Injerencia papal

Publicado el 09 noviembre 2010 por ArÍstides


NADA LE BASTARÁ A AQUEL QUE NO TIENE BASTANTE CON POCO. Epicuro

El que cada uno se valdee su fe como el dios al que reza se lo dé a entender es algo que no me importa, y además es terreno resvaladizo sólo apto para entendidos en materia religiosa. Por lo tanto, al Ratzinger espiritual y creyente le otorgo todos mis respetos, pero no así al Ratzinger estadista que llega con honores de Jefe de Estado y en representación de la Ciudad del Vaticano.

A éste hay que recordarle que comparar el laicismo actual con el de la república de los años 30 es una temeridad por su parte, más cuando ésta llegó al poder ganando unas elecciones y que fueron los fascistas, a los que sus representantes en España pasearon bajo palio durante 40 años, quienes constituyéndose en la “reserva espiritual de occidente”, ampararon con sus actos asesinatos de represaliados, torturas, juicios injustos y la todavía no aclarada separación de niños de madres republicanas condenadas a muerte. Niños que terminaron dados en adopción o en monasterios de clausura pasando antes por centros de una Igleisa que colaboró con lo que sucedía.

El Ratzinger representante del estado del Vaticano debe recordar que el aborto o el matrimonio entre homosexuales forma parte del estado democrático de este país, y que son sus ciudadanos quienes votan a sus representantes y aceptan las normas, aunque no gusten, que éstos redacten en el parlamento. Cosa muy distinta a lo que ocurre en sus asambleas de creyentes (Iglesia) y cónclaves. Manifestar una prudencia necesaria sobre lo que se dice de terceros sería muy indicado para quien no le gustaría escuchar en sus audiencias a Jefes de Estado condenando hechos como los del Banco Ambrosiano y su conexión con la mafia, donde se hallaba Monseñor Marcinkus a la cabeza, o los juicios por sacerdotes pederastas, o las inversiones del óbolo de San Pedro en operaciones abyectas, o la quiebra de CajaSur, a la que no acudieron en su socorro las Cajas hermanas Caja Inmaculada y Círculo Católico, por no recordar su supuesto pasado nazi.

Cuando condena la homosexualidad debiera mirar a su alrededor y hacerse eco de cuánto travestido con faldas o cuántas mujeres con velo tiene a junto a él y que, a apesar de ello, cuentan con el respeto de la misma sociedad que él censura. Al máximo mandatario del Vaticano se le pide respeto a las deciones que tome un país evitando intromisiones en las decisiones internas que éste tome. De lo otro, de su rebaño y de la fe se sus ovejas, decir que es algo que sólo a él y a los suyos concierne.