Aunque se conserva bien para su edad, en esta película Indiana Jones es presentado como un hombre de setenta años en plena decadencia física y vital. Aunque en la anterior entrega de la saga se casó con el amor de su vida, aquí lo encontramos divorciado - y atormentado - quince años después, un hombre que ha elegido la soledad y la bebida para olvidar sus fantasmas. Además, su éxito como profesor también parece haber pasado a mejor vida y el protagonista da clase en Nueva York ante un auditorio de un puñado de jóvenes que no parecen demasiado interesados por lo que el doctor Jones tiene que decirles, quizá porque él ya es un hombre de otro tiempo: los nuevos héroes son aquellos que acaban de conquistar la Luna y a los que la ciudad entera agasaja con un enorme desfile. Pese a todo, y como no podía ser de otra manera, el pasado siempre vuelve para este personaje y lo llama de nuevo a la aventura. Los primeros minutos de la película nos llevan al año 1944 y nos muestran a un protagonista rejuvenecido hasta los cuarenta y cinco años gracias a las nuevas técnicas digitales. La escena no está mal - aunque su fotografía es algo oscura - y tira de nostalgia para ver a un Indy en su plenitud, en una trama que va a conectar con el actual año 1969. Cuando Roger interpretó su última película de James Bond, Panorama para matar, se obvió el hecho de que el actor tenía ya casi sesenta años y se presentó como un personaje en plenitud de facultades físicas. Aquí no se comete ese error y se presenta a un hombre recién jubilado que no tiene ganas de embarcarse en aventuras. Como contraste, aparece Helena, una ahijada que parece que puede tomar el relevo en las historias del arqueólogo. Aunque el dibujo del personaje está cuidado e intenta alejarse en carácter e intenciones a los del protagonista, se ve un poco lastrado por la continua necesidad, casi en cada diálogo, de decirle a los demás lo genial y lo lista que es. Al final Indiana Jones y el dial del destino es un homenaje a la trilogía clásica del personaje, una película entretenida en casi todo su metraje, aunque un poco más larga de lo necesario. Un producto de nuestros días que intenta adaptar a viejas glorias a los tiempos actuales (con todo lo que eso conlleva) que funciona bien como entretenimiento sin más pretensiones, aunque para muchos críticos y aficionados se de dedique a mancillar a una leyenda.
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