Indiferencia de Docentes Universitarios frente al bajo Rendimiento de Estudiantes en la Universidad de Oriente

Publicado el 17 abril 2018 por Carlosgu82

APATÍA DE DOCENTES UNIVERSITARIOS FRENTE AL BAJO RENDIMIENTO DE ESTUDIANTES

DE LA UNIVERSIDAD DE ORIENTE – VENEZUELA

                 Son muchas las deficiencias, en cuanto a conocimientos se refiere, que hoy en día enfrentan los bachilleres al ingresar a las instituciones de educación superior. Nos ha tocado, a quienes impartimos clases en los niveles de cursos básicos en la Universidad de Oriente, afrontar este mal, el cual es bastante difícil de erradicar, de hecho, puede notarse que egresan muchos profesionales sin llenar del todo esos vacíos, y lo más triste es que muchos de éstos también serán formadores de nuevas generaciones, de allí que no es extraña la falta de instrucción de dichos jóvenes.

  Entre las fallas que tienen estos estudiantes hallamos: el desconocimiento de la historia y geografía de nuestro país y del resto del mundo, insuficiencia en elementos básicos de las matemáticas y en consecuencia de todas aquellas áreas relacionadas con ellas; dificultades al manipular instrumentos sencillos de laboratorios u oficina y lo que considero más grave, fallas en la comprensión y escritura de textos en español, así como el rechazo a la lectura de los mismos, siendo ésta nuestra lengua oficial.

  Lo arriba expuesto es un tema que debe ser tomado en serio por quienes dirigen las etapas básicas de la educación venezolana, pues cada día pareciera empeorar la situación. Esto obedece a diversos factores los cuales no tocaré en este trabajo. Sin embargo, es importante acotar que eso genera frustración para el estudiante que ingresa con algunas aspiraciones y al final, si logra terminar, lo hace en especialidades que nunca pensó elegir, y para las cuales tal vez no tenga vocación. Tal es el caso de tantos educadores que sólo hicieron la carrera para obtener el título y no por vocación, por eso no saben transmitir los saberes.

  Ahora bien, esta situación se torna más grave aún si los docentes de la universidad mostramos indiferencia ante esta realidad y nos limitamos sólo a impartir lo que nos exige el programa, sin buscar alternativas que estimulen el aprendizaje. De allí, que el presente trabajo se fundamente en la problemática referida a las técnicas y estrategias empleadas por los docentes en las aulas de la Universidad de Oriente. Esto implica una reflexión sobre cuánto estamos haciendo por nuestros alumnos, si realmente nos gusta lo que hacemos y si elegimos el método adecuado para impartir las clases, etc. Para ello me centraré específicamente en el área de la cual soy docente, Comprensión y Expresión Lingüística I y II, asignaturas éstas que causan muchos problemas a los estudiantes de hoy.

   Tal como lo manifesté al principio, los alumnos ingresan casi iletrados a la universidad y tienen que afrontar diversos problemas, primeramente la adaptación y luego la irreverencia de algunos docentes que creen saberlo todo y sostienen que estos bachilleres ya deben dominar los temas y que ellos van a limitar a lo estrictamente relacionado con educación superior, así su esfuerzo es mínimo, pero exigen al máximo, por eso vemos con frecuencia alumnos aplazados con notas extremadamente bajas.  Muchos de estos profesores consideran que son poseedores de un conocimiento especial que van soltando a cuentagotas y los alumnos deben estar a la expectativa, pendientes de cada gesto por si en algún momento suelta algo que pueda ser la clave para aprobar un examen. Consideran que cuanto más difícil sea la asignatura y más alumnos salgan reprobados, será mejor la educación y por ende mejor docente.    Por otro lado, está el docente que sencillamente ofrece su clase, basándose sólo en el contenido que él domina, sin tener en cuenta qué información posee el alumno y le da igual si dicho contenido despierta o no su interés o si es de utilidad en su especialidad.

En este sentido, coincido con la compilación que nos presenta Araujo e Oliveira cuando cita a Ausubel, el cual expresa que “La posibilidad de que un contenido se torne con sentido depende de que sea incorporado al conjunto de conocimientos de un individuo de manera sustantiva, o sea relacionado al conocimiento previamente existente en la estructura mental del sujeto” (Araujo e Oliveira, 17: 1973). Pues, si bien es cierto que estamos en un nivel de educación superior, no es menos cierto que la gran mayoría de estos jóvenes universitarios provienen de barriadas en donde hay múltiples carencias, así que debemos situarnos en estos contextos. Sin embargo, este tipo de docente acomoda el programa según su conocimiento. Notamos entonces, en el caso particular de Comprensión y Expresión Lingüística, como estudiantes que cursan carreras como Química pura, física o matemáticas, ingeniería, entre otras, son obligados a leer un libro de Literatura Griega, Latina o en español antiguo, que hasta cierto punto suelen ser temas complejos para quienes no tienen hábitos de lectura, más aún, si el bachiller no posee un vocabulario amplio o no maneja la decodificación de textos.

