Por Gabriel Arba
Es fácil decir: estamos en crisis y nada funciona; todo va mal, las administraciones no tienen dinero, las familias no tienen dinero, nadie gasta, nadie consume, etc. Es cierto que los cambios son muy dolorosos pero no queda otra que luchar por salir adelante; adaptarse y cambiar o "morir". Es cierto que el gasto de familias, empresas y administraciones ha disminuido en ciertos productos y servicios, en ciertos sectores, sin embargo ha aumentado en otros.
Para dejar la crisis atrás, lo primero que hay que hacer es, dejar de lamentarse y empezar a verla desde otra perspectiva: como una oportunidad. Allí donde unos se aferran a lo conocido igual que los liliputienses Hem y Haw del cuento "Quien se ha llevado mi queso", otros le dan menos vueltas y aceptan enseguida la realidad; buscan nuevos queso si el que tenían se ha acabado. Si un sector no tiene futuro habrá que ir pensando en otros, cuales con los cambios producidos están en auge. Claro que para esto se necesita hacer increíbles esfuerzos en adaptarse, y la comodidad es fácil que se imponga en la mayoría de los casos. Lo desconocido aterroriza a grandes y pequeños sin embargo, si quieren "sobrevivir" habrá que intentarlo antes de que sea tarde.
Siempre he estado convencido que es posible aprender echando la vista atrás, a otros periodos de crisis, y sin duda me gusta el modo como un gran empresario europeo al cual admiro, el alemán Horst Brandstatteer accionista de PLAYMOBIL tomo la valiente decisión de darle vida a Geobra, empresa heredada que en aquel momento estaba fabricando el famoso hula hoop; debido al encarecimiento de la materia prima, decidió crear otro producto que pudiera vender, pero de pequeñas dimensiones, que necesitara menos material par su fabricación. Guiado por la intuición contrato al ingeniero Hans Beck quien posteriormente creo las figuras PLAYMOBIL mundialmente conocidas. ¿Crees que apostar por algo nuevo es una decisión fácil de tomar? No lo es, pero en ocasiones no queda más remedio que hacerlo, o darse por vencido antes de empezar la lucha siquiera. Lo más fácil, en este caso, probablemente hubiera sido lamentarse por la subida de la materia prima y sacrificar los beneficios de varios años con la esperanza de que algún día ésta volvería a su anterior coste. También pudo haber optado por vender la empresa a otros que la hicieran más rentable negociando con los proveedores, controlando mejor los gastos, reestructurando la empresa, etc. Este hubiera sido el camino fácil pero decidió adaptarse e innovar. Es lo que hace falta, más innovación y menos lamentaciones.
La pregunta es ¿quien seria ahora Horst Brandstatter y cuanto dinero tendría si la decisión hubiese sido deshacerse de su empresa?
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