Y aquí llegamos a la tercera y última entrega de “pelis malas con escenas de sexo memorables”.
La fría y guapa espía rusa de Golden Eye (1995) -mucho más interesante que la bobalicona chica buena-, mataba a sus víctimas estrangulándolas con un curioso modus operandi: ceñía su tórax con sus fornidas, pétreas y hermosas piernas y crack, los dejaba tiesos como un cascanueces. Pero no es ella la que nos interesa aquí, sino otra mantis religiosa de los años noventa, de belleza eslava, y con un movimiento tijeril de piernas hipnótico. Esto es, Sharon Stone en Instinto básico (1992).
En realidad, escenas de sexo memorables… memorables… no hay, pero hay que reconocer que la película obtuvo una desorbitada celebridad y se supone que, en gran parte, por la carga erótica de sus imágenes. Yo daría más bien todo el mérito a Sharon Stone que consiguió, ella solita, subir la temperatura y que, con este film, llegó a desbancar a la Kim Basinger de los ochenta. Basic Instinct (Instinto básico en España y Bajos instintos en Hispanoamérica, que queda aún más arrastrao), es producto del neerlandés Verhoeven que ya en su etapa hollywoodiense había realizado con éxito pelis de ciencia ficción como Robocop (1987) o Desafío total (1990). En ésta última aunó a un recauchutado Arnold Schwarzenegger, de cabeza monstruosa, con una explosiva y lanza patadas Sharon Stone.
Instinto Básico fue protagonizado, como todos sabemos, por la Stone que, además de estar, lo hace muy bien y por Michael Douglas, que ya estaba machucho pero todavía resultón. La película que alardeaba de un novedoso tratamiento formal del thriller, con estética de vídeo-clip y de la típica fotografía que se puso de moda en los noventa, con películas como Seven o El silencio de los corderos, fue un éxito de taquilla de los de aquí te espero. Y todo el prestigio se lo llevó la rubia, que además de guapa tenía entonces un coeficiente intelectual de 154.
La trama de la historia es tan laberíntica y enrevesada que casi no merece ser contada porque resulta inverosímil. Juzguen ustedes mismos:
Dos policías, Nick (M. Douglas) y Gus investigan a la escritora de novelas de intriga Catherine Tramell (S. Stone) por el asesinato de su novio, una estrella del rock, al que han apuñalado en la cama, con un punzón de picar hielo, en plena mandanga. Resulta que Catherine describe en sus novelas situaciones o escenas similares a lo que ocurre en la realidad, lo cual supone una gran falta de originalidad pero que en acuerdo con la típica estructura de mise en abyme del noir pues queda muy bien. La interrogan, lo cual sólo sirve para que se produzca la famosa escena del interrogatorio y del abre y cierre de piernas, y después el policía, Nick, se vuelve loco por ella, la persigue, se la agencia, sospecha de ella, pero no puede evitar querer estar con ella… le echan del cuerpo, tópico donde los haya, pero ella lo acoge en el suyo… y después de muchos dimes y diretes, de mucho instinto asesino y sexual y mucho susto tonto… al final…
Spoiler: todo acaba de nuevo en la cama, que es el territorio de la Stone, de la mantis femme fatale. Él atado con un pañuelo blanco, la rubia sentada sobre él a horcajadas y dejando al espectador con la duda de si va a sacar o no de nuevo el fálico punzón de hielo para clavarle su aguijón. The end.
La película tuvo, en 1992, dos nominaciones a los Oscar (Mejor montaje y mejor banda sonora original), estuvo nominada a la Palma de Oro en el Festival de Cannes; Sharon Stone estuvo nominada al Globo de Oro como mejor actriz, en cambio Michael Douglas estuvo nominado al Premio Razzie como peor actor. Y es que la interpretación de Douglas como el agente Nick Curran no es ninguna maravilla. Se tuvieron en cuenta a otros muchos actores para ese papel: Wesley Snipes, Bruce Willis, Sylvester Stallone, Jack Nicholson, Charlie Sheen, Richard Gere, John Travolta, Jean-Claude Van Damme, Denzel Washington y Kevin Costner, y al final lo hizo Douglas (a mí siempre me ha gustado más el padre). El mismo Douglas que ya había protagonizado, con la magnífica Glenn Close, Atracción fatal (1987) de Adrian Lyne; que había hecho pareja con Kathleen Turner en varias películas tontainas (Tras el corazón verde (1984), La joya del Nilo (1985)), y la nada tontaina La guerra de los Rose (1987) de Danny DeVito y que había protagonizado Walt Street (1987) de Oliver Stone y Black Rain (1989) de Ridley Scott. Tras Instinto Básico, y esto es muy gracioso, tuvo que pasar por una clínica de desintoxicación de sexo, por la adicción que supuestamente había contraído rodando esta película.
Y las anécdotas no acaban ahí:
La bisexualidad light del personaje que interpretaba Sharon Stone provocó protestas de asociaciones de lesbianas, por considerar que la película proyectaba una imagen negativa de ellas; porque como las rubias eran malas, malas, malas…
Paul Verhoeven tuvo que echar mano del tijeretazo hasta cuarenta veces (esperemos que Rajoy no lea esto) para que no etiquetaran a su film de película porno. Mucha provocación (para los estadounidenses, claro) pero todo dentro de los límites admisibles del producto destinado a todos los públicos, que no era cuestión de perder clientela ni pelas.
Douglas se lo pasó pipa haciendo todas las escenas de riesgo en coche, sin dobles. Y de paso también se lo pasó bien con Sharon Stone porque no utilizaron dobles de cuerpo para las escenas de sexo. Que la Stone estaba/está muy buena y él era un machote.
Finalizaremos este recorrido destacando, como siempre, las secuencias tórridas. Y voy a señalar dos:
1) El bailoteo magreo en una discoteca-catedral (sí, se puso de moda entonces reutilizar un templo sagrado con luces de colores y música tecno abominable) de Catherine (Sharon Stone) con su amante, la otra rubia. Michael Douglas no baila, él solo mira:
2) La célebre secuencia del interrogatorio, en la que Catherine, sentada con un minivestido blanco, y un moño a lo Kim Novak en Vértigo, cruza las piernas y por unos segundos se adivina… algo. Hoy en día parece mentira que la visión de esos segundos causara tanta sensación… pero recordemos que en España era el año de las Olimpiadas. Sharon Stone contó más tarde, en un atisbo quizás de falso pudor, que accedió a rodar la secuencia sin ropa interior pensando que la iluminación sería más discreta.. ¡Ay, tonta!! ¿154 de CI?; Pero ¿no conocía a Verhoeven? ¡Qué después hizo Showgirls!!!