River e Independiente se enfrentaban en Avellaneda en un clásico de necesitados. El Rojo precisaba tres puntos con urgencia para engrosar su muy comprometido promedio; los de Núñez, por su parte, que solo ganaron uno de los últimos seis, necesitaban una victoria para estar más tranquilos y no sufrir con el descenso en la segunda parte de la temporada.
La tarde empezaba mucho mejor para los locales: a los tres minutos del primer tiempo, luego de un desborde por izquierda, Osmar Ferreyra tiró el centro por abajo y, ante la pésima marca de la defensa millonaria, Hernán Fredes entró por el segundo palo y empujó la pelota para poner el 1-0. Encima, después del gol, lejos de cambiar el desarrollo del partido, Independiente empezó a encontrar más espacios y tuvo chances de ampliar, primero con una muy buena jugada que Fredes definió mal ante la salida del arquero, y luego con otra buena jugada de Ernesto Farías que tapó Vega. Sin embargo, a los 21 minutos y sin merecerlo, llegó el empate de River: Leonardo Ponzio lanzó al área un tiro libre desde el costado derecho y la defensa del Rojo, como para no ser menos que la del visitante, marcó horriblemente la pelota parada y Jonathan Bottinelli cabeceó sólo para poner el 1-1. El resto de la etapa inicial transcurrió en tranquilidad, aunque faltando poco más de cinco minutos para el entretiempo, el Tecla tuvo una nueva chance, luego de una gran jugada que Vega atajó a medias y cuando Bottinelli intentó rechazar, la pelota dio nuevamente en el arquero millonario, pero finalmente lograron sacar el peligro.
Fredes hizo uno y se perdió otro increíble.
Los segundos 45 transcurrían tranquilos y casi sin peligro hasta que, a los 13, llegó la primera emoción fuerte: en una jugada muy parecida a la del primer gol, con los mismos intérpretes, Independiente pudo pasar al frente, pero esta vez Fredes se lo perdió increíblemente debajo del arco. Y el Rojo iba a lamentar doblemente esa chance dilapidada: dos minutos después, luego de una jugada preparada a la salida de un tiro libre para River, Carlos Sánchez agarró el rebote, arqueó el cuerpo y sacó un derechazo bárbaro que se metió por abajo en el palo derecho de Hilario Navarro. Sin merecerlo, los dirigidos por Matías Almeyda se ponían en ventaja.
Vega volvió a fallar y le costó a River dos puntos.
Pero este River es especialista en autodestruirse: diez minutos después del gol del uruguayo, un grosero error del arquero Daniel Vega terminó con Leonel Galeano empujando la pelota al gol desde el piso, luego de un cabezazo de Roberto Battión, para poner un resultado más acorde a lo que había sido el desarrollo. De ahí en adelante, los equipos siguieron mostrando lo poco que vienen mostrando a lo largo del torneo. Sólo quedó tiempo para que Leandro González Pirez toque con la mano una pelota en el área (queda la duda si hay intención o si intenta sacar el brazo, aunque parece penal) y para que en la última, Vega le tape un remate cruzado al malevo Ferreyra, en lo que hubiera sido el 3-2 para los de Américo Gallego.
Almeyda, cada vez más cuestionado por los hinchas.
Independiente mejoró en el juego y, sin ser la gran cosa, mereció llevarse los tres puntos. Pero a esta altura, poco le importan a los hinchas los merecimientos, cuando ven que el promedio de su equipo es cada vez más bajo. River, por su parte, fue más de lo mismo. Volvió a jugar mal, Almeyda volvió a insistir con Vega, que ya ha demostrado no ser apto en el pasado, y jamás logra cambiar el rumbo de un partido con los cambios o con indicaciones. Manuel Lanzini, quizás el único que podía aportar algo de juego o alguna solución desde el banco, fue borrado por el técnico, curiosamente después de que el jugador declarara que el entrenador “no le dio confianza”. Un entrenador que, no solo no le da confianza a los chicos que promociona, sino que ya lleva 60 partido al mando del equipo y aún no le encuentra la vuelta. ¿Hasta cuando lo esperarán?