Ingress, un juego de realidad virtual que te dejará con la boca abierta

Publicado el 26 diciembre 2013 por Unionmovil @unionmovil

 Ingress, un juego de realidad virtual que te dejará con la boca abierta

Hace poco más de un año, Ingress arrancaba en beta cerrada mediante invitación. Obtuve la mía pronto pero se quedó guardada en el cajón de “para cuando tenga tiempo”. Ese cajón no se abre nunca de forma oficial, pero de vez en cuando me fuerzo a tomar algo para intentar que no siga creciendo a ritmo exponencial.

Reconozco que Ingress me sorprendió, y durante el poco tiempo que llevo usándolo me ha animado a hablar de este juego de realidad aumentada en tiempo (casi) real. Aquel que haya querido acercarse a este juego lo habrá hecho ya durante este año, y aún así puedo darle un enfoque diferente y, creo, interesante incluso para aquel que tenga el sello de “Founder” con orgullo.

Qué es Ingress, y por qué es más que eso

Sobre el papel, Ingress es sólo un juego de realidad aumentada. Dos ejércitos de agentes, los Iluminados y la Resistencia, luchan por controlar zonas del planeta. La energía es la Materia Exótica (XM), y gastándola se pueden realizar acciones. La fundamental, conquistar y controlar portales, puntos donde se concentra la materia exótica y que suelen estar en puntos de interés del mundo real, como edificios históricos, plazas, monumentos… o lugares más simples como parques o fuentes.

El control de estos portales se realiza mediante la instalación en el mundo virtual de “resonadores”, objetos que marcan un portal como propiedad de tu facción. Estos objetos virtuales se sitúan en unas coordenadas físicas reales, al igual que sucede con los portales, y para verlos necesitamos mirar en nuestro visor, nuestro terminal Android.

De izquierda a derecha: un portal neutral, instalación de resonadores y creación de enlace

Así contado no tiene demasiado interés. Entonces miras un poco el trasfondo vivo del juego, en constante expansión gracias a las acciones de cientos de miles de jugadores de todo el mundo, y entiendes que Ingress es un juego global, donde las pequeñas acciones de un agente recién llegado pueden tumbar estrategias que grandes fanáticos han estado trazando durante días.

Una misión global

Siendo un recién llegado al juego, probé a realizar las acciones más típicas para un novato. La primera, “hackear” un portal sin dueño: acercarte a menos de 40 metros de uno de estos hitos virtuales y extraer materia exótica y objetos. Una vez que tienes resonadores en tu inventario, toca reclamar ese portal para tu facción.

Para ello, te sitúas físicamente a 40 metros del portal virtual, gracias a la pantalla de tu Android convertida en escáner, y pulsas el botón de instalar. Al momento, cualquier otro jugador que esté mirando su escáner o el mapa mundial puede ver el cambio de color de ese portal, ya reclamado.

Lo siguiente es enlazar portales entre sí, para crear “áreas de influencia”. Los ciudadanos que vivan en esas áreas, lo sepan o no, ahora contribuyen al valor de influencia global de tu facción. Es un valor que, para mi sorpresa, es muy equilibrado y rara vez se aleja más de cinco puntos del 50-50.

Comienzas uniendo portales muy próximos, porque por tu nivel tus enlaces tienen poco alcance. Decenas de metros. Los agentes más experimentados pueden enlazar portales de diferentes continentes. Eso sí, dos enlaces no pueden cruzarse, sean de la facción que sean. De repente, esos pequeños enlaces que has creado impiden que otros agentes comuniquen ciudades entre sí, sólo porque tus pequeños campos justo cortan la línea recta entre poblaciones.

Es más, ese campo empieza a llamar la atención de agentes rivales, que hasta ese momento no se habían percatado de un portal de máximo nivel que había en la zona… Acabas de poner en evidencia una fuente de recursos, una especie de piso franco de un agente aliado, donde acude a reponer fuerzas y recoger objetos. Vaya…

Y no todo es construir. Si hay dos bandos enfrentados habrá lucha. Podemos dedicar nuestra materia exótica a atacar los resonadores de un portal enemigo, hasta que caigan, para luego instalar nuestros resonadores y cambiar así su color. Claro está, sufriremos el “daño” producido por los sistemas de defensa instalados en el portal.

La importancia de la comunidad

Ingress es un juego social, donde las interacciones y colaboraciones entre agentes son fundamentales para el progreso de tu facción. ¿Qué haces si un agente rival ataca uno de tus portales, y tú te encuentras a 20 kilómetros de allí? Puedes tratar de defenderlo a distancia, cargando energía en los resonadores, pero lo más probable es que la mejor defensa sea la de un agente aliado que esté cerca y pueda echar una mano.

Ese ataque puede romper enlaces que costaron días y días montar, y puede que para recuperarlos necesites pedir ayuda. El sistema de mensajería interno de Ingress hace que los mensajes estén asociados a una facción y a una zona, de tal forma que todos los agentes que se encuentren en un determinado radio puedan leer tus peticiones de ayuda, o tus consejos y recomendaciones.

