En diversas entrevistas concedidas al maestro Clint Eastwood donde le preguntaban cuales habían sido las películas que más le habían influenciado en su carrera, siempre comentaba que uno de los western que más le gustaba era esta película. Y en sus trabajos como director se ve la influencia de esta película, sobre todo en las películas: “Medianoche en el jardín del bien y del mal”, “Ejecución inminente” y sobre todo en su obra maestra “Mystic River”.
Muchos de los detractores del género western, consideran este género menor porque creen que son películas mono-temáticas, sin ningún mensaje, lo ven como cine de evasión pero que no te hacen pensar. Y mi respuesta es que no han visto “Incidente en Ox-Bow”. Una obra maestra del cine, es un ejemplo de cómo una película con un presupuesto de serie B y un género cinematográfico usualmente menospreciado por los críticos, puede acabar siendo una verdadera joya cinematográfica de un calado intelectual y sociológico muy grande.
El director de esta cinta es uno de los más grandes directores de la historia del cine, pero que ni la crítica, ni los espectadores pusieron en el lugar que realmente se merecería. No solo fue partícipe de esta obra maestra sino también de los grandes westerns como: “Caravana de mujeres”, “Más allá del Missouri”, “Cielo amarillo” y “Las aventuras de Buffalo Bill”, estamos hablando de William A. Wellman.
Estamos ante un western muy especial, un western con mensaje, con moraleja y del que después de muchos días de haberlo visto sigues pensando en él.
Es una película que se posiciona en contra de la pena de muerte, del linchamiento, de tomarse la justicia por su mano, de que nadie en este mundo puede ser juez, jurado y ejecutor. Todo el mundo es inocente hasta que se demuestre lo contrario, tienes derecho al beneficio de la duda y no nos debemos dejar llevar nunca por las apariencias. Ocurre todos los días en la televisión en todos los informativos, juzgamos y linchamos a las personas sin conocer todas las pruebas, nos dejamos llevar por la multitud y la mayoría. Y se oyen opiniones que la justicia es muy lenta y que no hay justicia con los criminales, o la que la única ley que nos debía regir es la ley del talión. La película de Wellman realiza una profunda reflexión sobre todos estos temas. Y todo esto en apenas 70 minutos de metraje, no es necesario más tiempo gracias a la dirección magistral de Wellman.
Esta fantástica película nos narra la historia de un linchamiento. El asesinato de un ranchero rompe la aparente tranquilidad de un pequeño pueblo del oeste, ausente el sheriff, los hombres del pueblo deciden formar una partida para encontrar a los asesinos y aplicar la justicia que la ley tarda tanto en aplicar.
En 1998, “The Ox-Bow Incident” fue seleccionada para ser preservada en el “National Film Registry” selección de películas que realiza la Junta Nacional de Conservación de Cine por ser "cultural, histórica o estéticamente significativa".
Un reparto memorable: Henry Fonda, Dana Andrews, Mary Beth Hughes, Anthony Quinn, Harry Morgan y Jane Darwell. Fue nominada para el Óscar a la mejor película y fue la única película nominada a mejor film, que no fue nominada en otras categorías.
Henry Fonda nos regala una de las mejores actuaciones de su carrera, siempre la ha considerado como una de sus películas favoritas. Se alistó en la marina justo después de finalizar el rodaje de esta película.
Unas grandes líneas de guión firmadas por Lamar Trotti basado en la novela de Walter Van Tilburg Clark.
“El linchamiento es el negocio de cualquier hombre que hay alrededor”.
Los protagonistas son dos forasteros (interpretados por Henry Fonda y Harry Morgan) que llegan a un pueblo perdido en busca de la novia de Fonda, una mujer de dudosa reputación. Después se conoce la noticia de que un granjero ha sido asesinado por unos ladrones de ganado. La gente del pueblo, furiosa, se propone darles caza y matarles. Acaban encontrando a sus sospechosos, pero ellos aseguran que son inocentes de ese crimen, pero todas las sospechas apuntan a que son culpables.
