Así como lo leen, unos inspectores de comercio de la Unidad de Gestión del Centro Histórico decidieron rodear completamente a esta mujer con unas vallas metálicas, como si estuviera simulando una celda de prisión, simplemente por encontrarse vendiendo cubrebocas en la calle Miguel Hidalgo, a unos cuantos metros de la Plaza de Armas.
A pesar de que la vendedora les demostró que contaba con su permiso y que este estaba en regla, los inspectores optaron por encarcelarla en plena vía pública, por lo que la comerciante declaró que salir a trabajar para llevar algo de sustento a los hijos se castiga más que estar asaltando a diestra y siniestra.