Independencia catalana. La cuestión de los argumentos

Publicado el 03 octubre 2012 por Manuhermon @manuhermon
El problema planteado con el encaje catalán/español que representaba elEstatut, lo es por las dificultades para encontrar satisfacción con amplios consensos en los distintos núcleos de población que eviten atropellar a alguno de ellos. Desde luego la solución no consiste en esconder la cabeza bajo el ala y negarlo, -hoy no me viene bien, no es buen momento, tenemos otros problemas más graves…- es evidente que hay cientos de miles de personas que quieren tratarlo ahora comandado por un potente sector de la burguesía catalana que empuja ahora. Sí, en los momentos de crisis, cuando el otro está debilitado, como siempre.
En noviembre de 2010 escribí lo siguiente:
''La alegría del PP por su papel, resulta un poco, ¿como decirlo?, casposa, suben los independentistas, pero ha sido el triunfo del cambio, comienza el cambio dicen, pero ¿en qué dirección? ¿Hacia el cupo navarro y euskaldún? Y aquí en España ¿quien quedará para contribuir fiscalmente de forma solidaria al conjunto?, o ¿empezamos todos a hacer también balanzas comerciales y poner pegas a las relaciones comerciales intra CCAA? Viva el proteccionismo autonómico, mejor aún, el proteccionismo tribal. ‘Viva Cartagena libre e independiente’, decían en la Transición y tantos y tantos izquierdistas con banderas nacionalistas en todas partes, creían que aquello era progresista.
La siembra de la semilla de la independencia ya está hecha, como en otros campos dejamos que se siembre y hasta la cosecha nadie dice nada. Me parece que durante muchos años en este país, España, muchos han pensado, han creído, han soñado, con que el independentismo era una opción progresista porque estaba en contra del Estado y por tanto los partidos de izquierda han dejado la crítica en manos de la derechona.''

Existen grupos de población e intereses diferentes a considerar, por ejemplo: allí, los que verían favorable la independencia y los que no, pero sin olvidar que habrá otros grupos interrelacionados que tomarán otras posturas distintas, mezcladas, transversales. En el resto de España, -algunos apoyan los tanques- hay los que están en contra de cualquier opción y solo querrían quedarse quietos, y los partidarios de que se independicen, o los que defienden la opción federal que es la más cercana a la Constitución y que mucha gente pensaba que estaba contenida en ella. De lo contrario, ¿qué pintaba el Senado, si no era una cámara territorial? En cualquier caso, toda opción debería contemplar a los otros catalanes en el mismo plano de igualdad ética, legal, política…, allí hay cientos de miles soberanistas, pero también hay cientos de miles que quisieran mantener un estatus de españolidad y catalanidad compatibles.
Para resolver el problema de la cuestión nacional, muchos, incluidos padres constitucionales, pensaron en la opción federal, -habrá que ver si no llegamos tarde a ella- tiene defensores que se apoyan en las experiencias favorables del funcionamiento de estados federales como el alemán, norteamericano, australiano, canadiense, belga… situaría en igualdad a los territorios para discutir entre ellos sus problemas, sin el desgaste actual de discusión de cada uno con el Estado central, más propio de discusiones confederales, inter estados.

Entre la variedad de los que apoyan diálogo y democracia, los hay cerca de aceptar el derecho a la autodeterminación, o la capacidad de decidir del pueblo catalán y no condicionarlo al conjunto del pueblo español, a pesar de que ello sea lo que recojan las leyes. Hacer un referéndum entre 46 millones de españoles, como recoge la Constitución al situar al sujeto político en el pueblo español, es un poco inservible para resolver la situación porque su resultado no minora un gramo el problema planteado en la población catalana. Pero que no sea útil para avanzar en la búsqueda de soluciones no valida el argumento contrario, o su injusticia. Como argumentan muchos, Sevilla no es de los actuales sevillanos, ni la Costa Brava de los actuales lugareños que vivan allí, el mero hecho de nacer en un lugar no debería aceptarse como un derecho de propiedad sobre los territorios y sus riquezas históricas, catedrales, museos, etc. En todos los casos será necesaria una gran labor de comunicación y debates que ya han comenzado en los que habrá que intentar que no le encierren a uno en la pelea dicotómica, típicamente española/catalana. Hay argumentos exagerados por ambas partes, sin duda, que será imposible evitar por los distintos niveles a los que se plantean las discusiones, ya que no podemos olvidar que estamos fundamentalmente ante una batalla política que involucra a millones de personas que interiorizan sus emociones y su identidad, lo cual definirá sus acciones. El debate en la calle, en su inmensa mayoría no se apoya en argumentos académicos, por otra parte muchos de ellos tramposos, sesgados, escamoteados,… y sí en tópicos, sentimientos, ideas torcidas, intereses, sueños, comentarios vecinales, experiencias personales no generalizables…Los intelectuales orgánicos catalanistas ridiculizan argumentos de los no independentistas, dando por supuesto la utilización de razonamientos ‘pasados de rosca’ con la intención de sembrar miedo, y salen a la palestra con pretensiones académicas que descalificarían los anteriores. Olvidando que en muchas ocasiones son respuestas a los utilizados por cientos de miles de soberanistas, y por sus órganos de expresión oficialistas que inundan el mercado con ideas tales como: lo fácilmente que se puede conseguir la secesión, Cataluña estaría en la eurozona desde el primer momento, los españoles son perversos y aprovechados, el expolio ejecutado por España hacia Cataluña se cifra en 300.000 millones, los catalanes pagan más impuestos que los españoles, el déficit catalán es consecuencia de la deuda de España hacia Cataluña según las balanzas fiscales, no habría deuda catalana en el nuevo estado, la independencia resolvería todos los problemas catalanes…
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