Las felicitaciones de navidad nos invaden, los buenos desos se repiten tan manidos como poco convincentes, las celebraciones familiares se amontonan en le calendario y parece que, al menos por unos días, se abre un paréntesis en un año que termina mal para dar paso a otro que no se presenta mejor. Sin embargo, la realidad se impone y las desgracias no conceden tregua ni en fechas tan señaladas como éstas. Adrian Sobaru, de 41 años de edad y electricista de la televisión estatal, se lanzó ayer al vacío desde un palco del Parlamento rumano, en protesta por el recorte de las ayudas sociales, impulsado en este país por el Gobierno de Emil Boc. Su grito de angustia no puede ser más desesperado: “Les habéis quitado el pan a mis hijos“. Se podrá decir más alto, pero no más claro. Imagino el sufrimiento de este hombre y sólo puedo concluir que su situación es común a millones de personas en toda Europa, abandonadas a su suerte por Gobiernos prisioneros de del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. En el año 2009 concedieron un préstamo de 20.000 millones de euros a Rumanía. Las consecuencias ha sido éstas: reducción de un 25 por ciento en los salarios de la Administración y rebaja del 15 por ciento en las pensiones. Todo muy justo.