Inacción

Por Siempreenmedio @Siempreblog

No estoy en contra de los ejércitos. Cuando estos días los veo desplegados ante la amenaza de nuevos atentados terroristas en Reino Unido, o ejerciendo labores humanitarias después de alguna catástrofe natural, me digo, “¡Che! (hay un valenciano que reside en mí), ¡esta gente es necesaria!”. Pero tampoco estoy a favor de los ejércitos. No quiero un mundo en el que sean necesarios. Aspiro a un futuro libre de militares. Utopía, sí, pero mis aspiraciones son mías y pueden ser gordas. Por tanto, no voy a mover un músculo, dar un paso, poner un duro, pensar un instante en ayudar a un ejército. A uno cualquiera. Tampoco voy a hacer nada en su contra. Parece lo mismo. Pero no.

No estoy en contra de las naciones. El concepto mismo. Las banderas, los himnos y esas cosas. Cuando veo a tanta gente emocionarse con unas notas y unos colores, compartir alegrías y enojos varios en torno a un mapa común, rodeados de unas líneas comunes, pienso que el sentimiento es imbatible. No puedo, no sé, no quiero, luchar contra una emoción. Pero tampoco estoy a favor de las naciones. No quiero un mundo en el que exista tanta invitación al orgullo y al agravio. Aspiro a un futuro libre de naciones. Utopía. Ya. Por tanto, no voy a mover un músculo, poner un duro, pensar un instante, dar un paso, en alimentar, amar, defender una nación. Propia o ajena. Tampoco voy a hacer nada en su contra. Parece lo mismo. Pero no.

No estoy en contra del dinero. Lo uso. Y cuanto más tengo, más uso. Y disfruto lo usado. Pero tampoco estoy a favor. Del dinero como medida de todas las cosas, como fin, principio y medios. Aspiro a algo distinto. Espero que ya me vayas pillando. Porque puede que parezca lo mismo, pero no.

Estoy construyéndome en casa una secretaría de Estado (o, mejor dicho, de estado, del mío propio) de la Inacción. Para todas esas cosas que, ya sabes, sí pero no. Un sofá cómodo, bien iluminado y con acceso a internet en el que ejercer mi derecho a réplica mediante la renuncia a la misma. Donde dejar bien claros mis puntos y mis comas mediante miles de hojas en blanco. Si me observas atentamente sabrás exactamente lo que pienso, lo que quiero, por lo que apuesto, gracias a todo lo que callo. Estoy fabricando el punto medio que sacudirá los cimientos de la civilización tal y como la conocemos. Un punto inmóvil. Paradójico.

Si a Rajoy le funciona, ¿por qué a mí no?

Aquí, arreglando el mundo (dramatización)

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