Inma pelegrín

Por Acalvogalan

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Mª Jesús Caro Porlán

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Antonio Marín Albalate

Juana J. Marín Saura

Sebastian Mondéjar

Alex Díaz Pimienta

Javier Orrico

Breve biografía

Puse mis pies en la tierra el mismo año en que el hombre puso los suyos en la luna. Lo hice en Lorca y, aunque no me preguntaron para ello, si lo hubiesen hecho habría dicho que sí. Trabajo de lunes a viernes contando microbios, algunas tardes como consejera en mi consulta de psicología y, según se tercie el fin de semana, en la Casa Colorada, una casa de turismo rural. Mientras, veo crecer a tres niños y tres perros que, milagrosamente, comen casi todos los días y consiguen ser estupendos a pesar de mis cuidados. De vez en cuando viajo para comprobar que soy la misma aquí que allí. Aprovecho los semáforos en rojo para juntar palabras, unas con otras, y gracias a esa costumbre hay un par de libros que tienen mi nombre en la cubierta. Uno se llama Trapos Sucios y el otro Óxido. En este último, además de mi nombre, puede leerse Premio Gerardo Diego de Poesía.

Poética

Escribo poemas porque son cortos y siempre tengo prisa.

Poemas

PRIMERA ENSEÑANZA

El globo se dirige,

en su ascenso imparable,

camino al firmamento.

Como si adivinara el recorrido

se balancea, toma

recodos transparentes en el aire.

Arrastra tras de sí

la cuerda que lo uncía,

se aleja y disminuye

hasta hacerse invisible.

Su determinación no entiende de nostalgias.

En la esencia del helio sólo hay libertad.

Atrás quedó la feria con un niño

que, al volver la cabeza, recibió,

de su mano vacía,

la primera enseñanza.

CRACK


El vaso resbaló. 

Quebró con su estallido

una conversación irrelevante

llenando de pedazos de cristal,

de ruido y de reproches la cocina.

Con el firme propósito

de eliminar los restos del naufragio,

meticulosamente,

barrimos y fregamos las baldosas.

A pesar de que es mucho

el tiempo transcurrido, desde entonces,

todavía me asombran las esquirlas

que, hirientes, en las suelas aparecen. 

Acechan, contumaces, nuestros pies

ocultas bajo el zócalo.

Entre tanto, el rencor afila sus aristas.  

ANTIMATERIA

Hay un vértigo oculto en cada átomo.

En la mínima parte de las cosas

se encuentra, pertinaz, la inconsistencia.

Unas cuantas partículas,

que giran incesantes alrededor de un punto,

dan como resultado

la aparente quietud de la sustancia.

Cuando en el interior de la molécula

y un ochenta y cinco por ciento en vacuidad,

la solidez es una presunción.

Tal vez sea la causa

por la que no podamos

tener una certeza o un principio al que asirnos:

saber que nuestros cuerpos,

lo que quisimos ser y lo que amamos,

la tierra que lo habrá de cubrir todo,

la materia de cuanto conocemos

está principalmente

compuesta por vacío.

De Óxido (ed. Pre-textos)