Independencia política.

Publicado el 15 julio 2013 por Jmartoranoster

LUIS BRITTO GARCÍA.

Estados libres, soberanos e independientes. Esta ruptura viene por una parte del gobierno español, cuyo Rey ha abdicado ante el invasor francés, pero por la otra, y más importante, se sustenta en la soberanía del pueblo Y emancipación social. Para jus-tificar el fin de un orden y el comienzo de otro, los asambleístas que declaran la Independencia Absoluta de Venezuela el 5 de julio de 1811 recurren a argumentos de la modernidad, propios de Hobbes y Rousseau: la autoridad deriva de un pacto, que puede ser roto por incumplimiento de las partes. Y así, proclaman en el Acta de Independencia que “en uso de los imprescriptibles derechos que tienen los pueblos para destruir todo pacto, convenio o asociación que no llenan los fines para que fueron instituidos los gobiernos, creemos que no podemos ni debemos conservar los lazos que nos ligaban al gobierno de España, y que, como todos los pueblos del mundo, estamos libres y autorizados para no depender de otra autoridad que la nuestra, y tomar entre las potencias de la tierra, el puesto igual que el Ser Supremo y la naturaleza nos asignan y a que nos llama la sucesión de los acontecimientos humanos y nuestro propio bien y utilidad”.

Estados libres, soberanos e independientes. Esta ruptura viene por una parte del gobierno español, cuyo Rey ha abdicado ante el invasor francés, pero por la otra, y más importante, se sustenta en la soberanía del pueblo. Por lo cual proclaman los delegados: ”Nosotros, pues, a nombre y con la voluntad y la autoridad que tenemos del virtuoso pueblo de Venezuela, declaramos solemnemente al mundo que sus Provincias Unidas son, y deben ser desde hoy, de hecho y de derecho, Estados libres, soberanos e independientes y que están absueltos de toda sumisión y dependencia de la Corona de España o de los que se dicen o dijeren sus apoderados o representantes, y que como tal Estado libre e independiente tiene un pleno poder para darse la forma de gobierno que sea conforme a la voluntad general de sus pueblos, declarar la guerra, hacer la paz, formar alianzas, arreglar tratados de comercio, límites y navegación, hacer y ejecutar todos los demás actos que hacen y ejecutan las naciones libres e independientes”.

Tremoleó la bandera de la Libertad e Independencia. El borrador que expresa estas razones es leído, aprobado y suscrito el día siguiente a las tres de la tarde. Los asambleístas recorren gozosos plazas y calles de la ciudad, incitan al arzobispo Narciso Coll y Pratt a manifestar el debido júbilo por la ocasión, y según testimonia fray Juan Antonio Navarrete, el generalísimo Francisco de Miranda “…tremoleó la bandera de la Libertad e Independencia como teniente general de las Tropas Caraqueñas…”. Grupos recorren las calles dando vivas a la Independencia, desgarrando y arrastrando enseñas realistas y retratos de Fernando VII.

Igualdad y libertad ilimitadas. El mismo día son arrestados varios pardos que se reunían bajo el comando de Fernando Galindo para discutir, según Juan Germán Roscio, “las materias de gobierno y de la igualdad y libertad ilimitadas”. En otros sitios la reacción es más contundente. En Los Teques se sublevan algunos pulperos canarios, más de una decena son ejecutados. En Valencia pardos y negros protagonizan saqueos. Numerosos esclavos se toman la libertad por sus propias manos, o por sus propios pies, a tal punto que el 26 de julio el Supremo Poder Ejecutivo organiza una milicia para capturarlos, en cumplimiento de un bando en el cual expresa: “La esclavitud honrada y laboriosa nada debe temer de estas medidas de economía y seguridad, con que el Gobierno procura el bien de los habitantes del país” . Alarmados por la inestabilidad social, los notables de Valencia se sublevan contra la Junta en diciembre. La libertad no conoce límites: desde el comienzo la Independencia política plantea la emancipación social.