Pasó bastante tiempo desde que comencé a tener muchas ganas de viajar a India hasta que la experiencia se materializó. Sabía que no era un viaje más. Era un viaje que me daba respeto, pero que cuanto más respeto me daba, más me apetecía. Un día tomé la decisión y ya no había vuelta atrás, aunque el respeto no desapareció hasta unos días después de comenzar a tratar con el país y gracias también al tipo de viaje que realicé (con una misma empresa que gestionó nuestro transporte en el país durante toda la estancia). Y en efecto no fue un viaje más.
Me adentré en la cultura más especial y diferente de las que haya visitado hasta el momento, haciéndome disfrutar de cada rato que me acercaba un poco más a su forma de ser y a un patrimonio espectacular. Fue un viaje en el que me sentí muy lejos, muy extraña, pero logré sentirme a muy gusto, siendo muy reconfortante. Es difícil de explicar, pero India es un país muy natural que si se porta bien, se hace querer. Intentaré explicar poco a poco el por qué de esta fascinación por el destino y lo especial del viaje.
India desde el minuto uno
El primer momento que ves cómo se vive en India impacta. Todo lo que te han contado -la forma de verlo siempre desde la más profunda subjetividad, recuerda- es cierto. El país no ama precisamente la higiene, la basura está por todos los lados, en determinadas épocas hace muuuucho calor (entre ellas, el mes en el que yo fui, septiembre), no hay aceras, el tráfico -compuesto por personas, motos, motocarros, vacas, cabras, perros y coches- es caótico y ruidoso y hay bastante contaminación en todas las ciudades relativamente grandes –casi todas ellas-.
India es así y no es posible aislarte de esta realidad si quieres conocer aunque sea un poco el país. Más te vale que te divierta la locura o que asumas que allí no limpian de la misma forma que lo hacemos en Europa, pues si no, puede que no acabes de sentirte del todo a gusto. Y sería una pena. Esa es una de las razones por las que India es más que un viaje. India te pondrá a prueba. India te hará salir de ti y de todo lo que has aprendido y asumido como normal para hacerte consciente de que no siempre es así.
Creo que si eres capaz de no juzgar, entenderás por qué esa fascinación de medio mundo por el país. Como viajero, no habrá marcha atrás. Estarás definitivamente unido al amor por lo desconocido y las diferentes formas de vivir que hay en el mundo. Seguramente ya lo estabas o no; soy de las que piensa que un viaje no te cambia. Pero serás más consciente que nunca. Al menos, yo lo fui. De hecho, decidí que me voy a hacer un ‘tatuaje viajero’ para recordar esos pensamientos que aunque no siempre broten, están ahí. Así que los haré brotar.
El ‘respeto’ por el país que fue desapareciendo
India es un país difícil; creo que quién se plantea visitarlo es consciente de ello. No solo por lo comentado anteriormente o porque se verá más pobreza que en nuestro país, por mencionar otra de las cosas que pueden resultar complicadas, sino porque la picaresca india es infinita. Muchos viajeros se enfrentan a múltiples timos de gente relacionada con el turismo, sobre todo el transporte, que quieren sacar tajada, por lo que la mayor parte de las veces te dicen que tu hotel está cerrado, que no tienes hueco en el tren o que no te pueden llevar al mismo lugar que les has pedido porque no está permitido.
Hay soluciones para viajar por libre (Ola Cabs, el ‘Uber indio’, para tomar tuktuks; Maps.Me, aplicación de mapas offline para saber dónde vas y dónde te llevan; o Cleartrip, donde puedes comprar billetes de tren aunque necesitas teléfono indio son buenas opciones), pero quizás se caiga en alguna mala experiencia. Nuestra decisión fue hacer todo el camino finalmente con conductor y la verdad, todo salió genial.
Pero no todos los conductores son iguales -también hay muchos timos en este terreno- así que supongo que también tuve mucha suerte. Con ello, quiero sacar lo positivo y aseguraros que se puede tener un viaje tranquilo por el país sin dejar de acercarnos a su cultura y su esencia.
India está llena de estímulos de todos los tipos e incluso a veces nos perdemos su mejor parte porque vamos pensando en lo malo. Yo misma dejé de hablar con gente cuando se me acercaba porque estaba cansada de decir que no cuando intentaban venderme algo. Y luego, las veces en las que me relajaba, descubría la mayor parte de las veces a gente que sentía la misma fascinación por mí que yo por ellos.
La religión, muy presente
En pocos países he sentido tan de cerca la religión y la cultura del lugar. Puede ser porque en casi todos los templos de India la entrada es libre y además de acercarte a sus dioses como si fueras uno más, asistes a los rituales que hacen y te sientes parte por sus cantos y el colorido, que te envuelven. Puede también que influya que además de los templos de mayor envergadura, hay rincones de adoración a los diferentes dioses en muchas esquinas de las ciudades y se vive muy intensamente.
Otro hecho que me marcó fue visitar una ciudad sagrada como Varanasi, foco de peregrinaje pues consideran que si mueren allí, cierran el círculo de las reencarnaciones. En Varanasi todo es religión y casi todo es místico e impactante. También influyó que el conductor nos llevó a muchísimos templos y los recuerdo vívamente…
La naturalidad y curiosidad por bandera
Es difícil eludir el contacto visual con la mayor parte de los indios y no ser el centro de atención cuando eres el único viajero del lugar. Suceden a menudo estas situaciones en un país tan grande y con tanta gente. Los indios por norma general son naturales y curiosos, sin apenas disimular frente a quiénes no conocen. Puede parecerte que es divertido o sentirte invadido, pero si te da por la primera opción, el viaje puede ser muy enriquecedor. Ese fue mi caso.
Y en este apartado, hago una mención especial a los seres más naturales y curiosos que creo que existen: los niños. No soy especialmente niñera, pero los pequeños habitantes del país me robaron el corazón a base de miradas inocentes, caras risueñas y gestos dulces; infinitamente dulces.
Un patrimonio espectacular
No ha habido país en el que haya visto tal concentración de patrimonio histórico-cultural como en India. No esperaba tanto, la verdad. Es una verdadera locura. Palacios, cenotafios -monumentos funerarios para los reyes-, mausoleos, fortalezas, havelis -mansiones tradicionales en India-… un sinfín de lugares de una arquitectura imponente, llenos casi siempre de lujosos interiores y preciosos entornos. ¡Toda una sorpresa!
La comida india: otro mundo por descubrir
India confirmó que tengo alma vegetariana. Fui feliz eligiendo entre quesos, veduras, maíz o champiñones y disfrutando de las salsas más ricas que he probado en mi vida a base de especias que hasta entonces ni conocía. El Malai Kofta, el Kadai Paneer, el Shahi Paneer…todos estos platos me conquistaron. Y cuando el restaurante era turístico, la comida no picaba tanto como había leído antes de viajar al país. ¡Y qué sabor! Me encantó la comida, los postres, el chai (té indio)… en un viaje dentro del viaje conociendo el infinito mundo gastronómico del país.