Intensa-mente, para adultos, no tanto para niños

Por Cinéfilo Criticón @cinefilocritic

El legado de PIXAR en el cine es uno que vivirá por siempre, aún cuando de vez en cuando ocurran distracciones que atenten contra su gloria.

No es secreto que los últimos años fueron tristes para la compañía con logotipo de lámpara saltarina. En lo personal ya me tenían preocupado con su insistencia a producir secuelas para satisfacer la industria del juguete y el imperio oscuro de Disney.

La presión por volver al camino de crear películas clásicas de animación debió de haber sido tremenda. No por nada se gastaron millones en crear el efecto de partículas en los personajes de las emociones, o haber cambiando constantemente el libreto para adaptarse a una audiencia infantil que no entiende porque se escribe con ‘p’ la palabra psicología, y mucho menos sabe escribir.

Uno de los beneficios del que me haya tomado mi tiempo en realizar esta crítica, es el poder digerir una película que en al principio me tenía extasiado. Ya se hubieran imaginado mi escrito lleno de adjetivos de como me conmovió hasta las lágrimas, que PIXAR está de regreso, que todos deben de ir al cine a verla. Algo así. Pero ya después de un tiempo comienzas a descubrir que el filme no es tan perfecto como parece.

Después de tener bichos, monstruos, carros y juguetes; regresamos a los dilemas humanos con una representación gráfica de las emociones que ocurren dentro de la mente de una niña de once años.

Como era de esperarse, las representaciones de las emociones son amigables, coloridas y sobre todo simpáticas. Su principal objetivo es cuidar de una niña que se enfrenta el trauma de mudarse de ciudad. Por supuesto que las cosas se complican cuando dos de las emociones (Alegría y Tristeza) se pierden junto con algunas esferas llamadas “Pensamientos Centrales”, y como es de esperarse, tenemos que descubrir como logran regresar al cuartel general.

Intensa-mente sufre de altibajos pronunciados a lo largo de su narración: iniciamos con momentos de la tan publicitada magia del cine, para luego desplomarse en la banalidad de un libreto que utiliza las mismas fórmulas a las que estamos acostumbrados, luego regresar a otro instante de clásico de la animación, y así en un loop hasta que se termine la película.

La fórmula de ir en busca de un artefacto preciado para salvar al mundo (o en este caso el psique emocional de la pre-adolescente Riley), se ha vuelto tan común, que la única sorpresa sería que la misión fracase, y que la niña permanezca en estado perpetuo de ’emo-cidad’. Pero como es de esperarse, tenemos los típicos cinco minutos de melancolía que permiten encontrar la solución para tener el final feliz.

Lo que salva a esta cinta es que dentro de lo mundano que es el libreto, existen trozos de innovación que le permiten salir de la mediocridad. Por desgracia, uno de esos trozos de ingenio es el lenguaje utilizado para hacernos entender los conceptos de la mente.

He leído comentarios de personas que declaran que la película es aburrida, y logro entender porque puede ser así. El tiempo dedicado para establecer las reglas de ese mundo lleno de esferas, islas y laberintos, es demasiado corto como para ser asimilado. La narración express de parte de Alegría explicándonos el mundo en el que se desarrolla, no es precisamente fácil de comprender. Literalmente se nos enseña un proceso de logística que en algunas compañías tardan días en capacitar a sus empleados.

Para algunas personas, es entendible que la película pierda su chiste y se haga aburrida al no comprender porque de la importancia de que los sentimientos regresen al cuartel general de la mente de Riley. Además que la temática de sentimientos no es para todos sencilla de encarar. Ni hablar de una escena que te deja en lágrimas, aún para aquellos que piensan que en su vida jamás lo harán en una butaca de un cine.

Eso no quiere decir que la película no intente ser accesible. Creo que en lo que puede logra identificarse con el público infantil creando mundos muy afines a sus intereses. Es cierto, esta envuelto con tecnicismo de neurología, pero lo que me gusta es que no intenta entretener con idioteces o chistes fáciles. Todo logra tener un motivo de existir.

Su mayor cualidad es el mensaje final que resuena en los adultos, y en el cual radica el valor de la obra. El impacto de ver como la tristeza da lugar a la alegría, sin tanta explicación, y con solo los personajes comprendiendo su valor como pilares de la mente de Riley, es donde te pones ha aplaudir al director Pete Docter por tan preciado regalo.

No suficiente, logra acentuar momentos trillados y hacerlos interesantes con detalles únicos como pizzas con brócoli, o amigos imaginarios construidos con dulces de algodón. De nuevo, el libreto podrá tener fundamentos convencionales, pero los detalles son los que hacen interesante a Intensa-mente y al final una de las mejores películas de PIXAR.

Lamentablemente, la voz del doblaje en castellano de Cristina Hernández, quien interpreta a Alegría, no fue de mi agrado. Mientras que los creadores se esmeraron en elegir actores y comediantes afines a las personalidades que representan; la versión latinoamericana dista de ser perfecta. En otra ocasión, esto pasaría desapercibido, pero cuando Alegría se vuelve un fastidio con su voz chillante de alta energía solo porque está dentro de el listado de voces de doblaje y sin tomar en cuenta que en la versión norteamericana la actriz Amy Poehler le imprime ternura, optimismo y una tremenda seriedad que en esta versión es inexistente. Entonces, el resultado de mi experiencia no es tan satisfactorio.

PIXAR ha regresado a la senda del triunfo con un filme digno de su legado y con un mensaje que la consolida como las mejores del año. Es cierto que no es para todos y que el entretenimiento resulta demasiado sofisticado para los niños que de seguro elegirán el vacio de contenido de ciertos mutantes amarillos o esperar dentro de un par de meses cuando en una anomalía tengamos otro estreno de la misma compañía.