Mientras los que solo toman medidas cuando el cadaver aun está caliente y piensan en definir lo que será insulto, insultito o insultazo en un repentino y puede que acertado ataque de sentido común, como si todo fuese algo que apareció de repente en las gradas de nuestros grandes estadios, en los pequeños seguimos semana a semana contando agresiones físicas y no se escriben las verbales ya que no no existe disco duro con tanta capacidad de almacenamiento.
"Educar a los niños y no será necesario castigar a los hombres", dijo alguien con poca audiencia según resultados que a la vista están. Es triste como el escrito que a continuación vuelvo a publicar, tener que reconocer el fracaso ya que en este país sigue siendo necesario castigar a los hombres para evitar que sus ejemplos sigan haciendo mella en la educación de los niños.
Nada cambió y si lo hizo fue a peor, desde que en 2008 comenzamos un interminable relato de sucesos, convirtiendo la violencia en un apartado fijo por el exceso de noticias y el defecto en las medidas. Nada cambió y si lo hizo fue a peor desde que por esas fechas un árbitro intentó llevar el sentido común a los campos de juego en donde los protagonistas eran los niños. Unos deportistas que cada vez desde mas tempranas edades van asimilando que la violencia forma parte de su paisaje, el insulto al colegiado, al rival o incluso a uno de los suyos va formando en su no formado cerebro, la idea de que esto forma parte del fútbol. Nada les sorprende viendo incluso a muchos deformadores que poseidos por la idea de ganar de cualquier modo, no desentonan en esta orquesta que a muchos les llevará sin remedio a ser castigados al convertirse en adultos. Es triste que la buena idea de un colegiado no se convirtiese en norma, de haberlo conseguido posiblemente hoy no hablariamos tanto de violencia.
Ángel Ándrés Jimenez Bonillo tuvo una excelente idea que se quedó en eso, rechazada por los que tienen la sartén por el mango y rara vez se acercan al fuego. Nunca se darán cuenta de que la semilla de la violencia está en el fútbol base y que en sus gradas o en un rincón dirigiendo, existen ultras con mucho peligro, para la salud fisica y mental de los niños.
NADA QUE NO SEPAMOS Y NO SE HACE NADA POR EVITARLO - MAS VÍDEOS E INFORMACIÓN PUBLICADA EN 2008
A veces la vida es triste. (Jimenez Bonillo)
Es triste asistir a un campo de fútbol y ver cómo mana la sangre de las cabezas de varias personas que han sido golpeadas brutalmente (¿alguien se imagina algo así en golf o en tenis?).
"Es triste que un árbitro de fútbol no permita insultos desde la grada en los partidos que dirige y que, a cambio de su entrega en busca de un deporte (y un mundo) mejor, reciba incomprensión y rechazo por parte de muchos espectadores (la mayoría, padres que, se supone, desean una buena educación para sus hijos), y, a veces, de los propios entrenadores de cantera.
Es triste que ni los medios de comunicación ni las federaciones deportivas ni las autoridades políticas se lancen, de verdad y por derecho, a la conquista de un deporte limpio (como los citados golf y tenis, por ejemplo), sin insultos ni amenazas; un deporte que ayude a formar buenas personas, lo cual es el único fin posible (y grande) de toda actividad humana digna.
Es triste que nos conformemos con un deporte tan pobre, tan lejano a su ideal.
Es triste que no se identifique completamente deporte con respeto y educación; que cierto jugador multimillonario e ídolo de tantos niños siga queriendo marcar goles con la mano; que los padres suelten las manos de sus hijos para poder alzarlas al viento y así acompañar sus ofensas vomitadas con odio hacia otros seres humanos. Y es triste que todo esto se asuma sin que se nos parta el alma, esta alma nuestra que ya no es alma.Es triste denominarse sociedad humana y civilizada y no parecer ninguna de las tres cosas. Es triste estar llamados a lo máximo y conformarnos con menos de lo mínimo.
A veces la vida es tan triste que empiezo a sentirme triste; triste por nosotros."