India del Norte. Khajuraho

Por Dover157
El día empezó con resaca del viejo Monje, agujetas de bailar y un sin fin de comentarios y risas sobre la noche anterior. De la divertida boda no quedaba ni rastro. Nos subimos al autobús
A pocos kilómetros de nuestra querida Orchha, se encontraba el pequeño pueblo de Khajuraho, con su indescriptible patrimonio. Llegamos para la hora de comer y tras un pequeña siesta (que acogimos todos con devoción).
A media tarde nos desplazamos a una aldea cercana, con un enorme dios Vishnu esculpido dominando la zona.

El exterior en la pequeña capilla de la aldea estaba ricamente ornamentado. Una toma de contacto para sus hermanos mayores que disfrutaría al día siguiente. Al salir de la capilla, la aldea entera salió a recibirnos.
Muchísimos niños como locos reían y gritaban sin parar. Sabíamos las necesidades que estaban pasando y por ello recogimos bolígrafos, caramelos y champú de los hoteles para así dárselos

Sus casas eran de barro y adobe con los tejados de paja. Por supuesto no había electricidad y el agua tenían que sacarla de un pozo cercano. Una vida rustica y pobre, muy pobre.
Aunque estas personas carezcan de las necesidades mas básicas del mundo occidental, ellos son felices, viviendo en total libertad. Comen lo que la naturaleza les da, sin horario ni restricciones. Aquí el estrés no se conoce.


Tras una pequeña vuelta por la aldea, y habiéndonos mostrado las chozas más notables como la casa del alcalde o la del alfarero, volvimos a Kajuraho, para presenciar el culto del atardecer al falo erecto del dios Shiva.
Han leído bien. No me he equivocado. Los hinduistas seguidores de Shiva rezan al pene del dios y la vagina de la diosa. La India una vez más vuelve a sorprendernos.
La cosa prometía. Tras unas horas de libertad por la única calle del pueblo y visitar sus numerosos puestos de souvenirs, El sacerdote llamó a la oración con un sonido repetitivo y estridente.
Corrimos hacia el santuario, una enorme estructura piramidal en roca del siglo XII. La bandera de oración estaba izada, lo cual significaba que dicho templo tenia culto. A los pies del templo nos descalzamos y accedimos a su interior.

El pequeño templo de estructura piramidal Sikara estaba abarrotado de fieles y del numeroso grupo de españoles que con cierto atropello entramos, mancillando algunas de las imágenes. Cualquier película de aventuras se queda corta al lado del ritual que tuvimos el privilegio de observar. Aquello no era una turistada, era real.

Los fieles accedían al Sacta Sanctórum (lugar más sagrado del templo) para abrazar una piedra enorme con forma fálica. El tridente del dios presidia un lateral mientras que al otro lado el sacerdote cantaba una y otra vez los mantras, que durante siglos se han escuchado entre estas paredes. Al terminar los fieles se arrodillaban ante el sacerdote mostrándole su respeto y dándole una pequeña limosna. Todo hicimos lo mismo. No fuera ser que nos echaran mal de ojo.
El arte de amor
A la mañana siguiente, despertamos bien temprano, ya que nos quedaba un largo día y muchas cosas por descubrir. A poco más de las 9 de la mañana ya entrabamos al recinto arqueológico de Khajurajo, patrimonio de la Humanidad. Este enorme e impresionante recinto se compone de distintas edificaciones y restos.

Me parece verdaderamente un milagro su actual estado, teniendo en cuenta lo que muestran sus muros. Cuando este pueblo desapareció, la vegetación se apodero del lugar, ocultándolo al mundo y a los posteriores invasores.

Los responsables de todo esto fueron los Chandela. Que durante los siglos X y XI perfeccionaron el arte de la escultura, la anatomía y el erotismo. Como os dije antes, los hinduistas seguidores de Shiva adoran su falo erecto (el pene) y la vagina de la diosa. ¿Porque?. Porque el acto sexual se consideraba el mayor impulso del universo ya que su concepto es de creación. Un regalo de Shiva para satisfacer nuestros impulsos y traer vida a este mundo. Por ello los Chandela, llevaron el arte del sexo y el erotismo hasta el punto de considerarlo una religión.
De hecho el famoso sexo Tántrico, nació en estas tierras, otro método para alcanzar el clímax. Por supuesto un regalo del dios.

El conjunto de Kajuraho lo compone más de 85 edificaciones que se han podido recuperar en parte. Las más espectaculares son las de las fotografías
Si observáis bien, toda la estructura esta tallada al milímetro, pero lo más alucinante es que no lleva argamasa ninguna. Los templos están hechos como un puzle gigantesco donde cada pieza encaja a la perfección.

Como podéis observar, la temática es siempre el sexo, la belleza y el erotismo. En esta imagen podemos ver los distintos pasajes, recogidos en el famoso texto Indio, el KAMA SUTRA.
Dicho libro se escribió aproximadamente en el siglo II d.c. como un manual sexual para el cortejo y el mismo acto sexual. En los muros de los templos pudimos ver todo tipo de posturas como el famoso 69.

Orgías y posturas imposibles como bien puede observarse en la imagen.

Relaciones homosexuales, tríos, o incluso zoofilia. En esta imagen de más abajo podéis ver como un hombre hace el amor con un ELEFANTE, mientras una pareja observa la escena ellos mismos también practican.

INCREÍBLE. Ya sabíamos que nuestros antepasados romanos se lo montaban bastante bien pero es que esto roza el delirio. Se sabe de los textos de la época que se ofrecía vírgenes a los sacerdotes del templo, los cuales organizaban enormes orgías.
Tenéis que entender que la india no recibió ningún tipo de influencia extranjera hasta bien entrado el siglo XII, ni moral ni religiosa. Cuando la mayoría de las religiones politeistas sucumbían ante el avance del Cristianismo y el Islam, el Hinduismo se mantuvo inalterado durante más de 4000 años. Es por ello que hoy en día tiene tantísimos seguidores.
De entre todas las figuras que vi, me quedo con esta que esta justamente en la esquina.

Bellísima esta escultura. El cuerpo se contorsiona hasta casi partirse en dos. Fijaos en los grandes que son sus pechos, pero lo bien conseguido que esta el movimiento. También la expresión, las cadenas, collares y brazaletes. Pero sobretodo en el pequeño sari transparente que lleva a la cintura, que casi parece que podemos tocarlo
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