Nacido en el baby-boom español a la inmensa mayoría no nos quedó más remedio que seguir la corriente. Clases abarrotadas con maestros y profesores desbordados. No parece que les diera tiempo a identificar las especiales capacidades de nadie. De hecho a mí me costó centrarme, no era de estudiar, era mas de hacer los chistes a destiempo, cómico, ¿veis qué fácil era? ¿Qué haces con un gracioso mas allá de abofetearle y enviarlo al pasillo o a su casa?
Ya he dicho entonces que terminé en la Facultad de derecho en la que fui representante y portavoz del alumnado los cuatro últimos años, despuntando como comunicador, ¿veis, otra vez, mis capacidades al aire? No vino ningún Sistema a becar ni a proponer nada. Aquí no es el Estado sino el Mercado el que lo hace, un sistema aún más implacable que trata de identificar y preparar a los más aptos, tampoco muchos, no precisamente para el bien común sino para intereses particulares.
Ha de ser relativamente sencillo organizarse con aquellos que despuntan por arriba y por abajo de la media, lo verdaderamente delicado es diseñar la manera de identificar al máximo las capacidades de la mayoría de los individuos para darles a lo largo de su formación los medios que les permitan desarrollarlas al máximo en beneficio de todos, ciencia ficción. Quizá no haya que mirar tan arriba y tan difuso apuntando al Sistema como el responsable de estas cuestiones, pues este se compone también de personas; los padres, los familiares, los profesores, la experiencia… Nunca es tarde para tratar de encontrar el sitio más adecuado de cada uno en el entramado social.
No sería tan tarde si no estuviéramos pensando tanto en llegar a fin de mes y en salir adelante de una de las peores crisis mundiales que se recuerdan, fruto de un sistema que no está para pensar en individuos distintos de los que manejan la nave llevándola a un destino en el que no cabemos todos.