Inteligencia emocional, desarrollo del capital humano y su relación con el clima organizacional

Por Juan Carlos Valda @grandespymes

por Ing. Quím. Ariana Rivas

Cuando aprender a vivir contigo mismo, aprendes a vivir con los demás.

Diferencias entre la Inteligencia Emocional (IE) y el Coeficiente Intelectual (CI)

En general, los distintos autores coinciden que el coeficiente intelectual (CI) es una forma de estimar el potencial de un individuo en relación a sus destrezas en razonamiento matemático y los procesos básicos del pensamiento (observación, análisis, síntesis, comparación, inferencias…). Y para muchos, este valor, sería un indicador del éxito académico o profesional del mismo.

Por otra parte, la inteligencia emocional va mucho más allá, ya que viene a ser la habilidad que posee un individuo para reconocer el significado de sus emociones y sus relaciones con el fin manejarlas de tal forma que pueda obtener los objetivos que se plantee. Según Howard Gardner, psicólogo de la Facultad de Educación de la Universidad de Harvard, el 80% del éxito o el fracaso en las actividades que emprendemos – familiares, académicas, profesionales, etc. – dependen de la inteligencia emocional.

En este orden de ideas, la inteligencia emocional sostiene que se puede tener gran capacidad y destrezas para solventar un problema en particular, no obstante si “permites” que las emociones de incertidumbre, ira, frustración, depresión u otro dominen la situación, se hará mucho más difícil e incluso, no va a ser posible resolverlo.

Modelo de Mayer y Salovey sobre IE

A principio de los 90`s, John Mayer y Peter Salovey, precursores de la Inteligencia Emocional (IE) introducen el concepto que las emociones indican como nos relacionamos con el medio circundante (personas y objetos); y como la manera de relacionarnos se ve afectada a su vez por la forma en que manejamos nuestras emociones. Así pues, estos autores definen la IE como “la capacidad de percibir los sentimientos propios y los de los demás, distinguir entre ellos y servirse de esa información para guiar el pensamiento y la conducta de uno mismo“.

Por tanto, presentan el Modelo de cuatro etapas o ramas, mediante las cuales se puede desarrollar de forma gradual la IE. Cada una de estas etapas será un nivel de habilidades y destrezas para conducir las emociones.

• Etapa 1. Percibir emociones: en esta primera etapa, el individuo es capaz de darse cuenta lo que ocurre tanto en si mismo como en los demás al percibir las caras, expresiones o imágenes.

• Etapa 2. Usar emociones para facilitar el pensamiento: Cuando se ha identificado que algo esta ocurriendo (en nosotros y en los demás) entonces es necesario desarrollar las habilidades para utilizar estas emociones como parte de un proceso de razonamiento.

• Etapa 3. Comprensión de emociones: Cuando ya se han percibido y canalizado las emociones, es necesario poder comprender lo que ocurre con estas: la transición entre una emoción y otra, como se manifiestan (verbal, corporalmente, etc.).

• Etapa 4. Manejo de emociones: La cuarta habilidad, es el estado más avanzado, está relacionado en como se manejan las emociones y comos e establecen las relaciones emocionales intra e interpersonales.

En general podría decirse que producto de un análisis global, Mayer y Salovey plasmaron las bases del cómo se puede alcanzar un desarrollo saludable de la inteligencia emocional de manera tal que le permita al individuo conducirse racionalmente para poder alcanzar el éxito personal y profesional.

Modelo del Dr. Reuven Bar On.

Entre los grandes estudiosos de este fenómeno, se encuentra el Dr. Reuven Bar On quien plantea que existen un gran número de factores que condicionan a la inteligencia emocional, y presenta un modelo concentrado en cinco grandes grupos: los intrapersonales; los interpersonales; los referentes a la adaptabilidad; los de manejo del estrés y los factores de ánimo y motivación.

• Los factores intrapersonales, como su nombre lo indica, condicionan el manejo de las emociones según como el individuo se relacione consigo mismo. Así pues, se consideran el autoconcepto, la autoconciencia, la asertividad, la independencia y la autoactualización. Este grupo de factores resaltan la importancia del autoconocimiento y la autovaloración, el quererse a si mismo, respetarse como ser humano, entender que ocurre en nuestro interior, el poder expresarnos y defender nuestras posiciones asertivamente, conocer nuestras fortalezas y poder comprometernos con nosotros mismos.

