Iñaqui Carnicero, Ignacio Vila, Alejandro Viseda: Matadero de Madrid, Nave 16 1_4

Por Jaumep

     El Matadero de Madrid es una de estas iniciativas urbanas que dignifican una ciudad. El recinto original, construido por Luís Bellido con la asistencia del ingeniero José Eugenio Ribera, conocido por su uso virtuoso del hormigón armado, singularmente por el puente de María Cristina en Donosti, justo al lado del Kursaal, que, junto con el puente colgante sobre el Ebro en Amposta, también de su autoría, son obras arquitectónicas de calidad extraordinaria. El recinto, de varias hectáreas, está vallado, atrapado entre el Paseo de la Chopera y el Manzanares. Se organiza en varias naves (hasta 48 edificios en el proyecto original) especializadas por actividades y por tipo de ganado a guardar. Al caer en desuso a mediados de los noventa se fue reciclando como centro artístico, y, lentamente, se están recuperando las naves para este uso. Suelen salir a concurso de una en una o de dos en dos. Diversos arquitectos están interviniendo en ellas.    Iñaqui Carnicero, buen amigo, ganó, junto con Ignacio Vila y Alejandro Viseda, el proyecto para la rehabilitación de dos de ellas: las naves 15 y 16, destinadas originariamente a corrales de cerdos, alojados allí antes de ser matados. Esencialmente dos enormes cubiertos, con pavimento de tierra, luz cenital, estructura mínima. Fachadas dignas, urbanas, masivas, de estructura mixta en piedra y ladrillo. De las dos naves, Carnicero rehabilitó sólo la 16.    Actualmente esta nave está vacía en sus dos terceras partes. Su testero este está ocupado por el Ranchito, una serie de espacios de trabajo, bautizados por sus usuarios como de “investigaciones colectivas”, autoconstruido con materiales efímeros.    El Ranchito es, simultáneamente, una iniciativa loable (que, por supuesto, vale la pena investigar) y un toque de atención serio a la gestión del Matadero. Sencillamente no tiene cabida en esta nave. Su modo de ser trabajado va completamente contra las instrucciones de uso que un proyecto como el que Iñaqui Carnicero propone en esta nave: las particiones fijas están ancladas a los porticones móviles y, por tanto, el uso flexible del espacio se pierde completamente a favor de una planta compartimentada en peine colgando de un pasillo, que impide la visión (y el uso) en verdadera magnitud del espacio. Un proyecto, cabe recordar, resultado de un concurso ganador. Un proyecto auditado, que responde al programa originariamente planeado.    Se puede observar lo que en estos momentos es el Ranchito gracias a las fotografías de Miguel de Guzmán que aparecen en este enlace.    El estado actual de la nave es lo que ha motivado que este artículo, excepcionalmente, no tenga fotos mías. No responderían a lo que se ha querido que sea este edificio y, por tanto, he usado las que me proporcionó Iñaqui Carnicero, mas las que anteriormente aparecen en el enlace a la web de Miguel de Guzmán, que hablan de lo que es el Ranchito. Es un buen ejercicio revisitarlas una vez se está enterado de las intenciones del arquitecto para ver que las dos iniciativas no están adecuadamente conciliadas. Ambas tienen sentido, ambas caben en el Matadero, pero juntas se anulan.