenario). En la versión real de los hechos aparecen además unos personajes particulares: los tontos útiles, los bufones que saltan a la pista, o sea los “líderes políticos”, los que (se supone) tienen que presionar el botón rojo.

In the loop es una experiencia gozosa rodada a modo de falso documental en la que el esforzado espectador de tantos telediarios (usted, señora) se convierte por fin en ansioso testigo de lo que ocurre detrás de las ruedas de prensa, de los despachos ovales y de los consejos de jerifaltes y próceres en los que se deciden cosillas como a-tomar-por-el-culo-con-Irak.Eso que siempre ha querido uno, ver qué tipo de canalla habla como tal o qué idiota menguado es el que se oculta apenas tras el papelote de la declaración oficial.

La película no podría funcionar mejor ni ser más rápida, la lista de insultos y un largo rosario de ironías, procacidades, sarcasmos y tacos de todos los colores los sueltan y los encajan los actores con una agilidad eléctrica. El realismo proveniente de unas actuaciones ejemplares en las que será difícil que el espectador reconozca en algún personaje un actor, en la que cada personaje tiene el peso específico que proviene del más fino retrato social y del hecho de que In the loop sea hija mayor de una teleserie británica en la que han ido cobrando carnalidad la impagable panoplia de cínicos, trepas, hipócritas, arribistas, sátrapas e imbéciles que pueblan la cinta y que losguionistas conocen perfectamente gracias a su labor periodística entre las bambalinas de la real politik.

Estoy convencido de que un índice de inteligencia de un pueblo es la capacidad de contestación, sátira e insumisión (siquiera intelectual) que ofrece al poder dominante. En la primera gran potencia de inteligencia de occidente se sentaba en Atenas el propio Pericles y sus sucesores en el mismo teatro en que Aristófanes y compañía hacían sátira dura y descarnada de las bajezas y ruindades de esos mismos mandarines. Esto es así desde la primera democracia de la historia, pero no todos los momentos han tenido su Valle-Inclán para deformar hasta el realismo naturalista del esperpento los retratos de oligarcas y prebostes o la narración oficial de los acontecimientos. Los ingleses nos lleven varios cuerpos de ventaja en su tradición satírica del siglo XX (hay que tener en cuenta que aquí a los sátiros se les recibía en Gobernación con las manos abiertas).

Es el último consuelo de una sociedad cívica libre pasada por el rodillo de la maquinaria petrobélica: contar las cosas, poner un espejo delante de la pantomima, narrar el esperpento y desnudar a los comparsas. Es el único respiro, la justicia poética del escarnio artístico, el sonoro corte de manga.

PD: En la película aparece un tonto necesario especialmente incapaz y patoso, un petimetre que se mete en el ajo y no gana nada, una ocurrencia acéfala de un tipo que pasaba por allí y que acogen los chacales y tiburones del gran circo con los colmillos brillantes de saliva y los ojos inyectados en sangre... ¿De quién diablos hablan estos guiris?! El caso es que me quiere sonar…

ARM