• Los factores interpersonales, están asociados a la capacidad del individuo a relacionarse con su entorno, la habilidad de reconocer emociones en otros, comprenderlas, mostrar interés por los demás, ser participe del desarrollo de otras personas, dar y recibir afecto, entre otras. Estos están integrados por la empatía, la responsabilidad social y las relaciones interpersonales.

• Los factores de adaptabilidad, representan las habilidades y destrezas del individuo para ajustarse saludablemente a su entorno. Estos están constituidos por la prueba de realidad, la flexibilidad y la solución de problemas. Estos factores destacan la importancia de ser relista en la identificación y manejo de las emociones, en la capacidad para ceder y para aperturarse a recibir eventualmente (flexibilidad), y la manera en como enfrentar y resolver los problemas.

• Los factores de manejo del estrés evidentemente condicionan el desarrollo de la inteligencia emocional, adquirir la capacidad para manejar eficazmente nuestras emociones en momentos de presión, de turbulencia, y otros agravantes, es vital para nuestra salud y el crecimiento personal y profesional. Los elementos agrupados aquí corresponden a la tolerancia al estrés y al control de los impulsos.

• Los factores de ánimo y motivación, como el optimismo y la felicidad, son impulsadores y estabilizadores de la inteligencia emocional, saber reconocer nuestras emociones, vivirlas, canalizarlas y superarlas son factores determinantes en el éxito o fracaso de nuestra vida personal y profesional.

Se hace evidente que el manejo de las emociones depende de una gama amplia de factores, del entorno en que nos desarrollamos, de cómo interactuamos con él o bien cómo decidimos responder a estas interacciones; tal como cita el Dr. Lair Ribeiro, en su libro El éxito no llega por casualidad:

“El éxito es obtener lo que deseas, la felicidad es apreciar lo que ya se ha conseguido”

Obstáculos a vencer para desarrollar la IE

La tolerancia al estrés, es uno de los factores que condicionan el desarrollo de la inteligencia emocional, esta es un reflejo del autocontrol. En este sentido, esta habilidad es la que nos permite sobrellevar situaciones de presión, agravio o problemas de manera eficaz, teniendo bajo control los impulsos y emociones conflictivas y, generando y aplicando estrategias para superarlos. Podría decirse que no solo es el hecho de sobrellevar el estrés, sino de redireccionarlo a situaciones más positivas.

Por otra parte, la inteligencia emocional es directamente proporcional a factores como el autoconocimiento y el autocontrol. El desarrollo de las habilidades y destrezas que la fundamentan permite controlar y/o superar más rápidamente las emociones negativas como la ira y la agresividad.

Si bien, encontrarse molesto por alguna situación, puede ser un estado de ánimo persistente y difícil de controlar, es necesario aprender a manejarlo en vista de la gran cantidad de perjuicios que trae consigo; algunos de ellos:

• Afecta las relaciones interpersonales: Las emociones son contagiosas. Si reaccionamos con ira y agresividad, hay más probabilidad que las personas a nuestro alrededor reaccionen de igual manera. Por otra parte, cuando estas emociones se apoderan del proceso de pensamiento, no es posible la empatía y pensamos sólo en lo que nos interesa a nosotros.

• Obstaculiza la resolución de problemas. Las reacciones hostiles no nos permiten ser objetivos y estrategas eficaces en la resolución de conflictos en vista que “nublan nuestras mentes”.

Uno de los métodos más eficaces y más empleados para “controlar” este tipo de estado de ánimo es la conocida como “tiempo fuera”; donde el individuo se distancia de la fuente de enojo, evitando o frenando la escalada de pensamientos hostiles e irritantes. Este tipo de emociones hostiles no controladas son autodestructivas.

En general, no se trata de no enojarse, se trata de concientizar esta emoción y no permitir qué sea esta la hable, gesticule o se mueva por nosotros, y más aun que no se haga permanente: Para resolver un problema, no tenemos por qué irnos a la guerra. Cuando comienzas a “trabajar” en conocerte a ti mismo y en manejar adecuadamente tus emociones, comienzas a ver a los cambios en tu entorno, lo que influye directamente en tu entorno familiar, laboral y social.

El Autoconocimiento y el Autocontrol Emocional como herramienta del éxito

Tal como su nombre lo indica, el autoconocimiento implica conocerse a si mismo. En este ámbito hablamos de la capacidad de tener conciencia de lo que somos, nuestro lado bueno y nuestro lado “malo” emocional; el cómo y cuando reaccionamos; conocer cada una de nuestras respuestas ante diferentes situaciones. En conclusión se refiere a la habilidad de reconocer las emociones y sentimientos propios e identificar qué los causó.

