De haber estado vigente tal norma entonces, nunca hubiera podido el juez Baltasar Garzón ordenar el arresto del dictador Augusto Pinochet en Londres, en octubre de 1998, aplicando el principio de Justicia Universal y tras incoar procesamiento en la Audiencia Nacional. En vez de avanzar, retrocedemos. A partir de ahora, esos crímenes quedarán sin castigo y los casos que se estaban instruyendo en España serán sobreseídos, como el del citado José Couso, el genocidio del Tíbet, las torturas chinas contra el movimiento religioso Falun Gong, la masacre al pueblo saharahui, las torturas a presos de Guantánamo o el ataque del Ejército israelí a la Flotilla de la Libertad, entre otros.
Los impedimentos para aplicar la Justicia Universalson, en realidad, ataques a valores morales y la dignidad de los españoles, a los que se les niega la posibilidad de perseguir a criminales que asesinan compatriotas de manera impune, como José Couso, ni pueden investigar e intentar castigar salvajadas que masacran a la Humanidad, como las torturas, los secuestros y la piratería. Si la ley no está por encima del dinero, ¿qué legalidad ampara nuestros derechos como simples ciudadanos en cualquier lugar del mundo? ¿Qué modelo de sociedad pretende imponer el Partido Popular en su afán por recortar, también, libertades y derechos consagrados en nuestro ordenamiento jurídico? Algún día habrá que planteárselo.