De esta forma, conoces a agentes aliados que “trabajan” en tu área, y formar parte de la comunidad de agentes es algo instantáneo y directo. Estés donde estés: si haces turismo por cualquier país remoto, no tienes que buscar a agentes de esa zona, tan sólo dejar de saludo y leer sus respuestas. Es típico leer un “hola, estoy de paso, ¿en qué puedo ayudar?”.

Ingress requiere constancia, mimos y cuidados

¿Has conquistado un portal? ¿Lo has protegido con escudos y otros mecanismos de defensa? Pues pasa como con las macetas, que son muy bonitas pero si no las riegas las pierdes. Los resonadores poco a poco se van gastando, así que cada cierto tiempo debes consumir tu barra de energía para recargarlos. Por tanto, Ingress requiere cierta constancia o pronto tus progresos se desvanecen.

Puedes pedir a otros agentes un poco de apoyo si vas a estar fuera de juego por un tiempo, pero cada uno tiene su propio plan de juego y áreas de influencia que mantener, así que no te extrañe regresar en unas semanas y ver que tu zona a cambiado a neutral, o lo que es peor, al otro bando.

Aún así, a veces interesa construir y abandonar. Tomar un portal neutral y construir nuevos campos es la forma más eficiente de subir nuestro nivel de agente, obteniendo así más capacidad de maniobra y poder. Así que es habitual construir una red de campos, dejar que se pierdan, y reconstruirlos para ganar más experiencia.

Eso sí, informa a la comunidad de cuál es tu plan, porque puede aparecer algún buen samaritano que se dedique a recargar tus resonadores, cuando tu objetivo es dejar que se apaguen. El diálogo es fundamental.

Tu cerebro trata de asimilar la realidad aumentada

El aspecto social no es el que más engancha a Ingress, sino el efecto que tiene la realidad aumentada en tu cerebro. Tu parte racional te dice que lo que ves en pantalla es una interpretación de una base de datos de puntos de interés, una serie de eventos que reducen contadores cada cierto tiempo, y una serie de marcadores que puestos a 1 indican que hay un enlace activo. Representado en pantalla con efectos especiales y animaciones poligonales. Cosas así.

Pero hay una parte de tu cerebro que mira las vistas que tienes delante, e insiste en imaginar ese enlace que conecta aquel edificio con la fuente de la plaza que hay más abajo, sitios que conoces a la perfección. Es decir, que trata de fusionar esa virtualidad con la realidad. Ha visto ambas realidades, ha visto como interactúan, e intenta mantenerlas unidas.

Dos bandos sin diferencias

En cuanto a los antagonistas, no hay diferencias significativas entre ellos. Verdes y Azules. Iluminados y Resistencia. Cada bando con su propio interés. Según el trasfondo del juego, los Iluminados quieren que la humanidad se beneficie de los usos de la materia exótica, y los de la Resistencia no quieren que el control de la materia caiga en malas manos. La decisión se toma antes de empezar y es permanente.

De cara al jugador recién llegado, el mejor bando al que unirse depende del entorno en el que te muevas. Como se ve por las capturas, elegí Resistencia y me ha venido bien. Mi zona tiene varios bastiones de la resistencia y pocos jugadores iluminados. Así que hay varios portales de alto nivel de los que extraer objetos, y pocas amenazas contra ellos. También había mucho portal sin reclamar. Esto me permite crear campos con poca dificultad y subir rápido de nivel sin demasiado estrés.

Pero si te sucede lo contrario, como es aparecer en zona hostil, pues no hay gran problema: atacando resonadores también se sube de nivel, ofrece más acción y requiere menos perseverancia, aunque es duro cuando tu nivel es bajo.

Lo peor que puede sucederte es que en tu entorno no haya más jugadores y pocos portales. En este caso te tocará desplazarte o solicitar a Niantic que añadan nuevos portales. No siempre aceptan pero tampoco es algo tan infrecuente, sobre todo en zonas donde escasean.

Un rico trasfondo en constante crecimiento

Niantic Labs, la empresa detrás de Ingress, actualiza cada día material de investigación sobre este particular mundo paralelo al nuestro, con ingentes pistas que sólo un puñado de agentes son capaces de descifrar y convertir en códigos. Estos códigos, utilizados en el escáner, otorgan avances de experiencia, energía y objetos raros.

No sólo eso, sino que cada cierto tiempo se organizan campañas y eventos especiales. En la actualidad se está desarrollando uno de los eventos más complejos desde que arrancó Ingress, consistente en recolectar y reunir fragmentos de un poderoso objeto, con ambas facciones luchando por todo el para encontrarlos y agruparlos, luchando contra el enemigo, contra el reloj y contra los kilómetros.

Para que el no iniciado se haga una idea de lo que está suponiendo esta campaña, los agentes deben trasladar estos fragmentos portal a portal, creando enlaces entre ellos. He leído quejas de la dificultad añadida que está suponiendo para la Resistencia, porque para cumplir la misión su camino pasa por conectar Europa con Sudamérica a través de África, donde la escasez de redes de datos hace más complejo crear estos enlaces entre portales.

