"Se le ocurre que si ese par de pobres casados pudiesen cobrar vida y un día un tipo sensible hubiese visitado el museo, le hubiese tendido la mano a la muchacha y ella habría salido del marco para marcharse abrazada al estudiante de Historia del Arte y el marido se hubiese quedado mirando el suelo, y ya no sería Pareja de pobres, sino El hombre pobre. O sería mejor que lo llamasen El pobre hombre, ya que, aunque seguiría teniendo frío y hambre, no tendría esposa que tuviera compasión de él" (pág. 17).En el otro relato Rober es un carpintero que se queda sin trabajo y que de repente nota cómo su mujer Catherine se va distanciando hasta el día en que decide marcharse de casa. Dice:"No puedo quedarme aquí viendo cómo nos convertimos en un montón de chatarra oxidada" (pág.: 63).Se tiene la sensación de que en estos relatos no pasa nada, pero en realidad ocurren muchas más cosas de lo que pensamos. Es como si chocáramos contra un iceberg en medio del mar glacial y su punta horadara la presa de nuestra imaginación. Hay varios autores en España que se han decantado por el relato breve, pero así como muchos han sido sobrevalorados (entre ellos sin duda Matías Candeira), por suerte tenemos voces interesantes que pronto nos sorprenderán gratamente con una novela redonda. ¿Será David uno de ellos? Lectura refrescante para alejar momentáneamente este maldito calor africano y el sopor que trae consigo. Recomiendo poner como canción de fondo durante la lectura Desperado, de Los Eagles, y darle al repeat. Buenas sensaciones epidérmicas.
"Se le ocurre que si ese par de pobres casados pudiesen cobrar vida y un día un tipo sensible hubiese visitado el museo, le hubiese tendido la mano a la muchacha y ella habría salido del marco para marcharse abrazada al estudiante de Historia del Arte y el marido se hubiese quedado mirando el suelo, y ya no sería Pareja de pobres, sino El hombre pobre. O sería mejor que lo llamasen El pobre hombre, ya que, aunque seguiría teniendo frío y hambre, no tendría esposa que tuviera compasión de él" (pág. 17).En el otro relato Rober es un carpintero que se queda sin trabajo y que de repente nota cómo su mujer Catherine se va distanciando hasta el día en que decide marcharse de casa. Dice:"No puedo quedarme aquí viendo cómo nos convertimos en un montón de chatarra oxidada" (pág.: 63).Se tiene la sensación de que en estos relatos no pasa nada, pero en realidad ocurren muchas más cosas de lo que pensamos. Es como si chocáramos contra un iceberg en medio del mar glacial y su punta horadara la presa de nuestra imaginación. Hay varios autores en España que se han decantado por el relato breve, pero así como muchos han sido sobrevalorados (entre ellos sin duda Matías Candeira), por suerte tenemos voces interesantes que pronto nos sorprenderán gratamente con una novela redonda. ¿Será David uno de ellos? Lectura refrescante para alejar momentáneamente este maldito calor africano y el sopor que trae consigo. Recomiendo poner como canción de fondo durante la lectura Desperado, de Los Eagles, y darle al repeat. Buenas sensaciones epidérmicas.