Insolitudes / el pastor y la serpiente

Por El Cuentador

 “Si me pica a mí ese animal  y no viene a tiempo el doctor  señores dueños de casa me dan   pa'echame un palo'e ron”.  Extracto de “La Culebra”, canción popular venezolana.
La serpiente es uno de los animales de más amplio y rico simbolismo en la mitología del mundo. En el mismísimo Génesis, es una serpiente quien incita a Eva a comer del árbol del bien y del mal, cuyo fruto Dios les había prohibido, so pena de morir. Así se lo hace saber Eva, pero la serpiente contraataca con lo que probablemente sea una de las promesas más tentadoras que pueda hacérsele jamás a un humano: “No es cierto. No morirán. Dios sabe muy bien que cuando ustedes coman del fruto de ese árbol podrán saber lo que es bueno y lo que es malo, y que entonces serán como Dios” (La Biblia, versión “Dios habla hoy”).
Pero también en otras culturas la serpiente juega un papel central y no necesariamente perverso o malvado; con frecuencia se asocia con la vida, la sabiduría, la muerte, la medicina, la astucia, lo femenino, el rejuvenecimiento, lo masculino... Los antiguos Egipcios tenían divinidades importantes que representaban como serpientes, como Renenutet, Uadye o Apofis. Entre los griegos, por ejemplo, Hermes, Atenea y Asclepio estaban relacionados con las serpientes, la horrenda Medusa tenía serpientes a modo de cabellos, y Apolo tuvo que vencer a la gran serpiente Pitón que custodiaba el lugar que posteriormente se llamó Oráculo de Delfos (cuyas sacerdotisas fueron conocidas en adelante como pitonisas). En la religión minoica había una diosa-serpiente, también asociada con lo fertilidad, así como con la luna y el sol.
Divinidades serpientes se encuentran igualmente entre los pueblos africanos e hindúes, y Quetzalcóatl y Kukulkán, en las mitologías pre-hispánicas, son dioses que a veces toman forma de serpientes emplumadas. En Australia está el mito de la Madre Serpiente; entre los escandinavos tenemos a Nidhogg, una serpiente o dragón que roe permanentemente las raíces del árbol de la vida de la mitología nórdica; y en el relato de Gilgamesh -posiblemente el relato más antiguo de la humanidad- una serpiente le roba a este la planta de la juventud, que él había ido a buscar al fondo de las aguas. No olvidemos el enigmático Uróboros, la serpiente que se muerde la cola y que aparece en distintas culturas, como símbolo, según los entendidos, de conceptos como la continuidad y el eterno retorno.
Claro que no siempre es recomendable tomar símbolos y relatos de manera literal. Lo importante de un cuento no es tanto que lo relatado sea cierto, como que tenga que ver con experiencias que podamos interpretar como humanas o similares a las humanas, o en todo caso como fuente de conocimiento auténtico. Por ello podemos aprender de una fábula, aunque sepamos que en la realidad una liebre y una tortuga no pueden hablar ni acordar una competencia de velocidad entre ellas. A propósito, ciertas fábulas tienen serpientes de protagonistas, como “La serpiente y la lima”, de Samaniego; la fábula africana de “La serpiente y las ranas”; “La zorra y la serpiente” de Esopo; o “El pato y la serpiente”, de Iriarte. Son muy ilustrativas, pero nadie las asume como literalmente ciertas. Permítame insistir en este punto, por medio de una fábula de mi propia cosecha. La llamaré “El pastor y el serpiente”.
Érase un pastor que agarraba y molestaba a una serpiente constantemente. La serpiente, ya harta del sistemático asedio, le dijo un día al pastor: - Déjame quieta y no te metas más conmigo, que yo, aunque tranquila, puedo ser igualmente muy peligrosa. Pero el pastor respondió: - No lo haré, pues el Gran Poema de la Hermandad de los Pastores dice que nosotros estamos protegidos contra ustedes. - El problema es que a nosotras, en la Cofradía Ofídica, no nos enseñan a leer -dijo la serpiente, que luego mordió al pastor y se fue de allí.
Interprete como desee esta fábula; la intención es que no ande usted por ahí agarrando y manipulando la primera serpiente que encuentre. ¿Qué por qué le cuento esto? Porque algunas serpientes pueden ser mortales y porque hace poco me encontré con una noticia que me pareció tan absurda que tuve que escribir este artículo. Se trata, tristemente, de un hecho real, pero a mi juicio tan desatinado y descabellado, que es punto menos que increíble: Alguien llamado Mark Woldorf, Pastor norteamericano de una iglesia pentecostal en Virginia, fue mordido por una víbora de cascabel durante una práctica conocida como “manipulación de serpientes" en el transcurso de una celebración religiosa, y murió como consecuencia.
