Al llegar a los 93 años de edad, se llega un poco a la última etapa de una vida. El final no está muy lejano. Qué suerte poder aprovechar todavía este tiempo que queda para rememorar todo aquello que ha servido de base a mi compromiso político: los años de la resistencia y el programa elaborado hace sesenta y seis años por el Consejo Nacional de la Resistencia. Es a Jean Moulin a quien debemos la reunión de todos los componentes de la Francia ocupada, los movimientos, los partidos, los sindicatos, dentro de los marcos de ese Consejo, para proclamar su adhesión a la Francia combatiente y al único jefe con el cual ella se reconocía : el General de Gaulle. Desde Londres donde me había juntado con de Gaulle en Marzo de 1941, me enteraba que ese Consejo había establecido un programa que fue adoptado el 15 de marzo de 1941 y que proponía para la Francia liberada un conjunto de principios y valores sobre los cuales habría de reposar la democracia moderna de nuestro país.
Hoy día tenemos más necesidad que nunca de estos principios y valores. Nos incumbe a todos nosotros el deber de velar porque nuestra sociedad siga siendo una sociedad de la cual todos podamos sentirnos orgullosos : no esta sociedad de los sin papeles, de las expulsiones, de la desconfianza respecto de los inmigrantes, no esta sociedad en la cual los derechos y beneficios de la jubilación y de la Seguridad Social sean reducidos o suprimidos, no esta sociedad en la cual todos los medios de comunicación estén en manos de los explotadores, cuestiones que hubiéramos rehusado caucionar si fuésemos verdaderos herederos del Consejo Nacional de la Resistencia.
A partir de 1945, luego de un drama atroz, es a una ambiciosa resurrección a la que se libran las fuerzas presentes en el seno del Consejo Nacional de la Resistencia. Recordémoslo, es entonces que se crea la Seguridad Social como la Resistencia lo deseaba, como su programa lo estipulaba, «un plan completo de Seguridad Social destinado a asegurar a todos los ciudadanos, medios de subsistencia en todos los casos en los cuales ellos fueren incapaces de procurárselo gracias al trabajo» «una jubilación que permitiese a los trabajadores viejos terminar dignamente sus días». Las fuentes de energía, la electricidad, el gas y el carbón, los grandes bancos fueron nacionalizados. Es lo que ese programa preconizaba en todas sus letras, «el retorno a la Nación de los grandes medios de producción monopolizados, fruto del trabajo común, de las fuentes de energía, de la riqueza del subsuelo, de las compañías de seguro y los grandes bancos» «la instauración de una verdadera democracia económica y social, implicando la evicción de las grandes feudalidades económicas y financieras de la dirección de la economía».
El interés general debe primar sobre el interés particular, la repartición justa de la riqueza creada por el mundo del trabajo debe primar sobre el poder del dinero. La Resistencia propone una organización racional de la economía asegurando la subordinación de los intereses particulares al interés general y liberada de la dictadura profesional instaurada a la imagen de los Estados fascistas » y el Gobierno provisorio de la Republica, asumió este principio.
Una autentica democracia requiere de una prensa independiente; la Resistencia lo sabe, lo exige, defendiendo «la libertad de la prensa, su honor y su independencia respecto al Estado, del poder del dinero y de las influencias extranjeras». Es todavía lo que establecían las Ordenanzas sobre la prensa, desde 1944. Es precisamente esto lo que hoy por hoy está en peligro.
La Resistencia reclamaba «la posibilidad efectiva para todos los niños franceses de beneficiar de la instrucción más desarrollada», sin discriminación y sin embargo las reformas propuestas en 2008 son contrarias a ese postulado. Jóvenes profesores cuya acción yo sostengo y que han llegado incluso a rechazar su aplicación, han sido sancionados con la amputación de sus sueldos a manera de castigo. Porque se indignaron y desobedecieron, juzgando esas reformas demasiado alejadas del ideal de la escuela republicana, demasiado al servicio de una sociedad en la que prima el dinero y no desarrolla suficientemente el espíritu creativo y crítico.
Es todo el conjunto de fundamentos de las conquistas sociales de la Resistencia que hoy en día están siendo cuestionadas.
El motivo de la resistencia es la indignación.