Todo esto lo que genera es el rechazo del alumno hacia la materia, por eso, con frecuencia, les escuchamos preguntarse ¿para qué nos sirve esto en nuestra carrera? Muchos de ellos sostienen que odian esta asignatura, así como otras tantas, pues les siembran impotencias al no poder aprobar. De ahí que muchos deserten hacia otras instituciones, incluso privadas, cambien de especialidad o sencillamente renuncian a estudiar.    Otro problema que se presenta con algunos docentes, sobre todo en etapa de cursos básicos, es el de evaluar sin agotar un tema, a veces sin asistir a clases, alegando que ya todo eso lo trabajaron en Educación Media. Un gran error, puesto que, esta etapa dentro de la universidad se creó con el fin de nivelar o llenar esos vacíos que trae el estudiante, para luego ser introducido en los temas de carrera. Si no estamos en capacidad de cumplir con ello, nuestra presencia no se justifica en las aulas de cursos básicos.

Por todo lo anteriormente planteado, considero que debemos reflexionar respecto a como impartimos nuestras clases, escucharnos, evaluarnos, poseer empatía, recordar cómo nos sentíamos ante situaciones similares. Nada de esto es difícil sólo hace falta un poco de empeño por parte de los docentes.  En consecuencia, considero que al asumir un salón de clases debemos estar preparados y conscientes de para dónde vamos, por eso se hace necesario que nos familiaricemos con la clase en los primeros encuentros. En principio debemos realizar una fase de conocimiento mutuo alumno – profesor y lograr que los alumnos se relacionen entre sí. Debemos ser observadores, pues, a veces existen alumnos apáticos o tímidos que no saben como comunicarse, son esos quienes más requieren atención, ellos necesitan sentirse tomados en cuenta, hay que integrarlos.  Posteriormente, el docente debe hacer un sondeo para conocer cuanta información poseen los estudiantes, preguntarles, estimularles a participar, exponerles temas sencillos de vivencias cotidianas y pedirles opinión. A partir de allí conocerá algunos de los intereses de éstos. Obviamente, esto debe llevarse a cabo utilizando un lenguaje claro y sencillo. Para inducirlos a la lectura se hace necesaria la elección de textos de fácil comprensión, enmarcados dentro del contexto que ellos conocen, dentro de su realidad, artículos de prensa de actualidad. Es fundamental dejar que en algún momento el estudiante escoja su lectura. Igualmente, se hace con la escritura, al principio se deja que ellos elijan sus temas de escrituras, ya sean basados en vivencias propias, en historias contadas o cualquier otra. Luego se le irán sugiriendo los temas.

Otro detalle importante, es el porqué y para qué esta asignatura, por ello es necesario que el profesor esté claro en el enfoque que debe darle a la misma, según la utilidad en la especialidad de los alumnos; por ejemplo; un estudiante de ciencias económicas requiere de herramientas para la redacción e interpretación de escritos de su área. Lo que indica que en estos cursos hay promover la lectura y redacción de ensayos textos, formularios, cartas y otros documentos; sin obviar la ortografía. Mientras más se familiaricen con éstos mejor será su escritura. Lo que no quiere decir que el docente se encasille allí, por el contrario siempre es bueno tocar otros tópicos, y hacer lecturas de algunas obras literarias, pero hay que enamorar al estudiante con ellas.  Esto debería ser válido para todas las especialidades.

De igual forma, debemos reforzar su vocabulario, es decir, ayudarles a ampliarlo, corregir sin mofarnos y explicarles el significado de términos que desconozcan, responder a sus preguntas. Es por eso que el profesor, además de planificar sus estrategias, tiene que estar preparado para aclarar cualquier duda. Esto implica que debe ser investigador, actualizarse día a día a través de cursos, talleres, medios de comunicación; pues la ciencia y la tecnología marchan apresuradamente y de manera globalizada; mientras más información procesemos y trasmitamos, mayor será el aprendizaje.

Otro aspecto que es bien importante tener claro es qué vamos a evaluar, para ello tenemos que tener en cuenta cuánto hemos instruido a nuestros alumnos. No deberíamos evaluar temas que no hayamos expuesto en clases, basándonos en la excusa de que ya lo aprendieron en secundaria. Estos casos son muy frecuentes y los estudiantes se resienten de ello.

Esta reflexión la hago fundamentada en las quejas de muchos estudiantes que han manifestado que algunos de sus profesores les exigen mucho, mas no eran capaces de dar un poco, tal vez porque ellos mismos no dominen los temas. Es por eso que creo necesaria la evaluación no sólo del estudiante sino también del docente. La supervisión se hace necesaria, toda vez que muchos docentes se ausentan por mucho tiempo y luego ofrecen el contenido de manera apresurada y no son conscientes de ello, siempre consideran tener la razón y en las jefaturas de departamentos ni se dan por enterados de la situación.