Indignación… contra la política antisocial

Publicado el 22 octubre 2013 por Benjamín Recacha García @brecacha
Poema para un alma desasosegada 22/10/2013 · 2:52 PM Ir a los Comentarios

Indignación… contra la política antisocial

No voy a escribir sobre la famosa doctrina Parot, sobre la que de repente todo el mundo es experto. La decisión del Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha vuelto a poner de manifiesto la radicalización que se mantiene latente en la mente de buena parte de los españoles y que surge en todo su esplendor cuando se tocan cuestiones como el terrorismo. A quien intenta razonar de forma sosegada sobre la lógica de la decisión del tribunal de Estrasburgo automáticamente lo acusan de etarra, y si te muestras algo más rotundo te amenazan de muerte, así que me quedaré con el socorrido “respeto las decisiones judiciales”. Sólo un apunte (aun sabiendo que corro el riesgo de que me llamen demagogo): ojalá hubiera tanta indignación respecto al tratamiento que nuestra democracia dispensa a asesinos aún peores que los etarras, ¿o es que los familiares de los represaliados del franquismo merecen menos justicia? “Demagogo.” Sí, ya.

Comprendo a las víctimas de ETA, como comprendo a las víctimas del violador del Eixample, que también quedará libre en breve (que parece que este asunto sólo afecte a los presos terroristas), o a los familiares de las tristemente célebres niñas de Alcàsser, cuyo asesino previsiblemente también se beneficiará de la decisión judicial. Comparto su indignación y entenderé perfectamente que quieran demostrarla saliendo a la calle a exigir justicia.

Como decía, este es un asunto que toca las fibras sensibles y que alienta las reacciones más viscerales. De golpe todo es una porquería, renegamos de esta democracia injusta y echamos pestes de una Europa insensible. Nada que objetar, pero resulta curioso que nos cueste infinitamente más esfuerzo reaccionar y movilizarnos ante injusticias menos sangrientas pero mucho más dañinas para el conjunto de la sociedad. Y no, no hago demagogia. ¿Cuántas vidas destrozadas, cuántas muertes acumula a sus espaldas la política antisocial que lleva a cabo nuestro indignado gobierno? Insisto, no es demagogia. Que contesten las miles de familias desahuciadas de sus hogares; los muertos que lo están a causa de los recortes en sanidad y los que habrá que añadir; los dependientes olvidados por la administración; los cientos de personas que, presa de la desesperación, se han quitado la vida; los parados de larga duración que han perdido la esperanza y los jóvenes resignados a mendigar por un trabajo miserable…

No es demagogia. Es la pura realidad. ¿Es injusto que un asesino o un violador estén en la calle sin cumplir íntegra su condena? Sí, lo es. Pero que la indignación visceral no nos haga perder la atención sobre lo que es más importante, sobre lo que va a afectar, lo que está afectando a nuestras vidas y a las de nuestros hijos.

Con el ruido de la anulación de la doctrina Parot apenas hemos escuchado lo que proponía ayer la CEOE. Bueno, en realidad fue el Instituto de Estudios Económicos, pero para el caso es lo mismo: jubilación como mínimo a los 70, 40 años para cobrar la pensión íntegra y recorte de la prestación de desempleo, además de, por supuesto, reducir el impuesto de sociedades. Ello se une a la petición en días anteriores de la eliminación del salario mínimo y la posibilidad de despido libre durante el primer año de un contrato indefinido. Bah, chorraditas.

En fin, por lo que a mí respecta, no voy a dejar de denunciar el crimen continuado que el gobierno está cometiendo contra la ciudadanía, especialmente la menos favorecida, desmontando el Estado de bienestar para beneficiar a unos pocos afortunados empresarios. Y no voy a dejar de implicarme en las iniciativas y movilizaciones que defiendan lo que es justo, lo que nos pertenece como miembros de una democracia. Por ejemplo, la movilización unitaria en defensa de la educación que ha empezado hoy con la huelga de los estudiantes y que culminará el jueves con un (espero) gran paro en todos los niveles de la enseñanza. La educación pública es nuestro mayor patrimonio, que debemos proteger y mejorar, no mediante la “optimización de recursos” ni reformas ideológicas, sino apostando firmemente por ella; creyendo sin duda alguna que es la mejor inversión que podemos hacer para mejorar el presente y, sobre todo, nuestro futuro como sociedad.

(Para no querer escribir sobre el tema del día, al final le he dado bastante bola. Sobre la huelga educativa recomiendo este artículo del profesor universitario Víctor Alonso y, por supuesto, el vídeo que adjunto a continuación).

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