Mi primera reacción después de leer la noticia fue: “¿Pero a quién se le ocurre andar agarrando una cascabel en una iglesia (¡o en donde sea!) si no conoce de ello?” Después me pregunté: “¿Y cómo fue que un Pastor llegó a manipular un crótalo en un rito religioso?”. Porque estará usted de acuerdo que desde el punto de vista científico, el asunto es, en principio, una insensatez olímpica.
Pues resulta que desde hace ya más de un siglo existe una corriente cristiana pentecostal, conocida como “manipuladores de serpientes”, concentrada en la zona de los montes Apalaches en los Estados Unidos, y que entre sus particularidades está tomar serpientes con las manos durante el servicio religioso. El fundador fue un tal George Went Hensley, quien introdujo la práctica en una iglesia en Tennesse y que luego fundó su propia iglesia, aparentemente con el requisito de la manipulación de serpientes como evidencia de salvación.
La práctica se funda en varios pasajes de la Biblia, especialmente en Marcos 16: 17 - 18, que dice: “Y estas señales acompañarán a los que creen: en mi nombre expulsarán demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes; y si beben algo venenoso, no les hará daño; además pondrán las manos sobre los enfermos, y éstos sanarán”. (La Biblia, versión “Dios habla hoy”). Pues bien, hay quienes asumen el texto de manera tan literal... ¡que llevan serpientes a las reuniones de su iglesia! Existen impactantes videos disponibles al respecto, en los cuales puede observarse distintas personas durante una celebración religiosa tocando, agarrando y pasándose serpientes, como si se trataran de inofensivos cachorros de Golden Retriever. Pero las creencias son las creencias y en ellas suele haber poder, y hay feligreses que dicen que si en el proceso usted resulta mordido, es porque usted es pecador; si no es mordido o si la serpiente le muerde, pero usted sobrevive, entonces es usted un creyente auténtico. ¿Qué tal?
En el caso que estimuló este artículo, el Pastor Woldorf (a quien pueden observar en acción, en la gráfica ubicada a la izquierda) ya tenía experiencia manipulando serpientes y ya había sido mordido antes, más de una vez, sin consecuencias demasiado graves. En esta ocasión y después de haber manipulado una cascabel, el hombre la colocó en el suelo y se sentó a su lado, pero algo pasó que la serpiente atacó y lo mordió en la pierna, después de lo cual fue llevado a su hogar en lugar de ir directamente a un servicio médico. Sólo cuando empeoró fue trasladado a un hospital, donde murió, lo que infortunadamente no es sorpresa. Pero sí hay datos adicionales que me parecen sorprendentes; por ejemplo, que en 1983 el Pastor Woldorf vio a su padre, de 39 años, morir de una mordedura de serpiente en un servicio religioso. Asimismo, que son ya más de una centena las personas que han muerto por igual causa en estas reuniones, incluyendo otros Pastores, esposas y por supuesto, congregantes; y que el propio fundador, George Hensley, falleció también mordido por una cascabel en circunstancias parecidas. Sí, las creencias son las creencias y en ellas suele haber poder, pero también es bueno trazar algunos límites.
Advierto ahora que no tengo nada en contra de confesiones religiosas (ni contra las serpientes), siempre que se mantengan dentro de la esfera privada (las religiones, me refiero; los ofidios deberían estar en su ambiente natural); que las respeto y que este texto no es un manifiesto en su contra. Yo no seré, personalmente, muy creyente, pero considero que las religiones y las iglesias -con muy escasas excepciones- pueden ocupar un espacio beneficioso en la vida de la gente. Agregaré que hay personas muy queridas para mí que son o han sido miembros de cultos pentecostales y si bien estos cultos no me atraen, he visto en ellos cosas bonitas. Pero para mí es también importante decir que existe una línea clara entre la obediencia a un texto religioso y el hecho de llevar crótalos a una reunión de iglesia. Que creo que no vale la pena exponerse a un riesgo semejante en nombre de ninguna creencia, y que juzgo que un Pastor (o el clérigo de cualquier religión) puede, en general, ser más útil vivo que muerto por una totalmente evitable mordedura de serpiente.
Porque usted puede creer lo que prefiera, tener toda la fe del mundo y asumir cualquier escrito como la más absoluta y literal de las verdades, pero hay hechos también irrefutables sobre las serpientes: por ejemplo, que son venenosas, que pueden atacarle, que ellas no prometen que usted no morirá, y especialmente... ¡que no saben leer!
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