Inquina funcionarial

Por Siempreenmedio @Siempreblog

Hace unos días, mientras navegaba entre las tempestuosas olas de las redes sociales, me hallé frente a una realidad de la que poco se habla. En esta sociedad de lo políticamente correcto, donde todos somos fácilmente catalogables como "ofendidos" u "ofensores", es difícil levantar la voz y saberse la nota discordante.

Y es que, ¿quién no ha escuchado alguna vez algún chiste sobre la productividad y la profesionalidad de los funcionarios? Es más, ¿quién no ha sido micrófono de alguna broma dirigida a ese colectivo por razón de su (des)valía profesional? Me atrevería a decir que menos de los que la realidad justificaría...

Pues bien, el revuelo que había dado lugar a la crucifixión "funcionarial", en esta ocasión, venía ocasionado por el siguiente titular, publicado en un conocido medio de comunicación: "La Agencia Tributaria promete primas a sus empleados si recaudan más por IVA e IRPF". Abrí los ojos y enarqué las cejas, casi se me derrama el café. ¿En serio? Y yo sin saberlo, vaya...

Lo mejor no era la noticia en sí -cuyo titular probablemente ya había provocado el efecto buscado-, sino las múltiples reacciones que se iban produciendo. La red social que albergaba tal debate es una conocida red profesional, donde la violencia verbal y los vómitos que se vierten a diario en otras del género, aquí no llegan o lo hacen de una manera mucho más sutil. En lugar del insulto fácil, rápido y vacío, aquí se insinúa elegantemente la presunta comisión de delitos por parte de los funcionarios... ¡Pues menos mal!

En medio de esa furia calmada, me atreví a leer la noticia antes de abrir la boca. Lo primero que pude comprobar es ya una premisa contrastada en nuestros días: la gente no lee. Y, cuando lo hace, otorga a lo leído una credibilidad que no admite contraste. Ríase usted de la presunción de veracidad que tiene un agente de la autoridad al lado de la que posee cualquier panfleto de tres al cuarto.

Desde mi posición puede sonar ventajista, pero yo he estado en el otro lado: diez años recurriendo actos, liquidaciones y propuestas de la Administración. Y nunca entendí ni formé parte de esa connivencia tácita que flota en ciertos ambientes profesionales sobre la mediocridad de los servidores públicos. Quizás porque llevo muchos años siendo testigo en primera línea del esfuerzo de cientos de alumnos por superarse, mostrando una capacidad a veces sobrehumana de sacrificio, resiliencia, responsabilidad y trabajo. Todo el que haya tenido un hermano, sobrino, tío o primo opositor, sabe a lo que me refiero. ¡Qué suerte ha tenido Fulanito, que se ha sacado las oposiciones! - oyes decir. ¿Suerte? ¿Sabéis lo que es hipotecar tu futuro a una causa sin certezas? ¿Sabéis lo que es congelar tu vida durante meses o años en pos de un objetivo que bien pudiera no llegar nunca? Pues sí, algunos se atreven a llamarlo "suerte".

En muchos casos, estas afirmaciones desdeñosas esconden, simplemente, puro e inocente desconocimiento de la estructura administrativa: son muchos todavía los que hoy en día confunden el genérico concepto de "empleado público" con el más específico de "funcionario". Y claro, todos a la misma saca: los asesores del gobierno de coalición - cuyo número ha batido récords en los tiempos que corren y que rara vez poseen más mérito que el de ser "amigo de"-, con los funcionarios de carrera que han superado un objetivo proceso selectivo entre miles de candidatos, sin más mochila a la espalda que su constancia y trabajo.

Que hay de todo en la vida del Señor es una frase tan popular como certera y no seré yo quien la ponga en duda. En lo público y en lo privado. Pero en un país donde el síndrome de Salomón es enfermedad crónica, se presenta, cuanto menos como sospechosa y digna de estudio, esa inquina venenosa que existe frente a todo lo que venga de un servidor público.

En fin, ya se me ha enfriado el café y, lo que es peor, resulta que al final no me van a pagar más por recaudar más, sino simplemente por echar más horas. Esas horas que no debieran incentivarme si "los dineros" se destinaran a sacar el número de plazas de funcionarios que nos equipararan o, al menos, nos acercaran a nuestros homólogos europeos. Pero claro, esto les sale rentable. Y yo que me había hecho ilusiones...