Ingredientes para un enigma

Publicado el 26 agosto 2014 por Angeles

¿Se imaginan ustedes que existiera un libro escrito en un idioma que nadie entendiera? ¿Y que estuviera además lleno dedibujos y gráficos que nadie supiese interpretar? ¿No sería intrigante un libro así, de factura medieval, de cuidada caligrafía y vivo colorido, que hubiera llegado hasta nosotros sin título, sin fecha y sin nombre de autor? Pues lo cierto es que tal libro existe, y que no son estos los únicos hechosinteresantes relacionados con él.Pensemos ahoraen un joven polaco, químico de formación, que por motivos políticos fue encarcelado y deportado a Siberia en 1885;que cinco años después consiguió escapar y que tras diversos avatares consiguió llegar a Londres, donde se estableció definitivamente y comenzó una nueva vida como coleccionista y vendedor de libros antiguos y curiosos. El joven se llamaba Wilfrid Voynich.
 Ahora nos vamos a Italia. Allí, en la ciudad de Frascati, había un antiguo edificio llamado Villa Mondragone, que pertenecía a la Biblioteca del Vaticano y que los  religiosos jesuitas habían convertido en escuela privada. A principios del siglo XX, necesitados de dinero, los religiosos  decidieron  vender parte de los fondos de su biblioteca. Ante tal reclamo para bibliófilos no es de extrañar que Voynich viajara hasta allí y acabara comprando una buena cantidad de manuscritos. Entre ellos estaba el libro indescifrable, que desde poco después sería conocido como Manuscrito Voynich.  Esto ocurrió en 1912 y desde entonces hasta hoy el manuscrito Voynich ha seguido siendo un verdadero misterio sin resolver. Muchos expertos, incluido el propio Voynich, trataron de descifrar el contenido de sus páginas, y tan imposible resultaba que algunos decidieron que el libro era una falsificación, que el idioma en el que estaba escrito era una lengua inventada y que en realidad no había nada que descifrar porque no significaba nada.Se llegó incluso a acusar al propio Voynich de ser el autor del fraude, de haber creado un falso libro antiguo. Sin embargo, investigaciones posteriores permitieron datar con certeza el manuscrito en el siglo XV. Y también se averiguó que el lenguajeen el que está escrito tiene rasgos en común con las lenguas naturales. Es decir, no era un lenguaje inventado, sino un idioma real codificado.  Esto llevó a pensar que el libro pudiese ser un tratado de alquimia, pues los alquimistas, considerados herejes, publicaban sus estudios e investigaciones en textos cifrados. Pero teorías sobre el contenido y el idioma del libro hay otras muchas, como la que afirma que se trata de una obra de juventud de Leonardo da Vinci; la que propone que se trata de un manual de higiene escrito en alemán medieval y en espejo, es decir, con la caligrafía invertida; la que asegura que es un texto escrito en un idioma secreto y que Jesús entregó a Judas; o mi favorita, según la cual el manuscrito Voynich es un libro llegado del futuro, escrito en hebreo cifrado y que trata sobre tecnología alienígena.
A pesar de todos los intentos, serios o disparatados, por descifrar el enigma, Voynich murió en 1930 sin saber cuál era el mensaje de su libro.El siguiente propietario del manuscrito fue un coleccionista americano, Hans Peter Kraus, que lo compró a los herederos de Voynich en 1961, y que en 1969 lo donó a la Biblioteca Beinecke de la Universidad de Yale, donde se conserva en la actualidad. Y de actualidad vuelve a estar el manuscrito Voynich en 2014. El pasado mes de febrero se anunció que Stephen Bax, lingüista de la universidad de Bedfordshirey experto en manuscritos medievales, ha conseguido penetrar en el misterio del libro y dar con la clave para desentrañarlo, utilizando minuciosas técnicas de análisis lingüístico. Así ha logrado decodificar nueve palabras, correspondientes a nombres de estrellas y plantascomo tauro, centaurea, algodón o eléboro. Según el catedrático, estas palabras, que pueden ser el punto de partida para descifrar el texto completo, llevan a pensar que el manuscrito Voynich es probablemente un tratado sobre la naturaleza y que está escrito en alguna lengua oriental.Qué emocionante tiene que ser descubrir el misterio de un libro cuyas páginas han permanecido en silencio durante 600 años. Qué emocionante debió de ser para Wilfrid Voynich intuir la importancia del manuscrito que le había comprado a los frailes italianos. Y qué emocionante es imaginar a alguien, perdido en el tiempo, escribiendo esas páginas, llenándolas con palabras secretas y dibujando, a la pobre luz de una vela, enigmáticas figuras. Alguien queriendo dejar testimonio de sus ideas; queriendo preservar, con enorme esfuerzo y dedicación, lo que sabía de su mundo  que es también el nuestro.  


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