Se atreven a decirnos que el Estado no dispone hoy de los medios suficientes para asumir el costo de esas medidas ciudadanas. Pero, como puede faltar hoy el dinero para mantener y prolongar esas conquistas en circunstancias que la producción de riquezas ha aumentado considerablemente desde la Liberación, período en la cual la Europa estaba en ruinas? Si no es porque el poder del dinero que tanto combatió la Resistencia, nunca ha sido más grande, insolente y egoísta con sus propios servidores hasta en las más altas esferas del Estado. El sistema bancario que fue privatizado se muestra con prioridad preocupado de sus dividendos, y de los altos salarios de sus dirigentes y no del interés general. La desigualdad de ingresos entre los más pobres y los más ricos nunca fue tan importante y la carrera a por el dinero nunca ha sido más estimulada.
El motivo de base de la Resistencia fue la indignación.
Nosotros los veteranos de los movimientos de resistencia y de las fuerzas combatientes de la Francia Libre hacemos un llamado a las nuevas generaciones de mantener viva y transmitir la herencia e ideales de la Resistencia. Nosotros les decimos, asuman esta tarea, indígnense! Los responsables políticos, económicos e intelectuales y el conjunto de la sociedad no deben renunciar, ni dejarse impresionar por la actual dictadura internacional de los mercados financieros que amenazan la paz y la democracia.
Yo les deseo a todos, a cada uno de ustedes, de tener su motivo de indignación. Porque ello es precioso, porque cuando algo lo indigna a usted de la manera en que yo me indigné con el nazismo, uno se transforma en un militante fuerte y comprometido. Uno se incorpora a la corriente de la historia para que esa gran corriente de la historia prosiga su marcha gracias a cada uno de nosotros. Y esa corriente avanza hacia más de justicia, más libertad, pero en ningún caso esa libertad descontrolada del zorro en el gallinero.
Esos derechos, a partir de los cuales la Declaración Universal redactó su programa en 1948, son universales. Si usted encuentra alguien que no beneficie de ellos, compadézcase y ayúdele a conquistarlos.
Dos visiones de la historia
Cuando yo intento comprender que fue lo que dio origen al fascismo y que hizo que fuéramos invadidos por él y por Vichy, me digo que los detentores de la riqueza con su egoísmo, tuvieron terriblemente miedo a la revolución bolchevique. Y se dejaron guiar por sus temores. Pero si hoy como en aquel entonces una minoría activa se yergue, ello bastará, porque ya tendremos el fermento para que la masa se levante. Es sin lugar a dudas verdad que la experiencia de un viejo como yo, nacido en 1917 se diferencia de la experiencia de los jóvenes de hoy. Yo pido siempre a los profesores de las escuelas la posibilidad de intervenir ante sus alumnos, y les digo: ustedes no tienen las mismas razones evidentes para asumir un compromiso militante. Para nosotros resistir consistía en no aceptar la ocupación alemana y la derrota. Ello era relativamente simple. Tan simple como aquello que continuó, la descolonización. Y luego la guerra de Argelia. Era preciso que Argelia llegase a ser independiente, eso era evidente. En cuanto a Stalin, todos sin excepción aplaudimos la victoria del Ejército rojo contra los nazis, en 1943. Pero ya cuando habíamos tomado conocimiento de los grandes procesos estalinistas de 1935 e incluso si teníamos que mantener el oído abierto hacia el comunismo para contrabalancear al capitalismo americano, la necesidad de oponerse a esta forma insoportable de totalitarismo también se nos impuso como una evidencia. Mi larga vida me ha dado una sucesión de razones para indignarme.
Esas razones nacieron, menos de la emoción que de la voluntad de asumir un compromiso. El joven egresado de la Escuela Normal, que yo fui estaba mucho más influenciado por Sartre, condiscípulo mayor que yo, de aquella misma escuela. «La nausea», «El muro», a excepción de «El Ser y la nada» fueron muy importantes en la formación de mi pensamiento. Sartre nos enseñó a decirnos «Ustedes son responsables en tanto que individuos» Era un mensaje libertario. La responsabilidad de un hombre que no puede someterse ni a un poder ni a un Dios. Al contrario hay que comprometerse en nombre de la responsabilidad que es la nuestra en tanto que persona humana. Cuando ingresé a la Escuela Normal de la calle de Ulm en Paris en 1939, lo hice como ferviente discípulo del filósofo Hegel y seguía la cátedra de Maurice Merleau-Ponty. Su enseñanza exploraba la experiencia concreta, aquella del cuerpo y sus relaciones con los sentidos, gran singular frente al plural de los sentidos. Pero mi optimismo natural que siempre me lleva a creer que todo lo que anhelo puede ser posible me inclinó más bien hacia Hegel. El Hegelísmo interpreta la larga historia de la humanidad como provista de un sentido, que es la libertad del hombre progresando etapa tras etapa.
