Los actores que interpretan esta situación son muy conocidos por todos. Por una parte, tenemos a Instagram, una de las aplicaciones que ha crecido más en los últimos tiempos gracias a la facilidad que da al usuario poder tomar fotos desde un dispositivo móvil, aplicarle algún que otro filtro y subirlo a la red.
Y, por otra parte, tenemos a Twitter, la red de microblogging donde la información fluye a una velocidad alarmante y que permite estar enterado de todo lo que está sucediendo en el momento.
Twitter y Instagram vivían en armonía, con buen rollo y con todos los sistemas funcionando entre si. Tu hacías una imagen, la colgabas en Twitter y desde allí podías ver la imagen directamente desde el propio tuit, y aquí paz y después gloria. Bien, por lo menos eso es lo que se ve de puertas para afuera, ya que os puedo asegurar que de puertas para dentro existía una tensión, tanta, que incluso podía cortar el aire.
Esta imagen costará de volver a ver
¿Por qué había tensión? Simple y llanamente: para poder entender la situación, hemos de remontarnos unos cuantos meses atrás, cuando Instagram era una empresa independiente y establecía contactos con los grandes para ganar popularidad.
No obstante, hubo un tiburón que vio que esa empresa podía crecer tanto que podía ser una referencia en el mundo del software de imagen y invirtió en ella, tanto, que al final la terminó comprando. ¿De quien estoy hablando? Efectivamente: Facebook compró Instagram en septiembre (se anunció en abril, pero se hizo efectivo hace tres meses).
Esta maniobra supuso un jarro de agua fría para Jack Dorsey. El creador de Twitter estaba interesado en Instagram, y también invirtió en ella. Pero, lo que son las cosas (y de hecho, así es el mundo empresarial): gana quien pone más dinero encima de la mesa. Este hecho despertó en Twitter (o más bien, provoco que Facebook) empezara una política más “competente” con Twitter, dejando a un lado la cortesía.
Por ejemplo, el pasado mes de julio, Twitter bloqueó a Instagram el uso de datos para ayudar a usuarios de Instagram a encontrar nuevos usuarios.
Adiós a las imágenes previas
Hoy quizá ha sido la gota que ha colmado el vaso, ya que Instagram ha decidido dejar de mostrar la imagen en el tuit del usuario, obligando al lector a tocar el enlace que enlaza esa imagen (y que lleva a la web de Instagram, donde está alojada).
Twitter informaba hoy con lo siguiente:
Los usuarios está experimentando problemas con la visualización de fotografías de Instagram en Twitter. Entre los problemas se incluyen fotos cortadas. Esto se debe a que Instagram ha desactivado la integración con las «cards» de Twitter. Cuando los usuarios hagan clic en un ‘tuit’ con un link de Instagram, las fotos aparecerán cortadas.
Creemos que la mejor experiencia es para nosotros volver a conectarnos con el lugar donde viven los contenidos. Hace unos meses nosotros respaldábamos la función ‘Cards’ de Twitter porque teníamos una presencia mínima en la web
En fin, por mucho que el motivo de la discusión es que Instagram abandone una función en Twitter, la verdad que esta parece ser una relación matrimonial con sabor a divorcio tecnológico. Eso si, parece que no hay vuelta atrás (o por lo menos, si hay remedio, costará mucho de encontrar -y no será gratis-).
En fin, se cierra un capitulo más de la guerra de intereses entre redes sociales. Twitter, Instagram, Facebook, WhatsApp y ahora se ha colado en el escenario Line, una red social de origen chino que está pegando fuerte.
Señores, esto se pone interesante…