En 2014, Errata naturae recuperó Sofia Petrovna. Una ciudadana ejemplar, una novela de la escritora Lidia Chukóvskaia (San Petersburgo, 1907 – Moscú, 1996), inédita hasta la fecha en castellano, que narra con una simplicidad exquisita la vivencia de una mujer trabajadora que ha perdido a su marido por las purgas estalinistas de los años treinta. Además de por sus méritos literarios, dicha obra destaca por su valor testimonial, ya que la escribió en plena Gran Purga, a escondidas, en un cuaderno (y plasma, por lo tanto, el desconcierto, el miedo ante lo que todavía se desconocía), y se inspira en su propia experiencia, pues su marido, el físico teórico Matvéi Bronstein, fue arrestado y ejecutado. Más adelante, Chukóvskaia, mujer de letras con muchas facetas (narrativa, poesía, ensayo, crítica) y participante activa en el círculo literario (uno de sus libros más importantes reúne conversaciones con Anna Ajmátova, gran amiga suya), perdió el derecho a publicar en la Unión Soviética por su apoyo a los autores disidentes.Lidia Chukóvskaia vivió en unos tiempos convulsos, que dejaron una impronta en sus novelas en forma de denuncia social. Inmersión. Un sendero en la nieve(1967; Errata naturae, 2017), pese a ser un título independiente a Sofia Petrovna, y de factura distinta, se puede leer como una especie de continuación, situada, eso sí, más de diez años después. Si el primero se centraba en las mujeres que se consumían haciendo cola, a la espera de noticias sobre sus maridos e hijos deportados, en Inmersión, un texto escrito entre febrero y marzo de 1949, encontramos a una escritora llamada Nina Serguéievna (alter egode la autora, que esta vez no se camufla bajo la identidad de empleada; ya no pretende representar a todas las mujeres sino ahondar en su rol de literata), que ha asumido su viudez y relata su vida en el contexto de un régimen en el que, en apariencia, las aguas se han calmado un poco, pero bajo la superficie asoman la censura y las amenazas. Además, no ha superado los trágicos sucesos de 1938.
Hoy había comprendido en qué consistía mi culpa. Lo comprendí mientras soñaba. Estaba viva. He ahí mi culpa. Yo vivía, seguía viviendo, cuando a él lo habían arrojado al agua a bastonazos. Él había regresado un instante para reprochármelo. Y eso era lo que había soñado.Nina, la narradora, pasa una temporada en una residencia de Finlandia para autores y otras personalidades culturales, gracias a la Unión de Escritores. En Moscú ha dejado, por estos meses, a su hija Katia. En el hotel se relaciona con el resto de huéspedes, dan largos paseos por el campo, conversan… Y vuelve a aparecer el dolor. En teoría, Nina está escribiendo y trabajando en una traducción, pero pronto todos sus esfuerzos se concentran en hablar con Bilibin, un novelista que, como su esposo, fue destinado a un campo de trabajo durante la Gran Purga. A ella, por aquel entonces le dijeron que su marido había sido deportado sin derecho a correspondencia, y tardó en descubrir que en realidad estaba muerto. Ahora ve en Bilibin una oportunidad para conocer qué sucedió con él, cómo eran las condiciones de los deportados. No es una conversación fácil, porque Bilibin intenta olvidar. Sin pretenderlo, lo delicado del asunto provoca un acercamiento entre ellos, aunque también se revela una distancia insalvable.Nina se relaciona con otros personajes memorables, todos heridos por el pasado: la mujer inquieta porque ha dejado de tener noticias de su hermana; el hombre que perdió a sus dos hijos, quemados; la joven que vivió la Gran Purga siendo una niña pero aun así quedó marcada, condenada a una existencia sin posibilidades. Lo que llega de Moscú no resulta esperanzador, se producen nuevas deportaciones, las revistas están bajo control. Nadie se halla a salvo, todos arrastran una losa pesada. Inmersiónno está tan «novelado» como Sofia Petrovna(que tenía una clara finalidad didáctica: la de dar a conocer, en un registro accesible, lo que estaba ocurriendo en la Unión Soviética), se le notan más las resonancias autobiográficas y está construido a modo de diario de la escritora durante su estancia en el hotel. Más que en la «trama», su interés reside en las observaciones de Nina y en los testimonios de quienes la rodean, que poco a poco conforman una novela de múltiples capas (social, política, psicológica).En el fondo, Inmersiónplantea un debate, sin duda enraizado en las preocupaciones más habituales en un creador de la Unión Soviética: qué se puede escribir, si es que se puede escribir, en esas circunstancias políticas. Los autores afines al régimen se han amoldado a la falta de libertad y se limitan a contar relatos banales. La «verdad» de lo acontecido no se puede publicar por la censura (como le ocurrió a Chukóvskaia con Sofia Petrovna, que no vio la luz en su país hasta cincuenta años más tarde). Nina, narradora intelectual, gran conocedora de la literatura rusa, analiza la relación entre la producción literaria y la situación sociopolítica de cada época. De la suya, detesta la tendencia a los estereotipos y la falta de veracidad ocasionada por las prohibiciones. Su punto de vista es una crítica desde dentro: ella misma se ha beneficiado de un programa, pero aun así rechaza la opresión del sistema y le cuesta simpatizar con los colegas que han aceptado las imposiciones sin protestar.
¿Para qué, pues, acometo esta inmersión?Quiero encontrar a mis hermanos, si no ahora, por lo menos sí en un futuro.Todo lo que vive necesita fraternidad, y yo también la busco. Escribo un libro para encontrar a mis hermanos, aunque sea en un porvenir desconocido.
Lidia Chukóvskaia
El título alude a sus sesiones de escritura, «inmersiones»: el acto de concentrarse en la narración, que en su caso implica volver al pasado, a las largas colas, a su marido muerto; incluso reproduce un relato con el mismo universo que Sofia Petrovna. Nina no olvida ni perdona; quiere hacer memoria, reconstruir los hechos, denunciar los crímenes, recordar a las víctimas. Le duele el pasado, pero no lo esquiva sino que lo mira de frente; una actitud comprometida, que, tal como muestra en esta novela, no todos comparten (si bien tiene empatía suficiente para tratar de entender a los demás). Al igual que Sofia Petrovna, está narrado con un estilo sencillo pero de hondo calado; comunicar verdades complejas con simplicidad formal parece ser su lema. En esta ocasión, contiene más referencias eruditas y sutilezas por la condición de escritora de la protagonista. El libro, en general, va de menos a más, crece página tras página hasta conmover; un retrato brillante de un ambiente bohemio castrado por el miedo, el silencio y el instinto de supervivencia.Citas en cursiva de las páginas 28-29 y 53.