La historia está hecha de choques sucesivos, teniendo en cuenta sus desafíos, la historia de las sociedades progresa, y al final, cuando el hombre ha alcanzado su plena libertad, nos encontramos con el Estado democrático en su forma ideal.
Existe por supuesto otra concepción diferente de la historia. Los progresos hechos por la libertad, la competición, la carrera al « cada vez más », eso puede ser vivido como un huracán destructor. Es así como se la representaba un amigo de mi padre, el hombre que compartió con él la tarea de traducir al alemán el libro titulado « A la Recherche du temps perdu » « En búsqueda del tiempo perdido » de Marcel Proust. Es el filósofo alemán Walter Benjamín. Quien extrajo un mensaje pesimista de un cuadro del pintor suizo Paul Klee, titulado l’Angelus novus, en el cuál la figura del ángel abre los brazos como para acoger o rechazar una tempestad que él identifica como el progreso. Para Benjamín, que se suicida en Septiembre de 1940 para escapar del nazismo, el sentido de la historia, es la marcha irresistible de una catástrofe a otra.
La indiferencia: la peor de las actitudes
Es verdad que las razones de indignarse pueden parecer hoy menos netas o el mundo demasiado complejo. Quien manda, quien decide? No siempre es fácil distinguir entre todas las corrientes que nos gobiernan.
Ya no tenemos que hacer frente a una pequeña elite de la cuál comprendemos claramente su manera de actuar. Ahora se trata de un vasto mundo que nos damos cuenta perfectamente que es interdependiente. Vivimos en una interconectividad nunca vista antes de ahora. Pero en ese mundo hay cosas que son insoportables. Para verlas se necesita observar bien; buscarlas. Yo le digo a los jóvenes: busquen un poco y las encontraran. La peor de las actitudes es la indiferencia, decir, « yo no puedo hacer nada, solo me queda adaptarme para salir bien parado ». Comportándose así, usted pierde uno de los componentes esenciales de la conducta humana, uno de los componentes indispensables que es nuestra facultad de indignarnos y de lo que es su consecuencia, nuestra facultad de comprometernos por una causa.
Podemos identificar dos nuevos grandes desafíos:
1. La inmensa desigualdad que existe entre los demasiado pobres y los demasiado ricos que no cesa de acrecentarse. Es una innovación de los siglos veinte y veintiuno. Los demasiado pobres en el mundo de hoy ganan apenas dos dólares por día. No se puede dejar que esa injusta repartición se acentúe aún más. Esta constatación por si misma debe suscitar en nosotros un compromiso.
2. Los derechos humanos y el estado del planeta. Tuve la suerte de ser asociado, después de la liberación, a la redacción de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, adoptada por la Organización de las Naciones Unidas, el 10 de Diciembre de 1948 en Paris en el Palacio de Chaillot. Fue en mi calidad de jefe de Gabinete de Henri Laugier, Secretario general adjunto de la ONU y secretario de la Comisión de Derechos Humanos, que me correspondió participar, junto a otros, a la redacción de esta declaración. Me hago el deber de recordar el rol que asumió en su elaboración René Cassin, Comisario Nacional de la Justicia y la Educación del Gobierno de la Francia Libre, en Londres, en 1941, quien fue premio Nobel de la Paz en 1968, así que también el rol de Pierre Mendès France del Consejo Económico y Social a quien fueron sometidos los textos que nosotros elaborábamos, antes de ser examinados por la Tercera Comisión de la Asamblea General a cargo de las cuestiones sociales, humanitarias y culturales.
Ella contaba los cincuenta y cuatro estados miembros, en la época de las Naciones Unidas en que yo aseguraba el secretariado. Es a René Cassin a quien debemos el término de derechos « universales » y no « internacionales » como lo proponían nuestros amigos anglo-sajones, Porque aquí radicaba realmente la cuestión central al salir de la segunda guerra mundial, liberarse de la amenaza que el totalitarismo hizo pesar sobre la humanidad.
