El Fondo Monetario Internacional (FMI) es insaciable. Nunca tiene suficiente. Devora a sus víctimas hasta terminar con ellas. Si hace seis meses aplaudía el giro a la derecha en la política económica y social del Gobierno Zapatero, hoy le reclama una otra vuelta de tuerca. Exige nuevos recortes sociales, más flexibilidad laboral, reducir las indemnizaciones por despido hasta dejarlas en nada y un plan de austeridad, que consiste en reducir las inversiones y el gasto en servicios públicos como sanidad, educación y pensiones. No deja de ser curioso que una institución que fue incapaz de intuir la crisis económica, la burbuja inmobiliaria, la quiebra del sistema bancario o los engaños de las agencias de calificación, quiera imponer ahora las soluciones a un crack que ellos mismos han provocado. Irlanda, Portugal y Grecia saben muy como se las gasta el Fondo Monetario Internacional. Apritan tanto el cinturón que acaban ahogándote. En Islandia han dicho basta a la tiranía de esta institución y están vislumbrando la luz al final del túnel. En España nos hemos puesto en sus manos y somos rehenes de decisiones que se toman en despachos ajenos, que carecen de ética y principios. Para ellos, las personas valen menos que sus beneficios. En España cuentan con el Banco de España como aliado y con un Gobierno sumiso que cumple sus dictados. ¿Hasta cuándo?