Asimismo, el autoconocimiento es la clave de la inteligencia emocional, ya que al conocer nuestras emociones será más sencillo controlarlas en el momento oportuno. Si bien, esta habilidad no es innata, es una habilidad que puede ser desarrollada con cierto nivel de dedicación de nuestra parte, y para ello es necesario internalizar en nuestro proceso de pensamientos, de emociones y sentimientos y acciones ante las diversas situaciones que se nos presentan en la vida cotidiana.

Por otra parte, el autocontrol, suele expresarse como la capacidad de manejar adecuadamente las emociones y los impulsos conflictivos. Esta habilidad es requisito indispensable para el desarrollo de la inteligencia emocional y viceversa. Las personas no solo tenemos que identificar lo que ocurre dentro de nosotros mismos en relación a nuestras emociones, sino que además tenemos que canalizarlas para que estas no interfieran con nuestro pensamiento y con el funcionamiento de nuestra vida cotidiana.

Finalmente, es de gran importancia, controlar, atenuar y superar oportunamente, los estados de ánimo negativos (enfado, tristeza, entre otros.) para poder recuperarse más rápidamente de los contratiempos de la vida.

Desarrollo de la Empatía y su impacto sobre el Clima Organizacional

La empatía está relacionada al reconocimiento de las emociones ajenas. Es la capacidad que nos permite saber lo que sienten los demás, ir más allá de los mensajes verbales para percibir lo que les sucede mediante sus expresiones corporales, sus actitudes. Para conseguirlo, es necesario ser receptivo, sensible, respetuoso, requiere de nuestra atención y de nuestro real interés.

Siendo una competencia, un potencial o una capacidad puesta en práctica, Daniel Goleman – autor de varios libros sobre inteligencia emocional – establece que existen cinco competencias que caracterizan la empatía: La comprensión a los demás, la orientación al servicio, el desarrollo de los demás, el aprovechamiento de la diversidad y la conciencia política. De esta manera, una persona empática:

• Se abre a la comprensión de las personas que la rodean, trata de percibir como se sienten, comprender sus necesidades para poder ayudarles.

• Se anticipa a las necesidades de las otras personas, poniéndose en el lugar de los otros.

• Trata de motivar y ayudar a los demás a desarrollar sus propios potenciales, refuerza los logros de los demás.

• Reconoce las oportunidades de crecimiento que brinda el interactuar con personas procedentes de diferentes ámbitos.

• Entiende las diferencias y lasa tensiones que pueden formarse en torno a las relaciones de poder y trata de canalizarlas en pro del grupo.

Un ejemplo de empatía y sus múltiples beneficios, se encuentra dentro de las organizaciones. Cuando un gerente ha desarrollado sus competencias en inteligencia emocional y tiene como ejercicio diario la empatía, su personal se siente motivado, apoyado y comprendido por él, le tienen confianza. Estas cualidades lo convierten en más que un jefe, en un verdadero líder. En este sentido, se promueven los equipos de trabajo cohesivos y eficaces, así como la percepción del entorno de cada uno de sus integrantes mejora considerablemente.

De esta manera, cuando un gerente logra estrechar las relaciones con su equipo de trabajo de inmediato se ven los resultados positivos sobre la calidad y la productividad, se reducen los problemas de ausentismo, desmotivación y bajo rendimiento; se genera un clima organizacional completamente funcional.

Importancia de Plantearnos “Objetivos Positivos”

Para lograr metas de toda índole es siempre una buena herramienta la planificación; sean esta de tipo personal y/o profesionales, es sumamente importante plantearnos objetivos que sean claros, concretos, que estén bien definidos en tiempo y espacio. Adicionalmente, deben hacerse revisiones periódicas en las actividades ejecutadas o por realizar para hacer los ajustes que sean necesarios.

En este contexto, al plantearnos objetivos positivos, al “visualizar” nuestros deseos y metas, al enfocarnos y trabajar en lo que deseamos, aumentamos las posibilidades del éxito y de la felicidad misma.

Por su parte, si bien el estrés generalmente es relacionado con situaciones negativas, es necesario destacar que de hecho existe un “estrés positivo”, que más bien nos impulsa a reorientar nuestros objetivos y a esforzarnos más por las cosas que deseamos sin entrar en conflicto con el balance de nuestros días. Es aquí precisamente donde actúa el autocontrol, para poder tomar las riendas de las situaciones que pudieran ser de tensión y utilizarlas a nuestro favor.

