Inteligencia

Por Joseluisp

 

¿Se puede medir la inteligencia? En 1912 el psicólogo alemán William Stern propuso un test para medir y comparar la inteligencia de los niños. A partir de su trabajo se han desarrollado numerosas pruebas para medir la inteligencia de las personas mediante preguntas dirigidad a evaluar, según su capacidad cognitiva, su CI o coeficiente intelectual. El coeficiente intelectual no es más que la relación que existe entre la edad mental y la edad cronológica de una persona.

La realización de este tipo de pruebas ha facilitado la investigación estadística sobre cómo se distribuye la inteligencia en la población y sobre cómo la inteligencia media de un país o una determinada región evoluciona a lo largo del tiempo.

La medida del coeficiente intelectual nos ayuda a compararnos entre nosotros. A ubicarnos en una escala que va desde el superdotado a otros niveles de inteligencia menos afortunados. Sin embargo la pregunta que se hacen muchos expertos es si realmente la inteligencia que mide el coeficiente intelectual (la inteligencia académica) nos ayuda a predecir nuestro éxito en la vida.

La respuesta es no. Autores como Daniel Goleman sugieren que el coeficiente intelectual sólo aporta un 20% a nuestra felicidad. Por lo tanto, nuestra inteligencia cognitiva no es suficiente para asegurarnos una vida personal y profesional satisfactoria. Esto es debido a que existen otras características fundamentales que también contribuyen. Después de todo, piense que el coeficiente intelectual es incapaz de medir habilidades como la capacidad de motivarnos, la de perseverar en nuestro empeño a pesar de la frustración, la de controlar nuestros impulsos, la de regular nuestros estados de ánimo, o la capacidad de empatizar y confiar en los demás.

El psicólogo norteamericano Howard Garner considera que la inteligencia puede ser observada y desarrollada, pero no puede ser medida por instrumentos normalizados. Garner considera que no existe una inteligencia única, sino una diversidad de inteligencias que definen las potencialidades de cada persona.

En su teoría de las inteligencias múltiples, Garner identifica la existencia de una inteligencia lingüística, una inteligencia lógica-matemática, una inteligencia musical, otra espacial y otra corporal-cinestésica. También considera una inteligencia naturalista, que es la que empleamos en la observación y en la clasificación de la naturaleza, así como una inteligencia existencial, aquella que nos ayuda a situarnos respecto al cosmos.

Finalmente, Garner considera dos inteligencias muy interesantes: la inteligencia intrapersonal y la inteligencia interpersonal. La primera está relacionada con las emociones y nos ayuda a entendernos a nosotros mismos. La segunda, que otros autores denominan inteligencia social, es la capacidad para entender a las demás personas con empatía y está relacionada con las emociones propias y ajenas. Estas dos últimas inteligencias son las que diferentes autores han investigado bajo la denominación de inteligencia emocional, considerando que esta inteligencia explica el 80% de nuestra felicidad y de nuestro éxito en nuestra vida personal y profesional.

De nada nos sirve nuestra inteligencia académica si no sabemos gestionarnos a nosotros mismos ni sabemos gestionar nuestras relaciones con las demás personas. Lo más interesante es que la inteligencia emocional se puede trabajar y desarrollar a lo largo de toda la vida. Considérelo cuando piense en su desarrollo personal o profesional, o cuando reflexione sobre cómo está educando a sus hijos. Páselo.