Para liberarse de ella era necesario que todos los Estados miembros de la ONU se comprometiesen a respetar esos derechos universales. Única manera de desbaratar el argumento de la plena soberanía al cuál puede recurrir un Estado que se libra a crímenes contra la Humanidad en su propio suelo. Fue el caso de Hitler que se creyó amo de su país y autorizado a provocar un genocidio. Esta declaración universal le debe mucho al sentimiento de revulsión universal hacia el nazismo, el fascismo y el totalitarismo, e incluso gracias a nuestra presencia, al espíritu de la Resistencia. Me parecía que se debía actuar con rapidez para no dejarse engañar por la hipocresía subyacente en la adhesión proclamada a esos valores por los vencedores, porque no todos tenían realmente la intención de promover lealmente lo que nosotros intentábamos imponerles.
No resisto a la tentación de citar el artículo 15 de la Declaración universal de los Derechos del Hombre : « Todo individuo tiene derecho a una nacionalidad » ; el artículo 22 : « Toda persona en tanto que miembro de la sociedad, tiene derecho a la Seguridad social, ella está fundada para obtener la satisfacción de los derechos económicos, sociales y culturales indispensables a su dignidad y al libre desarrollo de su personalidad, gracias al esfuerzo nacional y a la cooperación internacional, teniendo en cuenta la organización y los recursos de cada país » Y aunque esta declaración solo tiene un carácter declaratorio y no un valor jurídico, no por ello ha dejado de tener un rol poderoso desde 1948 ; hemos visto pueblos colonizados ampararse de ella en su lucha por la independencia ; ella a sembrado sus semillas en los espíritus en su combate por la libertad.
Yo constato con placer que en el curso de los últimos decenios se han multiplicado las organizaciones no gubernamentales, los movimientos sociales como Attac, (Asociación por la tasación de las transacciones financieras), la FIDH (Federación Internacional de los Derechos del Hombre), Amnistía… que son activas y performantes. Es evidente que para ser eficaces hoy día hay que actuar en red, aprovechando todos los medios modernos de comunicación.
A los jóvenes, les digo: observen en torno suyo y ustedes encontraran los temas que justifiquen vuestra indignación – el trato de que son objeto los inmigrantes, los sin papeles, los Roms(1) Ustedes encontraran situaciones concretas que los llevaran a desarrollar una acción ciudadana fuerte. Busquen y ustedes encontraran!
Mi indignación a propósito de la Palestina
Mi principal indignación hoy en día concierne la Palestina, la banda de Gaza, la Cisjordania. Ese conflicto es la fuente misma de una indignación. Hay que leer absolutamente el informe de Richard Goldstone de Septiembre del 2009 sobre Gaza, en el cuál ese juez de África del Sur, judío, que se reclama incluso ser sionista, acusa al ejercito israelita de haber cometido «actos asimilables a crímenes de guerra y tal vez, en ciertas circunstancias, a crímenes contra la humanidad» durante su operativo «plomo duro» cuya duración fue de tres semanas. Personalmente volví a Gaza en el 2009, pudiendo entrar con mi esposa
(1)Roms : Gitanos
gracias a nuestros pasaportes diplomáticos, con el objeto de estudiar por mi mismo lo que aquel informe decía. Las personas que nos acompañaban no fueron autorizadas a entrar en la banda de Gaza. Allí y en la Cisjordania. Nosotros visitamos los campos de refugiados palestinos, instalados desde 1948 por la agencia de las Naciones Unidas, la UNRWA, en los cuales más de tres millones de Palestinos expulsados de sus tierras por Israel, esperan un regreso que se vuelve cada vez más problemático. En cuanto a Gaza, se ha convertido en una prisión a cielo abierto para un millón y medio de Palestinos. Una prisión en la cual ellos se organizan para sobrevivir. Más aún que las destrucciones materiales como la del Hospital del «Croissant Rouge» (2) por la operación « plomo duro », es el comportamiento de los habitantes de Gaza, su patriotismo, su amor por el mar y las playas, su preocupación constante por el bienestar de sus hijos, numerosos y risueños, que encantan nuestra memoria. Hemos quedado profundamente impresionados por la manera ingeniosa con la cuál enfrentan todas las penurias que les son impuestas. Los hemos visto fabricar ladrillos, por falta de cemento, para reconstruir las miles de casas destruidas por los tanques. Se nos confirmó que hubo mil cuatrocientos muertos – mujeres, niños y ancianos en el campo palestino – contra solo cincuenta heridos por el lado Israelita en el curso de este operativo « plomo duro » llevado a cabo por el ejército israelí. Comparto las conclusiones del juez sudafricano. Que los propios judíos puedan perpetrar crímenes de guerra es insoportable. Por desgracia, la historia da muy pocos ejemplos de pueblos que tiran las lecciones que les impone su propia historia.
