Parálisis por análisis es una situación en la que el exceso de información y análisis nos acaba impidiendo tomar una decisión y actuar en consecuencia. Normalmente decimos que todo ha de estar bien preparado, y es cierto. No obstante, en ocasiones el exceso de análisis en nuestras finanzas personales acaba resultando perjudicial.
Es habitual que a la hora de tomar una decisión intentemos tomar la máxima información posible, por ejemplo opiniones de otras personas que han pasado por ahí, comparar ofertas con la competencia, buscamos tomar la decisión perfecta y para ello necesitamos información perfecta, pero esto no es necesariamente lo más óptimo.
Para tomar una decisión perfecta nos ponemos a buscar e investigar la información perfecta, la cual es prácticamente imposible de obtener, o al menos requiere mucho tiempo y dinero obtenerla. En el tiempo que obtenemos esa información puede que la oportunidad o el momento haya pasado. En ese caso nuestra decisión se convierte en dejarlo pasar, algo que no buscábamos en principio.
Además en ocasiones la decisión perfecta (junto con la obtención de información perfecta) no es la mejor decisión que podíamos tomar. Por ejemplo supongamos una tarjeta de crédito. Entre un banco u otro la diferencia puede ser de seis euros anuales. ¿Merece la pena comprobar el precio de todos los bancos? En la práctica no, acaba suponiendo dedicar una gran cantidad de tiempo a algo que no es tan necesario.
Además para tomar la decisión perfecta necesitaríamos un análisis perfecto de la situación, y por mucho que nos empeñemos ese análisis perfecto de la operación no es posible. El análisis de la situación perfecto requiere más tiempo del que solemos disponer para tomar la decisión, ya sea de compra, de inversión o de endeudamiento.
¿Qué podemos hacer para ser ágiles y evitar la parálisis por análisis? La verdad es que en ocasiones la decisión debería de ser casi perfecta (por ejemplo con la compra de una vivienda), pero en otras ocasiones no es importante (por ejemplo con la tarjeta de crédito). Además es más fácil cambiar de tarjeta de crédito si nos equivocamos que de vivienda.
Dado que las decisiones no pueden ser perfectas, esto supone que tendremos que actuar para tomar menos decisiones, pero acertar en las mismas. Además debemos de aprender a establecer jerarquías entre las decisiones que vamos a tomar. Las decisiones más importantes son las que deben llevarse más tiempo.
Por ejemplo la decisión del menú que vamos a tomar no es relevante mientras que forme parte de una dieta equilibrada, mientras que la decisión de que plan de tarifas tomaremos con el teléfono sí es más importante puesto que nos puede suponer varios meses de pagar por un servicio innecesario. La decisión de una hipoteca puede suponer un contrato de treinta años con un banco (más que muchos matrimonios), por lo que ha de ser tomada con extremo cuidado.
Además hemos de trabajar en los algoritmos o árboles de decisión que tengamos en nuestra cabeza para tomar decisiones rápidas, de modo que aquellas que requieren menos atención sean tomadas más rápido.
Para las decisiones importantes debemos de tener lista una jerarquía de los aspectos más importantes a la hora de tomar la decisión. Por ejemplo si tomamos una decisión de compra de una vivienda fijar los cuatro o cinco factores que más nos importan de antemano nos ayudará a tomar la decisión en el tiempo adecuado y que no perdamos una oportunidad.
Autor Yonderboy – http://www.actibva.com/magazine/consumo/paralisis-por-analisis
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