Para conectar dos portales, un agente ha de visitar ambos portales. Para conectar dos continentes, un agente ha de visitar los portales de ambos continentes. Alguien se supone que lo ha hecho. Lo que lleva a otra conclusión de la que hablaré más adelante: hay quien dedica dinero, y mucho, a jugar a Ingress. No hablo de compras “in app”, sino a billetes de avión.

Cómo cambia Ingress tu vida

Lo que nos lleva al anecdotario y a una ración de estadísticas. Poca gente de nuestro entorno conocerá y entenderá Ingress. Jugar te enfrenta a preguntas extrañas, como por ejemplo por qué queremos acercarnos tanto a ese edificio, si desde aquí se ve mejor. Y desde luego para verlo hay que mirar arriba, no a la pantalla. Tampoco hace falta que estemos quince minutos en la zona, que hay más cosas que ver.

Estas son algunas cosas que, más tarde o más temprano, te pasarán si juegas a Ingress:

  • Cambiarás de ruta para ir al trabajo, para visitar un par de portales que hay de camino
  • Caminarás más de lo que lo hacías, ya que hay portales muy juntos a los que no tiene sentido ir en coche
  • Dejarás un momento el coche en segunda fila para estar más cerca de un portal y recoger objetos
  • Visitarás el típico monumento de tu ciudad al que siempre has dicho de ir y nunca se ha encartado, porque allí hay un portal
  • Volverás cada cierto tiempo a ese monumento al que hasta ahora nunca habías ido
  • Colaborarás en misiones con una madre de familia, un trompetista y un aficionado a las maquetas de aviones, grupo que de cualquier otra forma jamás habría encontrado tema de conversación
  • Vendrá algún amigo de visita turística y tú encantado de volver otra vez a ese monumento con la excusa de acompañarle, tercera vez este mes
  • Te pararás en mitad de las mesas de la terraza de un bar, porque justo allí hay un resonador enemigo que quieres destruir, mientras la familia que cena al lado piensa “qué hace el colgado este…” (anécdota cortesía del agente Interein)
  • Irás más al centro, que hay gran concentración de portales y mucho movimiento
  • Usarás más el transporte público, porque en el centro no hay donde dejar el coche
  • Darás las gracias a un turista belga que ha tumbado un par de portales enemigos, en lugar de estar disfrutando de las vistas
  • Charlarás con el belga y quedarás en que sí, que si visitas Brujas os tomaréis unas cervezas
  • Te plantearás si saltar la valla del parque después del cierre, por aquello de terminar completar el campo que empezaste esta mañana
  • Pensarás que el dato más importante de las características de un móvil no es el procesador o la resolución, sino los miliamperios de la batería
  • Buscarás baterías y cargadores portátiles de batería para tu móvil
  • Y unos auriculares, inalámbricos
  • Le darás una clase magistral sobre realidad aumentada a un par de policías de paisano, y les explicarás que no, que no hay ningún problema en que estés merodeando cada dos por tres junto a un parque infantil porque allí hay un portal con mucha materia exótica

Parece broma, pero los resultados de esta encuesta a jugadores de Ingress resultan muy interesantes.

El 88 por ciento afirmaron que habían visitado lugares a los que de otra forma no habrían acudido. El 74 por ciento conoció en persona a otros jugadores, y el 29 por ciento trabó amistad con ellos. El 93 por ciento anda más ahora juega, un 24 hace más ciclismo, y un 10 por ciento incluso ha hecho senderismo o montañismo para alcanzar portales.

No todo es tan bonito, porque el 16 por ciento dice que ha quebrantado alguna ordenanza local o reglamento a sabiendas para poder jugar a Ingress. Aquí englobamos pequeños allanamientos, dejar el coche en segunda fila, y otros temas de mayor o menor gravedad. Otro 15 afirma “no estar seguro de no haberlo hecho”, lo que no exime de cumplir la ley.

Un 5 por ciento reconocer hacer trampas en el juego, como trucar su posición con el GPS, o mantener abiertas más de una cuenta (“quintacolumnismo”, agentes dobles). Es un porcentaje alto, pero sorprende que haya más gente infringiendo normas reales que normas del propio juego.

El 74 por ciento de jugadores han usado el coche para jugar, así que no todo son paseos por el campo o en bicicleta. Es llamativo que un 2 por ciento haya tomado un avión para un viaje motivado por Ingress.

Ingress, como he dicho, puede llegar a salir caro. No sólo en gasolina o billetes de avión, puesto que un 16 por ciento ha comprado algún dispositivo que le ayude en el juego, como baterías adicionales, y un 8 por ciento actualizó su móvil o su tarifa de datos. Claro está, hay quien no dedica un céntimo a Ingress, sino que tira con lo que tiene.

Resumiendo, que Ingress es un experimento interesante, al que nadie con curiosidad por las posibilidades de la realidad aumentada debería ignorar. Pero con precaución, que engancha y te anima a hacer ejercicio.

No quisiera acabar sin dar un sincero agradecimiento al grupo de la Cantera de la Resistencia de Málaga, sin los cuales la redacción de este artículo habría sido sido más aburrida e incompleta.

Sistema operativo requerido:

Android 2.3 o superior

Via: Xakata Android