A finales del siglo XVIII, las mujeres empezaron a defender en las calles, en las instituciones, en las fábricas y a través de diferentes escritos sus derechos cívicos, políticos y laborales. Olympe de Gouges, directora del periódico sufragista L'Impacient, publica en 1.871 la primera “Declaración de derechos de la mujer y la ciudadana”, dedicada a la reina María Antonieta. En el manifiesto, la feminista se atreve a criticar el sometimiento femenino y a describir al hombre como el gran culpable de su situación, “un ser extraño, ciego, hinchado de ciencias y degenerado, en este siglo de luces y de sagacidad, en la ignorancia más crasa, quiere mandar como un déspota sobre un sexo que recibió todas las facultades intelectuales y que pretende gozar de la revolución y reclamar sus derechos a la igualdad, de una vez por todas". Sus palabras fueron tachadas de incitación a la agitación y su creadora fue silenciada durante la Revolución Francesa, bajo el peso de la guillotina. Sin embargo, el grito por la igualdad, oprimido durante siglos por leyes y normativas oficiales discriminatorias y discursos marcados por la subordinación femenina, no lograría ser acallado del todo.El feminismo como tal nace a finales del siglo XIX como un movimiento de emancipación que cuestiona los valores y la estructura social y que actúa para transformarlos, navegando por las aguas pantanosas de lo político y de lo ético. Mucho ha llovido desde entonces pero parece que siempre quedan resquicios por donde el lodo, en forma de desigualdades veladas y permisibles, resbala y deja su huella. A comienzos del siglo XXI, el problema de la violencia de género sigue acechando en la sombra a todas las mujeres, como también la discriminación sexista o racista en los ámbitos laborales y educativos, y la continua marginación de éstas de los puestos relevantes de toma de decisión política, militar y económica.
A finales del siglo XVIII, las mujeres empezaron a defender en las calles, en las instituciones, en las fábricas y a través de diferentes escritos sus derechos cívicos, políticos y laborales. Olympe de Gouges, directora del periódico sufragista L'Impacient, publica en 1.871 la primera “Declaración de derechos de la mujer y la ciudadana”, dedicada a la reina María Antonieta. En el manifiesto, la feminista se atreve a criticar el sometimiento femenino y a describir al hombre como el gran culpable de su situación, “un ser extraño, ciego, hinchado de ciencias y degenerado, en este siglo de luces y de sagacidad, en la ignorancia más crasa, quiere mandar como un déspota sobre un sexo que recibió todas las facultades intelectuales y que pretende gozar de la revolución y reclamar sus derechos a la igualdad, de una vez por todas". Sus palabras fueron tachadas de incitación a la agitación y su creadora fue silenciada durante la Revolución Francesa, bajo el peso de la guillotina. Sin embargo, el grito por la igualdad, oprimido durante siglos por leyes y normativas oficiales discriminatorias y discursos marcados por la subordinación femenina, no lograría ser acallado del todo.El feminismo como tal nace a finales del siglo XIX como un movimiento de emancipación que cuestiona los valores y la estructura social y que actúa para transformarlos, navegando por las aguas pantanosas de lo político y de lo ético. Mucho ha llovido desde entonces pero parece que siempre quedan resquicios por donde el lodo, en forma de desigualdades veladas y permisibles, resbala y deja su huella. A comienzos del siglo XXI, el problema de la violencia de género sigue acechando en la sombra a todas las mujeres, como también la discriminación sexista o racista en los ámbitos laborales y educativos, y la continua marginación de éstas de los puestos relevantes de toma de decisión política, militar y económica.