Lo sé, HAMAS, que había ganado las últimas elecciones legislativas, no fue capaz de evitar el lanzamiento de cohetes en contra de las ciudades israelitas en respuesta a la situación de aislamiento y bloqueo en la cual se encuentran los habitantes de Gaza. Pienso por supuesto que el terrorismo es inaceptable, pero no hay que dejar de reconocer que cuando se es ocupado con medios militares infinitamente superiores a los vuestros, la reacción popular no puede traducirse solo en acciones sin violencia.
¿Acaso sirve a HAMAS el lanzamiento de rockets sobre la ciudad de Sdérot? La respuesta es obvia, no. Ello no sirve a su causa, pero podemos explicar ese gesto por la exasperación de los habitantes de Gaza. En la noción de exasperación hay que comprender la violencia como una lamentable conclusión a situaciones que son inaceptables para aquellos que las sufren. Puede decirse que el terrorismo es una forma de exasperación. Y que esta forma de exasperación constituye un término negativo, porque no se debiera ex-asperar sino es-perar. La exasperación es una negación de la esperanza. Ella es comprensible y yo diría que ella es casi natural; pero aún así no es aceptable. Porque ella no permite que se logren los resultados que la esperanza puede producir eventualmente.
La no-violencia,
el camino que nosotros tenemos que aprender a seguir
Estoy convencido que el futuro pertenece a la no-violencia, a la conciliación de culturas diferentes. Es por esta vía que la humanidad deberá transitar en su próxima etapa. Y en eso
(2) Croissant rouge: Media Luna Roja, equivalente en el mundo árabe a la Cruz Roja
me asocio a Sartre, no se puede excusar a los terroristas que lanzan bombas, se les puede comprender. Sartre escribió en 1947: « Reconozco que la violencia sea cual fuere la forma en que se manifiesta es un fracaso. Pero es un fracaso inevitable porque estamos en un universo de violencia. Y si es verdad que el recurso a ella no es sino la violencia que corre el riesgo de perpetuarse, también es verdad que es el único medio para hacerla cesar » A lo cual yo agregaría que la no-violencia es un medio más seguro de hacerla cesar. No se puede sostener a los terroristas como Sartre lo hizo en nombre de ese principio durante la guerra de Argelia, o durante el atentado de los juegos de Múnich en 1972, cometido contra atletas israelíes. No es eficaz y Sartre mismo se interrogará al final de su vida sobre el sentido que tiene el terrorismo dudando de su justificación. Decirse que «la violencia no es eficaz», es mucho más importante que saber si debemos condenar o no a aquellos que se libran a ella. Dentro de la noción de eficiencia es necesario que exista una esperanza no violenta. Si existe una esperanza violenta es en la poesía de Guillaume Apollinaire, «Que la esperanza es violenta» no en la política. Sartre en Marzo de 1980, a tres semanas de su muerte, declaraba, «Es preciso tratar de explicar porqué el mundo actual que es horrible, no es sino un momento en el largo desarrollo histórico, y que la esperanza siempre ha sido una de las fuerzas dominantes de las revoluciones e insurrecciones, y a qué grado yo resiento todavía la esperanza como mi concepción del futuro».
Hay que comprender que la violencia le da la espalda a la esperanza .Entre las dos es necesario elegir la esperanza, la esperanza de la no violencia. Ese es el camino que nosotros debemos aprender a seguir. Tanto de parte de los opresores como de los oprimidos; se debe llegar a una negociación que ponga fin a la opresión, eso es lo que permitirá la desaparición de la violencia terrorista. Por esta razón es necesario impedir que se acumule el odio.
