Indignados

Publicado el 17 julio 2013 por Icreadas @icreadas

“Verdaderamente, vivo en tiempos sombríos” decía el gran dramaturgo alemán Bertolt Brecht en el poema “A los hombres futuros” y actualmente esa sensación parece más evidente que nunca, o al menos que hace mucho tiempo. Quizás el mal ya estaba ahí, pero no lo queríamos (o podíamos) saber. Se vive mejor en la ignorancia. En estos últimos cincuenta años ha habido multitud de crisis, humanitarias y económicas, tantas que podrían mezclarse con penosa facilidad entre guerras civiles (hasta en Europa), genocidios varios, hambrunas, persecuciones y un sinfín de desprecios a los derechos humanos a lo largo y ancho de este mundo. Tal vez, ahora tenemos la capacidad de enterarnos más de lo que pasa. Internet y las redes sociales nos acercan a todo, especialmente a las diferentes caras de la verdad. Nos hemos vuelto por todo ello menos ingenuos en algunos aspectos, al menos voluntariamente podemos decir que tenemos más argumentos que nunca para darnos cuenta dónde vivimos, quienes nos gobiernan y que podemos hacer ante las injusticias.

Es el gran espectáculo de la realidad. Vivimos un reality show las 24 horas y podemos contárselo al mundo entero. Los informativos acercan la crudeza de la vida al mismo tiempo que nos sorprenden los mayores logros deportivos que jamás hemos vivido. Conocemos los límites del hombre, disfrutamos de sus creaciones y compartimos, como si fueran nuestras, las hazañas de aquellos que quieren llegar más lejos, desde Messi, Nadal o Pacquiao hasta Felix Baumgartner.

La democracia de Sócrates en el Corinthians

Por otro lado la capacidad de rebelión está de un tiempo a esta parte más activa que nunca. Curados de salvapatrias, dogmáticos de sangre y fuego y otros mártires en mano de traidores, los movimientos sociales están cada vez más preparados para entrar en acción. Y no necesariamente pegando tiros. Hay una conciencia de protesta mucho más generalizada que en los 80 y 90. Razones, hay de sobra. Pero en todas partes del planeta se han sucedido manifestaciones, protestas y rebeliones en mayor o menor escala. Hay una voluntad no sólo de cambio, sino de salir a la calle y gritar esa rabia acumulada, esa indignación incontrolable.

Todo este post me vino a la cabeza pensando en aquel loco, indignado, muñeco televisivo… ser humano en definitiva, que protagonizó ‘Network (un mundo implacable)’. Howard Beale, el personaje encarnado por el gran Peter Finch, se rebela ante su guión cotidiano en los informativos que presenta. Harto de sentir esa rabia, estalla en directo ante la sorpresa de compañeros, directivos y los propios espectadores. Pensé en su grito de guerra, más actual que nunca: “Estoy más que harto y no quiero seguir aguantándolo”. Pienso en la reacción de la gente al verlo, esas ventanas abiertas en miles de edificios por todo el país, gritando como él. Indignados. Me pregunto cómo vería este hombre el mundo de ahora. Qué haría. Qué nos diría, mirándonos desde nuestros LCDs, tablets o móviles. Tal vez encabezaría una corriente mundial de protestas. Igual hay alguien así detrás de Anonymus, calentando motores para aparecer cualquier día y despertar nuestras conciencias.

El mundo del deporte no permanece ajeno a estos actos de protesta. Quizás no es lo más habitual, no estamos en los 70, no existe esa implicación de entonces. Historias maravillosas como la de Sócrates con su “democracia corinthiana” parecen cosas de otro planeta, vistas hoy en día. Pero cada vez surgen más deportistas dispuestos a dar la cara por los anónimos que no encuentran este mundo tan justo como nos lo quieren hacer creer algunos. Entre los futbolistas es habitual una cierta apatía por cualquier movimiento político o reivindicativo. Pero bueno, podemos ver al asturiano David Villa apoyando a los mineros, como su padre, encerrados en el pozo Candín, de Langreo. O al mismísimo Neymar apoyar públicamente a los manifestantes que, durante la pasada edición de la Copa de Confederaciones, protestaban en las puertas del estadio Maracaná. Hace algunos meses hice un post hablando de futbolistas que habían colgado sus botas para entrar en la siempre peliaguda carrera política. Con respecto a estas protestas en Brasil, Romario (diputado electo del Partido Socialista Brasileño) se posicionó con la gente de la calle, y dio un discurso coherente sobre las razones de las protestas. Declara que con “lo que han costado las obras para el Mundial de Brasil 2014 se podrían construir 8.000 nuevas escuelas, comprar 39.000 autobuses escolares y hacer 28.000 canchas deportivas en todo el país“.

Da gusto ver a artistas del balón como Romario, reclamar también el derecho, en definitiva, a estar indignado. A sentirse Howard Beale y salir a la calle a gritar que uno está harto.