En la medida en que desarrollamos nuestras habilidades emocionales, comenzamos a ser más pacientes con nosotros mismos, a no enfocarnos solo en los problemas sino en como superarlos, en dejar ir las cosas que definitivamente no podemos cambiar y ver que siempre podemos empezar de nuevo. La esperanza y la fe, también juegan un papel muy importante en la realización de nuestros objetivos.

Las personas con motivación al logro, compromiso, perseverancia, iniciativa y optimismo no solo consiguen ser exitosas en lo que emprenden sino que además, tienen un efecto multiplicador ya que son fuentes de inspiración para las personas que están a su alrededor.

En consecuencia, al proyectarnos como organización, cuando comenzamos a planificar de modo integral nuestras actividades, segmentamos las grandes metas en etapas y comparamos resultados con los objetivos planteados en un principio. Esto evidentemente, sin dejar de considerar los posibles imprevistos y cambios del entorno, entonces comenzamos a crear equipos que no se desmotivan o frustran al conseguir parcialmente o no lograr una meta, sino que comprenden que es necesario hacer una revisión en las distintas etapas y reinventarse si fuera necesario.

La Gerencia dentro del Equipo de Trabajo

Cuando un directivo fomenta un clima funcional positivo con equipos de trabajo cohesivos mejora de inmediato la calidad y productividad de la organización.

Los directivos deben centrarse en la optimización de las relaciones interpersonales dentro de los equipos de trabajo incluyéndose como parte del grupo. Este debe entender que no puede generar cambios ni mejoras en los grupos sino participa de ellos, por esto debe desarrollar habilidades de empatía que generen un ambiente de respeto, confianza y compromiso por parte de todos los integrantes.

El trabajo en equipo efectivo repercute en la satisfacción laboral, así como en el desempeño individual y grupal. En este sentido, las relaciones provechosas permiten que el equipo trabaje por un objetivo en común, y saca lo mejor de todos.

Tal dijo el Ing. Juan Carlos Caramés en un foro sobre Inteligencia Social (2008) en FACES: “…las personas no tienen sentido de pertenencia con las empresas, las personas desarrollan sentido de pertenencia a los grupos de trabajo”.

Por su parte Ojeda (2000) expone que “Los equipos de alto desempeño requieren de gente que desde su hablar, su postura corporal y sus emociones se mantengan encendidos en una energía potenciadora, para que el equipo pueda irradiar luz y fuerza”. Así pues, el manejo de las emociones es un factor determinante en las relaciones interpersonales, y estas se manifiestan no sólo con palabras sino con su desenvolvimiento gestual, su rostro, una mirada. De allí que en determinadas ocasiones, hasta un resoplido puede desencadenar un conflicto de magnitudes romanas.

Se hace necesario que exista comprensión que la manera cómo usted expresa sus emociones en todas sus dimensiones, marcará la pauta de cómo usted será tratado y a su vez, cuan cohesivo será el grupo en el que usted se desenvuelve.

Empezar por el Principio:

Ideas para concientizar el CÓMO SOMOS y desarrollar entornos más positivos.

• Comience pensando que la única persona que puede cambiar la percepción que usted tiene de su mundo es usted mismo.

• Ya ha pensado lo que quiere lograr en el próximo año y qué actividades va a realizar para alcanzarlas.

• Reconozca cuáles son sus principales debilidades pero sobre todo Identifique sus fortalezas, el objetivo es potenciarlas. Ahora bien, ¿Cómo va a lograr mejorar en esos puntos débiles? Siempre puede pedir ayuda…

• Haga un recuento de sus relaciones, identifique cómo maneja sus emociones en distintos entornos: familiares, laborales y sociales. ¿Qué cosas le generan estrés? ¿Cómo suele reaccionar ante estas situaciones?

• ¿Cómo percibe su entorno laboral y su equipo de trabajo? ¿Qué puede hacer usted para optimizar esa apreciación?

• Evalúese, ¿Cada cuanto se toma un tiempo para reflexionar en relación a su vida, su entorno y cómo este pudiera ser mejorado? Partiendo del principio que todo puede estar mejor de lo que ya es.

Autora Ing. Quím. Ariana Rivas - ariana.rivasarrobagmail.com – Ingeniero Químico. Especialista en Gerencias de la Calidad y productividad. Asesor en Sistemas de Gestión de Calidad,Ambiente, Salud y Seguridad Ocupacional & RSE. www.abcbiodiesel.com.ve.

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