Innovando para Sentirnos Vivos

Por Av3ntura

La mejor excusa a la que recurrimos cada vez que nos da pereza hacer algo es la de que "todo está ya inventado". Y, lo más triste de todo, es que este argumento lo enarbolamos con absoluta convicción, como si se tratase de una verdad inmutable.

Algo parecido nos ocurre cuando un libro o una canción nos gustan mucho: tendemos a pensar que ningún otro autor o ningún otro artista podrán superar la calidad ni el éxito de esas obras.

Pero nos equivocamos y, basta el tiempo que tardamos en leer otro libro de ese mismo autor o de otro y que en la radio del coche anuncien la publicación del nuevo disco de esa misma cantante o de otra para que, nosotros mismos, seamos conscientes de que nos precipitamos al dar por hecho que lo mejor ya se había creado.

Imagen encontrada en Pixabay

Nada nuevo surge completamente de la nada, sino que es el producto de una sucesión de modificaciones de lo ya existente.Nuestros antepasados del neolítico ya utilizaban herramientas cortantes que cumplían el mismo cometido que nuestros actuales cuchillos, pero han sido imprescindibles los cambios que han tenido que experimentar durante milenios aquellas piedras de sílex afiladas hasta llegar a nuestros fantásticos cuchillos de diseño. Del mismo modo, todos los recursos de que disponemos hoy en día, han sido fruto del continuo empeño del ser humano por no conformarse con la realidad conocida y tratar de ir siempre un poco más allá.

Así, los móviles de los que no nos desprendemos en todo el día son el resultado de décadas de innovación en telecomunicaciones y en cibernética. De ningún modo habrían sido posibles sin el ingenio de pioneros como Alexander Graham Bell oAlan Turing.

Ha llovido mucho desde aquellos primeros teléfonos y aquellos primeros ordenadores en los que todo se limitaba a códigos binarios. Más ha llovido aún desde que Gutenberginventara la imprenta, pero gracias a su ingenio hoy todos tenemos acceso a los libros. Un privilegio que durante demasiado tiempo había estado reservado a los monjes de los monasterios, que eran los designados para su custodia y a quienes miembros de las familias mejor posicionadas socialmente encargaban copiar de forma artesanal los códices originales a precios que podían alcanzar cifras desorbitadas.

Anthony Brandt y David Eagleman, en su libro La especie desbocada, narran la forma cómo los seres humanos hemos tratado de luchar siempre contra esa falacia de "todo está inventado".De cómo hemos sido capaces de idear técnicas para darle la vuelta a la realidad, doblándola, fragmentándola y mezclándola para, constantemente, conseguir crear cosas nuevas a partir de las ruinas de las que consideramos viejas.

Siendo honestos, hemos de reconocer que, efectivamente, todo está creado, pues todo lo que utilizamos diariamente parte de elementos primarios que son tan antiguos como el planeta. Pero lo que somos capaces de hacer a partir de ellos, gracias a nuestra curiosidad, a nuestro empeño y a la creatividad que nos impulsa a idear otras formas para las mismas cosas, se convierte en realidades completamente nuevas que merece mucho la pena explorar.

Es como llegar a entender por qué uno más uno siempre es mucho más que dos. Porque cuando convergen dos realidades en una conjunta, seguimos teniendo dos realidades más la que se crea de la mezcla de las dos iniciales.Igual que acertando la combinación de números que salen de un bombo de lotería nos puede cambiar la suerte, al atrevernos a doblar, fragmentar o combinar ideas nos puede llegar a cambiar el sentido de nuestra vida.

Dada la infinidad de elementos primarios con los que contamos en contextos como la naturaleza, nuestra cultura, la historia que nos sostiene, o nuestro propio lenguaje, las combinaciones de esos múltiples elementos nos ofrecen un abanico de posibilidades también infinitas. Cada una de ellas nos confiere un modo distinto de entenderlo todo y de entendernos a nosotros mismos.

Si lo pensamos bien, desde el punto de vista de la biología, la vida que llevamos los humanos del siglo XXI no difiere mucho de la que debieron llevar los primeros humanos sobre la Tierra: Nacemos, crecemos, nos reproducimos y morimos. En ese tiempo que nos toca vivir, la constante es la lucha por mantenernos y mantener a nuestras familias, igual que hicieron nuestros ancestros. Pero, desde el punto de vista de la antropología y la sociología, parecemos a estar a años luz de aquellos primeros humanos. Lo que ha hecho posible esa distancia no es otra cosa que la innovación

Pese a que en todas las épocas han habido ejemplares de humanos que se han rendido antes de tiempo al considerar que su suerte estaba echada y que nada podía cambiarla, también han habido muchos otros que han pensado que, combinando piedras y fuego, podían crear herramientas y armas de metal; que inventando cuerdas, ruedas y molinos podían conseguir mejoras notables en su vida cotidiana; que explorando más allá del territorio conocido y vendiendo a otros lo que no iban a consumir podían idear otras formas menos lastimosas de ganarse la vida.

Quienes jugaron un papel especialmente destacable fueron las primeras mujeres que se rebelaron contra la imposición de los patriarcados.Al principio fueron muy pocas y muchas de ellas pagaron su osadía con sus vidas. Hipatia de Alejandríafue una de ellas. Mujeres que no sucumbieron a un destino impuesto por el capricho y la ambición de los hombres de las familias en las que habían nacido. Que prefirieron muchas veces la propia muerte o los conventos a matrimonios forzados en los que acabasen muriendo en alguno de sus múltiples partos o anuladas completamente como personas.

Esas pocas mujeres valientes fueron como velas que alumbraron un camino por el que las que las sucedieron pudieron escapar e ir abriéndolo y ensanchándolo un poco máshasta llegar al momento actual en que, afortunadamente, la mayoría de las mujeres ya no permite que decidan por ellas.

Tener nuestras necesidades biológicas cubiertas nos permite sobrevivir, pero no nos garantiza una vida que nos motive. Porque VIVIR es otra cosa. Es sentir la necesidad de seguir aprendiendo de todo lo que nos rodea y de lo que está detrás. Es soñar con ser capaces de derribar nuestras propias barreras mentales para liberarnos y avanzar hacia donde nos lleve la curiosidad. Es atrevernos a cuestionar lo conocido y a hacerle un hueco a lo que, a priori, no alcanzamos a entender pero queremos entender. Y, lo más importante, es no ponernos excusas para no vivir, para no emocionarnos, para no despeinarnos cuando nos acaricia el viento.

Estrella Pisa

Psicóloga col. 13749