Prólogo de: José Luis Sampedro
Stéphane Hesssel, de 93 años (nacido en 1917), es un alemán de origen judío y afincado en Francia , que con este librito de 60 páginas máximo, nos da un pequeño toque de atención, por el que se nos pide, que por favor, estemos alerta y reaccionemos para mantener lo que con tanto esfuerzo ha sido conseguido y que parece estar debilitándose a pasos agigantados.
Hessel ha llevado una vida activa contra lo que ha considerado alejado de los principios universales.Lo que quizá de forma más gráfica pudiera culminar su lucha, fue el hecho de que él mismo fuera uno de los miembros que participó, finalmente, en la redacción de la Declaración de los Derechos Humanos de 1948. Y su continuada vinculación activa como embajador de Francia en la ONU. Por eso, cuando alguien así, que no se ha limitado únicamente a ser espectador de la Historia, si no que ha sido parte influyente en lo que hoy disfrutamos, no puede más que indignarse cuando de la observación, cada vez más va notando que las bases por las que se había luchado para la sociedad de hoy, empiezan ahora a resquebrajarse ante nuestra mirada pasiva. En el librito, pone unos cuantos ejemplos.
Insiste en que para resistirse hay que indignarse primero. Pero no hay una idea de superioridad aquí de los jóvenes de antes, que se resistieron, con los de ahora, que observamos de forma pasiva. No. Reconoce que ahora los motivos de indignación resultan más difíciles. Todo es más sofisticado, y no queda tan claro. Según él hay que estar muy atentos a los síntomas, como el cada vez más debilitamiemnto de la clase media; la cada vez más diferencia que hay entre los que tienen mucho y los que tienen muy poco. Algo no va bien. Las políticas van dirigidas más al dinero en sí, que al objetivo de que el interés común siempre ha de prevalecer.
Una de las quejas más importantes que hace es la de los medios de comunicación. Porque no hay tal información. Para el mantenimiento de democracias reales es necesario que los medios de comunicación no estén en manos de ningún poder económico. Sin embargo, si nos fijamos, los medios de comunicación se nutren de agencias de información “afranquiciadas” tipo Reuters, Efe, y cualesquiera otra que no sabemos ni quiénes son sus propietarios. Y mientras tenemos que hacer grandes esfuerzos para enterarnos que existe algo que se llama Coltan, que es una de las causas del conflicto en el Congo y que Bush padre, por ejemplo, participa en una empresa canadiense que explota dicho mineral; o que empresas tipo Montsanto están intentando monopolizar el futuro mercado alimenticio controlando las semillas; o qué pasó de verdad con la famosa gripe A; y miles de cosas que me gustaría saber, pero que hay que sudar tinta para enterarse …. aunque, sin embargo, nos encontramos que en el telediario nos “informan” de un accidente de tráfico frontal en la Nacional X, o de que estamos ante el día más caluroso del verano (no sé cómo ya a estas alturas no nos hemos achicharrado); o con la víctima de género número 52, que al margen de la importancia que tengan estas informaciones, nada tiene que ver con lo que realmente necesitaríamos saber para poder ejercer nuestro parte del trato para el mantenimiento de la tan querida democracia.
Por eso, este libro debería ser de lectura obligatoria. Pasarlo de blog en blog, y si entre los blogueros hay un "Mark Zuckerberg", que es capaz de crear en vez de un facebook, un mecanismo que nos organice, no estaría mal la cosa.