El mensaje de un Mandela, de un Martin Luther King, encuentra toda su pertinencia en un mundo que ha sobrepasado la confrontación de ideologías y el totalitarismo conquistador. Ese es un mensaje de esperanza en la capacidad de las sociedades modernas de sobrepasar los conflictos mediante una comprensión mutua y una paciencia vigilante. Para lograrlo se debe fundar la acción sobre la base de los derechos, cuya violación, sea quien sea el autor, debe provocar nuestra indignación. No se debe transigir en cuestión de derechos.
Por una insurrección pacífica
He notado, - y no soy el único - la reacción del gobierno israelí confrontado al hecho de que cada viernes los ciudadanos de Bil’id, sin lanzar piedras, sin utilizar la fuerza, van hasta el muro en el cuál ellos protestan. Las autoridades israelíes han calificado esta marcha de “terrorismo no violento”. No está nada mal… Hay que ser israelí para calificar de terrorista a la no-violencia; Hay que sentirse en aprietos por la eficacia de la no violencia, que por su carácter suscita el apoyo, la comprensión y la solidaridad de todos aquellos que en el mundo son adversarios de la opresión.
La idea productivista impuesta por el Occidente, ha llevado al mundo a una crisis de la cual hay que salir mediante una ruptura radical con el desbande del « cada vez más » en el ámbito de las finanzas pero también en el de la ciencias y técnicas. Es ya gran tiempo que las preocupaciones de ética, justicia y de equilibrio durable sean predominantes. Porque los riesgos más graves nos amenazan, ellos pueden poner término a la aventura humana sobre este planeta que puede llegar a ser inhabitable para el hombre.
Sin embargo es verdad que progresos importantes han sido hechos desde 1948: la descolonización; el fin del Apartheid, la destrucción del imperio soviético, el derrumbe del Muro de Berlín. Los primeros diez años del siglo XXI por el contrario han sido un período de retroceso. Ese retroceso lo explico en parte por la Presidencia de George Bush, el 11 de Septiembre y las consecuencias desastrosas que sacaron los Estados Unidos, como esa intervención militar en Irak. Hemos tenido esta crisis económica pero no por ello hemos iniciado una nueva política de desarrollo. De la misma manera la cumbre de Copenhague contra el recalentamiento climático tampoco ha permitido adoptar una verdadera política por la preservación del planeta. Estamos en el umbral, entre los horrores del primer decenio y las posibilidades de los decenios venideros. Sin embargo es necesario conservar la esperanza, y es preciso persistir en ella. El decenio precedente, el de los años 1990 fue fuente de grandes avances. Las Naciones Unidas supieron convocar a conferencias como las de Rio sobre el medio ambiente, en 1992, la de Pekín sobre las mujeres en 1995 ; en el 2000, a iniciativa de Kofi Annan, los 191 países miembros adoptaron la declaración sobre los «Ocho objetivos del milenio para el desarrollo» por la cual se han comprometido a reducir de mitad la pobreza en el mundo de aquí al 2015. Mi gran tristeza es que ni Obama ni la Unión Europea se hayan hasta ahora manifestado con lo que debiera ser su aporte para una fase constructiva, apoyándose sobre los valores fundamentales.
¿Cómo concluir este llamado a indignarse? Recordando todavía que en ocasión del sesenta aniversario del programa del Consejo Nacional de la Resistencia, habíamos dicho el 8 de marzo del 2004, nosotros, los veteranos de los movimientos de resistencia y de las fuerzas combatientes de la Francia Libre (1940-1945), que es cierto que « el nazismo fue vencido », gracias al sacrificio de nuestros hermanos y hermanas de la Resistencia y de las naciones unidas contra la barbarie fascista. Pero esta amenaza no ha desaparecido completamente y nuestra cólera contra la injusticia esta siempre intacta ».
No; esta amenaza no ha desaparecido totalmente. Por ello llamamos nosotros siempre a «una verdadera insurrección pacífica contra los medios de comunicación de masas que no proponen otra cosa como horizonte para nuestra juventud que el consumismo de masas, el desprecio de los más débiles y de la cultura, la amnesia generalizada y la competición a ultranza de todos contra todos»
A aquellos y aquellas que harán el siglo XXI, les decimos con todo nuestro afecto:
« CREER, ES RESISTIR.
RESISTIR ES CREER. »