Jaipur, la ciudad rosada
Sí señor, rosada y bella como todas las ciudades del Rajasthan. Su casco viejo es digno de película. Se unen calles anchas, bulliciosas y caóticas, donde fluyen pequeños callejones atestados de gente, tenderetes de toda clase, vacas, monos, pajarracos y un sin fin de olores y sensaciones.
Es esta la parte trasera de un enorme complejo palaciego, que ha tenido a bien el actual Marajá de convertir en museo. El palacio, puede visitarse una parte y alberga diversas joyas y elementos de artesanía de gran valor.
Por desgracia las fotos no le hacen justicia. Es un hotel precioso, decorado con muchísimo gusto y con un trato exquisito. Daba ganas de quedarse allí un mes.Y este no es el único. La cadena Taj desde hace unos años para acá, está restaurando y reconvirtiendo antiguos palacios en hoteles de lujo. Nuestro fantástico guía local Vijay, nos mostró, sobretodo en el Rajasthan, que hay muchísimos palacios abandonados como este que veis en imagen.
Parece de cuento y sin embargo ahí está, un espejismo de lo que fue. Una pena la verdad.Tras una intensa noche con visita cena a otro Hotel Palacio de la ciudad, nos fuimos a descansar ya que al día siguiente nos esperaba un agitado día.
!!Que dura la vida del Turista¡¡
El fuerte AmberAntiguamente la sola mención de este bastión inexpugnable causaba temor entre sus enemigos. No he visto una fortaleza-palacio mejor defendida. De altos muros y escarpadas y zigzagueantes pendientes. Todo ello dentro de una especie de valle en forma de cuchillo que hacia una invasión algo prácticamente imposible.Y es que os he de confesar que hacer esta visita fue una de las más divertidas, amenas e increíbles que he estado nunca. Para una toma de contacto y saber lo que nos esperaba, la parada japonesa ya presagiaba algo
Acto seguido comienzaria el show:
Parece el Prince of Persia y es que casi puedo ver al protagonista corriendo de tejado en tejado huyendo de la guardia de palacio.Tras la visita tocaba bajar, pero no en elefante. Nuestro guía optó por jugarnos el todo en una alocada carrera de Yeeps entre las murallas y el pueblo que ahí a sus pies. Como no podía ser de otra manera la adrenalina te sube a 1000 mientras el suicida conductor esquiva personas, coches y vacas
Callejear por esta ciudad es un acto de valentía y paciencia. Miles de vendedores te acosan, por no decir si intentas cruzar una calle te juegas el tipo. El único remanso de paz lo tuvimos al llegar a los puestos de flores, donde los devotos compraban para las ofrendas a sus diosesAl anochecer nos pusimos como pudimos nuestras mejores galas, y en estilo Hindi llegamos al pequeño pero encantador palacio de Samode. Una pequeña Joya escondida entre montañas.El palacio del pueblo de Samode, es un pequeño dulce que ha llegado hasta nuestros días casi intactos. Con pequeños patios interiores con sus coquetas ventanas y esas magníficas estancias todas policromadas o adornadas con miles de espejos.
Aunque el hotel es un poco decadente, la visita valió la pena y el servicio fue magnifico
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