Otra posible influencia del zoroastrismo sobre el budismo habría sido el ideal del bodhisattva. En el budismo primitivo el ideal a alcanzar era el del arhat, aquél que a base de mucho practicar durante eones ha quemado todo el karma y ya no genera más, con lo que está en su última reencarnación. El arhat era un ideal jodido: necesitabas muchos eones de práctica para alcanzarlo y era algo que cada uno debía conseguir por sí mismo.
El mahayana trajo un nuevo ideal, el del bodhisattva, el ser iluminado que hace el voto de no entrar en el nirvana en tanto todos los seres vivos no hayan entrado en él y que se consagra a ayudarles en el camino de la salvación. Habitualmente se piensa que la emergencia del bodhisattva fue una reacción de los laicos ante un ideal el del arhat que sólo estaba al alcance de los monjes. Yo pienso que también responde al anhelo humano de tener una figura paterna, un hermano mayor que nos saque las castañas del fuego. El bodhisattva vino a cubrir esa carencia del budismo primitivo.
La figura del bodhisattva no nació de la nada y es posible vislumbrar algo cómo pudo haber sido su desarrollo. La palabra “bodhisatta” ya aparece en el canon pali, aunque es probable que su significado fuera “uno que aspira a la iluminación” (de “bodhi” = “iluminado” y “sakta” = “uno que aspira a”) y no “ser iluminado” (de “bodhi” y “sattva” = “ser”), que fue como el mahayana interpretó etimológicamente la palabra.
Posiblemente nunca lleguemos a saber cómo fue exactamente el proceso de la elaboración doctrinal de la figura del bodhisattva y por qué etapas pasó, pero sí que podemos apreciar en los textos desde muy pronto elementos que acabarían reflejándose en la figura del bodhisattva mahayana.
Desde el principio, el budismo valoró altamente la compasión, que es uno de los cuatro estados mentales a cultivar. Es decir, la compasión que es el motor de la acción del bodhisattva ocupa un lugar relevante desde los mismos inicios del budismo. En el “Anguttara Nikaya” hay una frase que algunos han visto como un barrunto de la figura del bodhisattva: “Hay una persona cuya aparición en el mundo es para el bienestar de la multitud, para la felicidad de la multitud, que nace de la compasión por el mundo, por el bien, el bienestar y la felicidad de los dioses y humanos, es el Tathagata, el Arahant, el Iluminado”. Tenemos también “Sampasadaniya Sutta”, incluido en el “Dhiga Nikaya”, que extiende el concepto de “bodhisatta” a personas distintas del Buda Sakyamuni. Los “jatakas”, historias populares sobre las vidas pasadas de Buda, comenzaron a desarrollarse pronto. En prácticamente todos ellos figura la palabra “bodhisatta”, así como la idea de una aspiración al despertar. Finalmente el “Buddhavamsa”, que probablemente date del siglo II a.C. y que fue añadido tardíamente al Kuddhaka, ya recoge plenamente desarrollada la figura del Bodhisattva.
En resumen, es posible encontrar un hilo conductor que lleva desde el budismo más temprano hasta la elaboración canónica de la figura del bodhisattva por el mahayana y puede explicarse a partir de un desarrollo puramente interno, sin necesidad de influencias exteriores.
No obstante, no está de más analizar cuál es la idea que tiene el zoroastrismo sobre el salvador, para ver si hay concomitancias con el budismo.
El zoroastrismo defiende que nacerá un salvador, el Saoshyant, de la semilla del profeta Zoroastro, que beneficiará a la Humanidad y renovará el mundo expulsando a las fuerzas del mal. Más que con el bodhisattva, se le podría encontrar alguna semejanza con Maitreya, el Buda que sucederá al Buda Sakyamuni. Pero creo que esas semejanzas son demasiado genéricas. Tanto Saoshyant como Maitreya pueden explicarse como desarrollos paralelos que responden al anhelo humano por un salvador futuro.
En resumen, no es imposible que el zoroastrismo influyera sobre el budismo, pero hasta ahora no he encontrado ninguna prueba convincente.