La infraestructura verde trata de ser una red de espacios donde la naturaleza es la protagonista; ya sean espacios naturales, protegidos, de interés ecológico o zonas verdes urbanas, entre otras. Todas ellas, por separado y de forma individual, constituyen un enorme potencial pero de forma aislada no logran aportar el gran valor que podrían tener ni lograr uno de los grandes retos del siglo XXI: luchar contra la pérdida de biodiversidad y garantizar los diferentes servicios ecosistémicos. A diferencia de como se suele tratar el tema, es importante mantener una mirada que no se limite a escalas y ver el reto como un conjunto. Desde los ayuntamientos más grandes con sus zonas urbanas y peri-urbanas; las comunidades con sus planes autonómicos; hasta los planes nacionales y europeos.
Estas afirmaciones se justifican en las experiencias pasadas, entre las que cabe destacar la Red Natura 2000. Una iniciativa surgida en los años noventa cuya finalidad fue asegurar la supervivencia a largo plazo de las especies y los tipos de hábitat en Europa. El problema fue que, a pesar de estar pensada en red, su efecto de protección ha sido sobre espacios concretos y no ha conseguido frenar la pérdida de biodiversidad. Esto ha pasado por considerar los espacios protegidos como burbujas aisladas y no tener un pensamiento global sobre el conjunto de la red.
Una ley para impulsar la planificación urbana
¿Cómo se plasmará esta preocupación en el marco normativo? Gracias a la Estrategia Estatal de Infraestructura Verde Conectividad y Restauración Ecológicas (EEIVCRE). Se trata de una normativa que se espera que se materialice este año y para la que han contado con numerosos expertos de múltiples materias, entre ellos nuestros compañeros de alianza Creando Redes. La EEIVCRE –dependiente del Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente- buscará servir como una guía de objetivos y recomendaciones para poner fin a la fragmentación que existe en cuanto a visiones del peso que debe tener la restauración ecológica en los diferentes niveles administrativos. Algo que no ocurre ahora mismo, cuando autonomías como la Comunidad Valenciana destacan por haber emprendido el camino de forma pionera y tener sus propios instrumentos legislativos para apostar por la infraestructura; o ciudades que ahora son referente incluso fuera de nuestras fronteras, como Vitoria o Zaragoza con suPlan Director de Infraestructura Verde.
Ese concepto, el de verde como único color de la naturaleza se vería durante toda la jornada, ya que es necesario recordar cuando hablamos de infraestructura verde que esta también está compuesta por terrenos agrícolas, humedales, parques, reservas forestales, e incluso por espacios marinos (que regulan de forma natural los caudales de aguas pluviales, las temperaturas, el riesgo de inundaciones y la calidad del agua, el aire y los ecosistemas). Con esta visión más global podemos empezar a ver todas las ‘patas’ que debe tener la infraestructura verde y todas las materias que se ven afectadas/potenciadas en este tipo de intervenciones: Medio Ambiente, Patrimonio, Economía, Turismo, Cultura, Identidad, Salud, etc. Y así hasta llegar a la preocupación del Desarrollo Urbano Sostenible por los problemas sociales, económicos y ambientales, que no pueden separarse del tema que estamos tratando.
Crédito de las imágenes
01- Plano de Bilbao donde se reflejan las zonas naturales y urbanas en el encaje metropolitano de la ciudad (fuente: Paisaje Transversal y C+LL)
02- Imagen aérea de la zona en la que se implantó el proyecto ‘Room for the river’, en Holanda. (fuente: www.ruimtevoorderivier.nl)
03- Cartografía de Pinto en función de la naturaleza de los distintos ámbitos del término municipal, que cuenta con un gran espacio verde protegido (fuente: Paisaje Transversal)
04- Propuesta de diseño resiliente para la ciudad de Nueva York, a propuesta de un concurso tras el huracán Sandy (fuente: Rebuild by Design)