Y quien en peor situación parece encontrarse es el Partido Socialista, al que se le sigue pronosticando una ligera pérdida de votos y de escaños hasta convertirlo en tercera fuerza política. En tal tesitura, se vería abocado a ejercer de partido bisagra que facilite, con su apoyo o abstención, o bien un gobierno del Partido Popular, al que siempre le ha negado toda viabilidad, o bien un Gobierno de Podemos, que siempre ha pretendido sustituir y erradicar a los socialistas como referentes de la izquierda española. Salvo sorpresas, el PSOE se juega en estas elecciones su razón de ser como partido que, hasta ahora, ha tenido un papel protagonista en la democratización y modernización de la sociedad española. Dejar de ser un puntal significativo en el panorama político nacional para convertirse en una fuerza residual en un parlamento multipartidista, provocará grandes confrontaciones internas entre los partidarios de las diversas estrategias que se enfrentan en su seno para intentar encabezar liderazgos que recuperen aquella confianza ciudadana que les confería preponderancia política. Es decir, los socialistas están abocados al todo o nada en estas elecciones en las que no sólo está en entredicho el futuro del partido sino también el futuro del país.
Una disyuntiva endiablada para los socialistas que, en la recta final para las elecciones del 26 de junio, tienen que contrarrestar los ataques que desde la derecha y la izquierda le propinan sus adversarios entre falaces invitaciones a sumar mayorías en cada bando. Si nada lo remedia, el PSOE centenario deberá hacer su travesía del desierto y volver a reencontrase con sus simpatizantes desde la oposición, la irrelevancia política y desde la humildad de unos líderes sin ataduras con los lastres que han hundido a este partido y lo han desviado de su compromiso con los ciudadanos. Si ello fuera así, estas horas de incertidumbre habrán sido beneficiosas para un socialismo renovado que aspire a transformar la sociedad y dotarla de igualdad de oportunidades para todos, sin discriminación y sin privilegios. Una tarea ingente para el futuro que comienza el próximo domingo.