El
jurado de la Asociación de Críticos y Escritores Madrileños (AMECL) ha otorgado
el premio a la escritora por su labor a la hora de escribir sobre «un
capítulo casi desconocido de la Guerra Civil y mantiene vivos desde las
primeras páginas la intensidad, la conciencia y el nervio narrativo que ha
convertido a su autora en una de las novelistas más destacadas de la actualidad». Además
de ser la primera obra de la autora en la que la narración está alejada del
presente, con ello amplia la lista de registros narrativos. También cabe
destacar «la gran solvencia literaria e intelectual que Almudena Grandes demuestra
en esta última novela y en toda su obra» en opinión del jurado, también mencionaron el proyecto en el que está
enmarcado la novela llamado Episodios de una Guerra Interminable: «es el inicio de una larga saga, está llamada
a convertirse en una novela esencial para comprender el pasado, presente y
futuro de nuestro país». La obra ha conquistado a más de 200 000 lectores
desde que se publicó en septiembre de 2010. Extractos: Desde el otoño de 1942, Ricardo sólo dormía en
aquella casa los fines de semana, y algún día suelto en el que sus viajes por
la provincia terminaban en algún punto más cercano a Pont de Suert que a la
capital. Cuando eso ocurría, siempre llamaba por teléfono para avisar, y yo me
enteraba antes de que Adela viniera a contármelo, sólo con mirarla a la cara.
Entonces, mientras sus ojos resplandecían, renunciaba de antemano a la pequeña
aventura de otras noches en las que me quedaba leyendo en mi habitación hasta
que lograba aburrirme del silencio de una casa dormida. Después, bajaba las
escaleras de madrugada, entraba en la biblioteca sin hacer ruido, encendía la
radio a oscuras, y movía la rueda muy despacio hasta encontrar una voz, aquí,
Radio España Independiente, estación pirenaica, la única radio sin censura de
Franco, que me calentaba el corazón y me devolvía a una felicidad muy próxima
en el tiempo, tan remota sin embargo en mi memoria como si nunca la hubiera
conocido. Aquella voz era ya lo único que tenía, lo único que me quedaba del
destino que había escogido, el mundo al que había querido pertenecer, y no era
mucho, pero mi vida, que había llegado a ser muy grande se había vuelto tan
pequeña de repente que esa sola voz bastaba para envolverla, para acunarla
entre los brazos de una esperanza tibia y benéfica, para hacerme compañía en la
implacable soledad de mis prisiones. Eran sólo palabras, pero yo no necesitaba
nada tanto como escucharlas. Reseña de Inés y la alegría: Inés y la alegría de Almudena Grandes