Información y democracia

Publicado el 16 diciembre 2013 por Jcromero

Poco importa si hay buenos periodistas cuando los grandes medios han dejado de hacer periodismo para dedicarse a la bisutería de ocasión para público poco exigente. Poca importancia tienen el periodista cuando los periódicos han sustituido el reclamo de la información y opinión por promociones de cine, música o funda nórdica. Con decir que Zapatero es un imbécil y que Rajoy maneja muy bien los tiempos, creen haberlo dicho todo.

Si la política afecta a cosas cotidianas como el precio de la luz, enseñanza, salud o las libertades, ¿por qué asistimos como marmolillos al desguace de nuestros derechos? Si la democracia es tan valiosa y frágil, ¿por qué políticos y ciudadanos ofrecemos tan lamentable espectáculo en su nombre? Si tanto costó avanzar en la libertad de expresión e información, ¿por qué los medios no la defienden?

No solo Rajoy, no solo Montoro. Que la condena a Del Nido fuera una mala noticia para la delegada del Gobierno en Andalucía o para el presidente del PP andaluz, no deja de ser un síntoma; pensaba que la mala noticia era la prevaricación, la malversación y las otras fechorías del condenado. Que el presidente del Gobierno, en referencia a los funerales por Mandela, confirmara que su periódico de cabecera es Marca: “esto es muy bonito… porque la selección española ganó aquí un mundial de fútbol”, dice mucho de Rajoy. Que Montoro espante informaciones sobre Cemex y esos más de 400 millones de euros supuestamente condonados, esgrimiendo una posible prevaricación desde la tribuna del Congreso, es muestra de matonismo y la confirmación de la barra libre para la arbitrariedad, la provocación y el insulto.

¿El problema? El Gobierno, el PP y nosotros. No contentos con la «ley mordaza», el último giro de tuerca consiste en que Moncloa decide qué periodista pregunta en las ruedas de prensa. Como entusiasta de la mayoría silenciosa, Rajoy legisla para que el discrepante sea multado y molido a palos; le importa un poco que sean policías o «seguratas», el caso es tener súbditos   desinformados, es decir: sordos, mudos e idiotas. En otras palabras, calla y sé sumiso. El Gobierno decide qué periodista pregunta. Nos engañamos si pensamos que éste es un problema de periodistas y medios: este es un problema que afecta a la democracia misma. Sin información libre y veraz no hay democracia.

Se veía venir cuando Rajoy descubrió el plasma. Comprendió entonces que le sobraban los periodistas. ¡Qué se planten todos!, reclaman algunas voces olvidando que para los periodistas también hay castigos y mordazas. El Presidente, sabía que los medios más prestigiosos recogerían su mensaje y que sacarían de sus portadas el último atropello. Ninguno de los grandes medios informó  en sus primeras páginas; ninguno editorializó sobre esta nueva restricción a la libertad informativa. Todos, se han retratado y nosotros a lo nuestro. Por cierto, ¿cómo quedó el Athletic?

El Gobierno coarta la libertad de información esgrimiendo el conocimiento de una situación fiscal reservada, repartiendo caprichosamente la publicidad institucional entre sus medios afines o eligiendo qué periodista puede formularle una pregunta.

Dice Pérez-Reverte que internet hace ciudadanos cabreados y los periódicos de papel hacen ciudadanos críticos. ¿De verdad que leyendo ABC, La Razón, El País, El Mundo o La Vanguardia se hacen ciudadanos críticos? Alguien menos ambicioso se conformaría con ciudadanos informados. 

Es lunes, escucho:

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