Inauguraciones de cartón piedra

Publicado el 31 marzo 2011 por Felipe @azulmanchego
EL ATREZO, la utilería, el adorno, la parafernalia, la sobreactuación, cuando no la impostura, son consustanciales a la actividad política. Todos estos aditamentos alcanzan el paroxismo tan pronto como se enciende la luz roja de una convocatoria electoral. La actividad suele ser tan frenética que, en ocasiones, raya el esperpento. Desde el martes 29 de marzo, mal que le pese a algunos políticos, están expresamente prohibidas, no solamente las inauguraciones, sino también las visitas a obras o la tan socorrida colocación de primeras piedras.
La fiebre inauguradora no nos ha dejado por aquí la apertura de ninguna estación de tren fantasma, ni siquiera un aeropuerto sin aviones ni permiso de navegación o la sarcástica inauguración de una triste maqueta. Por estos lares sí hemos tenido, en cambio, reformas hospitalarias a medio acabar, pongamos que hablo de Esperanza Aguirre, o visitas varias al reformado entorno del Manzanares en apenas 15 días a cargo del alcalde Gallardón.
Nada que ver, en cualquier caso con el frenesí de hace cuatro años. La crisis les ha hurtado a nuestros políticos la posibilidad de que se prodiguen con este tipo actos, tan de su agrado, pero que puestas las cosas en su justo término tienen más efecto mediático que consistencia. Están en su derecho de inaugurar, una y no varias veces y por entregas, las obras que hacen con el dinero de los contribuyentes. Siempre, claro, que lo hagan con mesura, proporcionalidad y comedimiento. Cualquier atajo, exceso, engaño o artimaña debería ser penalizado en las urnas que es, precisamente, donde más duele.