Una fotografía en blanco y negro excepcional, que acentúa ese tono oscuro y lúgubre. Película de sombras más típicas del cine negro que del western.
Esta película tiene muchas escenas para el recuerdo, la escena cuando para la diligencia delante de la turba y se baja la amada de Henry Fonda casada con otro hombre, la secuencia apenas dura unos minutos y durante el transcurso de la misma no se cruzan ni una palabra, pero las miradas entre ambos lo dice todo. La importancia actoral de Henry Fonda con una de las miradas más poderosas del Hollywood clásico.
Uno de los aspectos que más me gusta de la película es la razones que llevan a cada una de las personas a cometer ese linchamiento, está el hombre que lo hace por diversión (le vemos durante varias veces gestos y muecas a los acusados metiéndose con ellos), el que lo hace por odio e ira hacia una sociedad que detesta, el que lo hace por venganza (la persona que ha muerto era buen amigo de él), el que lo hace por racismo (Anthony Quinn es mexicano), uno de las razones más habituales para los linchamientos sexo, clase social o color de piel o por último el jefe de la turba el Mayor que tiene su particular visión sobre la justicia. Wellman nos deja la reflexión de lo mísero, débil y cobarde que puede llegar a ser el ser humano.
Otra escena memorable es cuando se traza una línea, la cual deben de atravesar si quieren que los acusados tengan un juicio justo, la mayoría decide, pero solamente siete personas cruzan esa línea (la delgada línea de la justicia). La tensión de la película crece en interés, donde el espectador espera hasta el último momento que llegué alguien que salve a los acusados de la horca. Y la espeluznante y terrorífica muerte de ellos, donde vemos una sombra de los cuerpos colgando. Una escena que no se olvida fácilmente.
La llegada del sheriff donde cuenta que han sentenciado a 3 hombres inocentes, y nos deja una sentencia para el recuerdo: “La ira lleva al acto infame. El acto infame lleva hasta el remordimiento. El peso de la culpa es infinito y no prescribe. Que Dios se apiade de vosotros. Yo no tendré piedad”.
Y la última secuencia de la película te deja helado e impresionado, la imagen de las caras de los linchadores de abatimiento, de arrepentimiento, de vergüenza y de desolación por haber colgado a tres hombres inocentes, no es necesario decir nada más, las caras lo dicen todo.
La imagen de Henry Fonda leyendo la carta de uno de los inocentes colgados a su mujer que sirve como epílogo genial a la película.
Mi querida esposa,
El señor Davis te contará lo que ha pasado aquí esta noche. Es un hombre bueno y ha hecho todo lo posible por mí. Supongo que hay otros hombres buenos aquí, pero no se dan cuenta lo que están haciendo. Por ellos es por los que siento lástima, porque dentro de poco habrá terminado para mí, sin embargo, ellos tendrán que recordarlo el resto de sus vidas. Un hombre no puede tomarse la justicia por su propia mano y colgar a gente sin perjudicar a todos los demás, porque entonces no viola una sola ley, sino todas. La ley no solo unas palabras escritas en un libro, o los jueces, abogados y aguaciles contratados para aplicarla. Es todo lo que la gente ha aprendido sobre la justicia, y lo que está bien y lo que está mal. Es la mismísima conciencia de la humanidad. No puede existir la civilización a menos que la gente tenga una conciencia. Porque si las personas tocan a Dios ¿Cómo la hacen sino es a través de su conciencia? ¿Y qué es la conciencia de alguien sino más que un pedacito de la conciencia de todos los hombres que han vivido? Supongo que eso es todo, salvo que beses a los niños de mi parte y que Dios los bendiga.
Tu esposo. Donald.
La película es dura, sencilla, seca, te golpea donde duele, te invita a la reflexión, remueve conciencias, y deja ese sabor que solamente te dejan las obras cumbre de la historia del cine.
Trailer de "The Ox-Bow Incident"